Timi Pepple, de 28 años, llegó a Reino Unido desde Nigeria con solo un poco de dinero. A las semanas se encontró sin plata, viviendo en las calles en una cuidad donde no conocía a nadie. Decidió buscar otros nigerianos que residieran en el país para pedir ayuda y trabajo. Así fue como llegó a las puertas de una peluquería del sur de Londres donde trabajan mujeres nigerianas. "Fui, les conté y enseguida se ofrecieron a ayudarme", contó Pepple a BBC Mundo.
Llegó a una casa sobrepoblada con otros jóvenes que le dijeron que trabajaría para "el jefe". Así fue como le presentaron a su captor. "Él me dijo lo que tenía que hacer y que si era leal, me ayudaría a resolver mis problemas", explicó.
Mediante promesas comenzó a trabajar en el baño de un club nocturno vendiendo crema de afeitar. "Cuando los clientes terminan de orinar les das la loción y ellos te dan una o dos libras". La poca plata que recaudaban cada noche era para el "jefe". "Así fue como empezó mi calvario", relató.
Dormía en el piso junto con otros jóvenes. Por la mañana limpiaban la casa donde vivían y por la noche trabajaba en el club hasta la madrugada. No tenían permitido usar celulares ni hacer amigos. "Después limpiar los baños, cuando alguien vomitaba era lo peor", admitió Pepple.
No estaban presos físicamente, pero eran esclavos psicológicos. Los golpes ya eran habituales. "Una vez me hicieron sangrar la nariz, las encías, la boca. Y aun así no podía ir a la policía", se desahogó. Las amenazas de sus captores resonaban en su mente cada vez que quería escapar. "Si vas a la policía, tu situación va a ser más difícil, vas a tener más problemas", le decían.
La gran mayoría son extranjeros, más de la mitad provienen de Albania y Nigeria. Como Pepple, muchos llegan al país de forma voluntaria pero terminan en manos de las redes de trata. En 2017 fueron reportados 2.200 casos pero este número solo representa una pequeña parte de la realidad. Se estima que en el Reino Unido viven unas 13 mil victimas de esclavitud moderna.
La Ley contra la Esclavitud Moderna de Reino Unido abarca "la explotación sexual, esclavitud por deuda, trabajo forzado, tráfico de órganos, servidumbre doméstica, tráfico humano y otras formas de abuso". La mayoría de las víctimas masculinas son obligadas a realizar trabajos mal remunerados bajo amenazas. El país está haciendo más énfasis en las campañas contra este problema para crear mayor conciencia sobre otras las formas de esclavitud además de la explotación sexual.
Pepple intentó escapar una vez, pero no lo logró. Fue en el segundo intento, del cual no da detalles, que pudo recuperar la libertad.
Hoy, Pepple, cuenta su historia entre las sombras, sin poder mostrar su cara. "Fue muy, muy difícil y creo que no me escapé del todo", señaló. Por momentos se le agolpan las imágenes de su calvario. Era parte de un cartel muy grande en Reino Unido. "Sus tentáculos llegan a todas partes", "no importa lo que hagas, sea lo que sea, ellos lo saben. Eso me asustaba tanto que no podía ir a la policía", recordó. Ese mismo peligro que no le dejaba escapar es ahora lo que lo obliga a dar su testimonio a contraluz.
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