La clave es rectitud y eficiencia

Rectitud y eficiencia de gestión es la esperanza de ASSE para salir de las tribulaciones que aquejan al ente responsable del manejo de todos los centros públicos de asistencia a la salud. Son requisitos en todos los organismos del Estado, tan indispensables como frecuentemente omitidos. Durante décadas brillaron por su ausencia en ANCAP, hasta la llegada del directorio actual, y han flaqueado en otras instituciones públicas, incluyendo sorpresivamente los denunciados casos de nepotismo en un esencial órgano de contralor, como el Tribunal de lo Contencioso Administrativo. En forma aún más amplia ocurrió en los 10 años de vida de ASSE, subproducto de la enredada y costosa burocracia que descargó sobre el país la reforma de la salud. Las irregularidades y fallas administrativas se sucedieron virtualmente desde su creación, epilogadas con la tardía pero razonable decisión del presidente Tabaré Vázquez de remover a su cúpula dirigente.

Este servicio descentralizado, al igual que tantos otros, está para quedarse en el futuro previsible, pese a los fundados cuestionamientos que lo sobrevuelan. La respuesta para mejorar su funcionamiento es una conducción de máxima competencia técnica y que esté atenta a combatir el enquistado vicio de sacar beneficios indebidos en provecho personal o para procurarse improcedentes cuotas de poder. Ocurrió bajo los cuatro directorios que se sucedieron en una década, que hasta generaron en una oportunidad intervención judicial por corrupción dentro del mismo cuerpo directivo. Se agregaron a lo largo de los años irregularidades en hospitales de Montevideo, Artigas, Soriano, Cerro Largo y en otros varios centros asistenciales.

Es anecdótica la ingenua reacción de la última presidenta de ASSE, Susana Muñiz, de atribuir en parte el fracaso de su gestión a "una campaña de la derecha descarnada y desleal". No solo son evidentes las claudicaciones bajo el directorio que encabezó, fruto de sus propias debilidades, sino que el cúmulo de denuncias provino de un diputado de extrema izquierda, gestor de la comisión parlamentaria que actualmente las investiga. En su momento llegarán las conclusiones y decisiones de esa comisión y la Justicia. Pero lo primordial es mirar hacia adelante. La resonancia que han adquirido las irregularidades en ASSE, en otros organismos de alcance nacional y en varias intendencias constituyen una clara advertencia a quienes se sientan tentados a recaer en viejos hábitos de contratar parientes o amigos partidarios o de descuidar la buena administración.

El país y el respeto a la ciudadanía exigen que los escándalos que han estallado últimamente conduzcan a corregir prácticas corruptas, así como a procurar eficiencia en la administración de organismos estatales. En este último campo es hora de que desaparezca la arraigada práctica de designar jerarcas por sus posiciones partidarias, error que viene desde hace muchas décadas. En su lugar debe primar la competencia técnica, independientemente de colores políticos. Si se cumple a rajatabla, mejorarán los servicios que presta el Estado en múltiples áreas, incluyendo uno tan esencial como asegurar servicios adecuados al más de un millón de uruguayos que dependen de la gratuidad de la asistencia estatal.