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23 de septiembre 2022 - 5:04hs

Con graves problemas fiscales, de déficit comercial y de desempleo, la economía del territorio palestino ocupado no puede recuperarse lo suficiente del impacto causado por la pandemia de Covid 19 y requerirá de más ayuda internacional para salir adelante, advirtió en su último informe la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).

El documento de la Unctad que pormenoriza su asistencia al pueblo palestino, divulgado esta semana en Ginebra, muestra que esa economía creció 7,1% en 2021, tras una contracción de 11,3 % en 2020 por el impacto del Covid.

Pero ese Producto Interno Bruto (PIB) en 2021 se mantuvo 5,1 % por debajo de su nivel previo a la pandemia, y su recuperación limitada se concentró de manera desigual en Cisjordania, mientras que la Franja de Gaza se retrasó y la divergencia entre estas dos regiones palestinas se amplió.

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El territorio palestino ocupado, de 6.020 kilómetros cuadrados, tiene 5,3 millones de habitantes, de los cuales 3,2 millones están en Cisjordania y 2,1 millones en Gaza.

En 2021 el desempleo se mantuvo alto, 26% en el conjunto palestino, pero en la densamente poblada Gaza más de la mitad de la fuerza laboral estaba desempleada, y 83% de los trabajadores recibía menos del salario mínimo.

Como resultado, la pobreza se profundizó, y los últimos datos indican que 36% de la población palestina vive por debajo del umbral de la pobreza.

Mientras tanto, la inseguridad alimentaria aumentó, de nueve por ciento a 23% en Cisjordania, y de 50 a 53% en Gaza.

El informe dice que la capacidad del gobierno palestino para responder de manera efectiva al impacto del Covid se ve restringida por las barreras sistemáticas impuestas por la ocupación israelí, que lo priva de las herramientas políticas y el espacio fiscal y monetario disponibles para otros gobiernos.

Si el statu quo persiste, con la ocupación afianzada y la ayuda de los donantes disminuyendo, en el corto y mediano plazo el crecimiento del PIB apenas mantendrá el ritmo del crecimiento de la población, lo que implica, en el mejor de los casos, un estancamiento del PIB per cápita y persistentes pobreza y alto desempleo.

Destaca el papel de la ocupación en la fragmentación de la economía palestina, y en privar a sus productores del acceso a los mercados regionales y globales, esenciales para una economía pequeña con un poder adquisitivo interno débil.

Al aumentar los costos de transporte y producción, la ocupación perjudica la competitividad de los productores palestinos y se adelanta a la realización de los beneficios del comercio internacional, las economías de escala y la integración en las cadenas de valor regionales y globales, afirma el informe.

Esto da como resultado una dependencia de las importaciones y un sector exportador débil y poco diversificado, con 10 productos intensivos en mano de obra que representan dos tercios de las exportaciones totales.

Las principales exportaciones de Palestina son construcción de piedra, tapas de plástico, chatarra, muebles y asientos, mientras que sus mayores importaciones son electricidad, petróleo refinado, comida para animales y cemento.

El resultado ha sido un déficit comercial de 37% del PIB en 2021, uno de los más altos del mundo, y la dependencia comercial de Israel, que en 2021 representó 72% del total de las importaciones y exportaciones palestinas.

A pesar de las reformas del gobierno para reducir el déficit presupuestario y la relación entre el gasto público y el PIB, esa autoridad está sumida en una de las crisis fiscales más profundas de su historia, caracterizada por una gran brecha financiera y una caída abrupta de la ayuda exterior.

Además, Israel controla más de dos tercios de los ingresos fiscales palestinos, cuya transferencia puede suspender (y a menudo lo hace), o aplica deducciones unilaterales antes de transferir el resto.

En 2021, la ayuda total de los donantes cayó a 317 millones de dólares, 1,8% del PIB, una caída abrupta con respecto a US$ 2000 millones o 27% del PIB en 2008, y el apoyo específico al desarrollo disminuyó, de un máximo de 10,6 % del PIB en 2000 a un insignificante 0,7 % el año pasado.

La escasez de recursos fiscales socava la capacidad del gobierno palestino para llevar a cabo funciones estatales básicas y cumplir con sus diversas obligaciones. Desde noviembre de 2021 paga soplo una parte de su salario a los empleados públicos.

El impacto de la crisis fiscal se agrava porque el gobierno palestino no tiene un banco central completo y adecuado, no emite una moneda nacional, tiene poco acceso a los mercados financieros internacionales y ha agotado los límites y fuentes seguras de endeudamiento interno.

Por ello la Unctad “insta a la comunidad internacional a brindar apoyo financiero suficiente y predecible al pueblo palestino, para aliviar el sufrimiento y evitar que empeore una profunda crisis socioeconómica”, indicó la entidad.

El informe de la Unctad también asienta que las mujeres palestinas se ven afectadas de manera desproporcionada por las restricciones de movimiento impuestas por la ocupación, lo que socava su derecho a una participación igualitaria en el mercado laboral, al dificultar su acceso al trabajo, la educación y los servicios de salud.

Las mujeres palestinas se enfrentan a problemas de seguridad adicionales durante los desplazamientos y en los puestos de control, lo que restringe a muchas de ellas a trabajar solo desde casa o cerca de casa, o a permanecer desempleadas.

Aunque las mujeres palestinas cuentan con una mejor educación y más años de escolaridad que los hombres, a fines de 2021 el desempleo femenino se ubicaba en 54%, en comparación con 30% en el caso de los hombres.

Mientras tanto, en promedio, las mujeres ganaban 20 centavos de ingreso nacional bruto por cada dólar ganado por los hombres.

También recuerda el informe que la potencia dominante controla la Zona C, 60% de Cisjordania, donde es extremadamente difícil para los palestinos obtener permisos para construir estructuras para residencia, actividades económicas o infraestructura, como carreteras, redes de agua y energía.

En cuanto a Gaza, está atrapada en un círculo vicioso en el que las intervenciones de la comunidad internacional y los donantes se limitan a actividades humanitarias inmediatas y urgentes de rehabilitación, mientras quedan pocos recursos para la recuperación sostenible y las necesidades de desarrollo a largo plazo.

Desde 2007, Gaza ha estado bajo un bloqueo que ha vaciado su economía. Ha sufrido operaciones militares que han devastado gran parte de su infraestructura, y forzado a 80% de su población a depender de la ayuda internacional.

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