Los hinchas de Flamengo invadieron Montevideo este jueves

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La mufa de Mick Jagger, la pelea por la carne y la fiesta bajo la lluvia: así vive Montevideo la llegada de los brasileños

Miles de brasileños llegaron a Montevideo para presenciar la final de la Libertadores de este sábado
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26 de noviembre de 2021 a las 10:07

Una lluvia voluminosa cae sobre Montevideo. El mediodía gris de un jueves de noviembre tiene más color esta vez. Las gruesas gotas que caen sobre las calles de la Ciudad Vieja no impiden que los hinchas de Flamengo se apilen en el Mercado del Puerto cual adolescentes en viaje de egresados. Los médicos veterinarios Pablo y Diogo (40) y el abogado Leonardo (39) cantan como si fuera la primera vez que lo hicieran en mucho tiempo. Son solo tres de las 7.257 caras brasileñas que llegaron este jueves a Uruguay.

El agrónomo Lucas Alkas y el doctor en medicina Atila Abdala son parte de los 2.620 que ingresaron por el Aeropuerto de Carrasco y van en busca de dos "conquistas" que los acercan y distancian al mismo tiempo. Mientras que uno quiere la Copa Libertadores para Palmeiras y el otro para Flamengo, ambos coinciden en que vinieron en busca de "carne uruguaya".

Con su pierna izquierda apoyada contra una pared, algo más pasivo y expectante, está Breno, de 39 años, quien luce como un hombre sereno que baja su cerveza con una media sonrisa dibujada en el rostro. Está dentro del grupo de los 2.461 que entraron por el Chuy y de los tantos economistas a los que encontró El Observador en la salpicada tarde del jueves.

El profesional cree que la educación de los habitantes uruguayos y el tránsito es "incomparable" a Río de Janeiro. "Existe más confianza aquí. Ustedes son más acogedores y tienen mucha cerveza", dice en un portuñol forzado.

A diferencia de cuando fue a la final de 2019, en Lima, Perú, contra River, en la que recuerda que habían hinchas con distintas profesiones –desde médicos y administrativos hasta mecánicos–, dice que no sucedió esta vez, cuando se encontró con que casi todos los que viajaban eran destacados profesionales.

La mayor parte de los hinchas presente en las calles de Montevideo eran de Flamengo

El fútbol callejero y la mezcla de cerveza con lluvia

El clima uruguayo y los brasileños lucen como el matrimonio perfecto. No importa si hace calor, pues las mesas al aire libre, la cerveza y la brisa lo solucionan. O si la temperatura baja y la lluvia crece, pues la fiesta carioca ya está en marcha.

Para los jóvenes, el Mercado del Puerto parece el escenario perfecto. Para los adultos mayores, la plaza Matriz y sus restaurantes se ponen a la altura con un abanico de ofertas, que exceden la propuesta gastronómica. Para los que desembarcan con su pareja, el frente del Teatro Solís sobra para ponerle un brillo provisorio a la jornada de lluvia.

La efervescencia del país tropical se hace sentir y obliga a los cocineros a trabajar sin pausas. Los mozos repiten una y otra vez el malabarismo de llevarse tres platos a la barra y alcanzar de inmediato otros cuatro a la mesa. De fondo se escucha una orden para Félix, uno de los asadores del restaurante El Palenque, sobre Ciudad Vieja –“tirame uno y medio de asado”–, al tiempo que un hincha se retira satisfecho con su vino tinto roble, de esos “bien uruguayos” que ansiaba probar apenas llegara.

Afuera, la música tropical y la clásica danza desbordan la escena. La fiesta carioca se enmarca en el canto de más de 100 hinchas rojinegros que mezclan su cerveza con gotas de agua y salen a relucir sus camisetas antes de saltar a cantos partidarios.

La replica minúscula de la Copa Libertadores está puesta como un trofeo en una de las mesas. Hay, además, dos barriles de hielo con cuatro Stella Artois, dos de ellas dadas vuelta, una botella de whiskey a medio tomar, cinco copas repletas y nueve brasileños que entonan canciones de su país.

El tamborileo, las guitarreadas, los cantos y aplausos confluyen a la perfección con un partido informal de fútbol que se arma en medio de la calle. Otros hinchas pasean sus copas de vino y se meten a vivir el aliento en primera fila.

Todo luce muy colorido: hay un hombre con un sombrero indio, otro con un trípode grabando bajo la lluvia, una mujer abrazada a la bandera de Brasil, una pareja que se besa de fondo, cuatro amigos desganados que levantan con el grito de un borracho, por lo menos cinco que se pasean en chancletas como quien anda en una playa y un cúmulo de torcedores que se refugian de la llovizna bajo el techo del kiosco Yacaré.

El techo del kiosco funcionó como refugio durante la lluvia para algunos

Un recorte de Mick Jagger con la camiseta de Palmeiras es lo único verde que resalta, además de la camiseta del médico Atila Abdala, un soldado perdido en medio de la guerra. Los de Flamengo utilizan al músico como una "mufa" porque entienden que cada vez que hincha por un equipo ese cuadro pierde. El hincha de Palmeiras responde bromeando con que su rival ganará el sábado la copa. "Pienso que Flamengo va a ganar. Palmeiras ya ganó el año pasado, no va a ganar dos. Para Flamengo, Palmeiras es un clásico. Para Palmeiras, es Corinthians", afirma. "Quiero ver estas cervezas y alegría el sábado", comenta de forma irónica Abdala.

Mick Jagger es considerado "mufa" porque los brasileños entienden que cada vez que se pone la camiseta de un equipo termina ganando el otro

Junto a él, hay un estadounidense presente, a quien conoció el miércoles en el Mercado del Inmigrante mientras miraba el partido contra Gremio. Su nombre es Barry Marvin y tiene 66 años. Su esposa, 15 años menor, es de Brasil y lo hizo fanático del Flamengo. "Esta mañana, mi primo, que es de Palmeiras, me puso una camiseta y yo quedé en contra de mi esposa. Pero es todo por diversión", dice entre risas.

Con apenas 48 horas en Uruguay, ya se anima a trazar conclusiones: "Me gusta mucho el camino contra el mar (la rambla). Uruguay es limpio, organizado, la gente es muy bien y la comida también, pero, lamento decirlo: la carne es mejor en Brasil".

El fútbol y la lluvia fueron los protagonistas de la jornada

Cada dos hinchas de Palmeiras se observan 10 flamenguistas en la ciudad. La diferencia es aún mayor en el Mercado del Puerto, donde a las cuatro y media de la tarde la lluvia se intensifica, pero los cantos partidarios ganan fuerza. Luis, un mozo del lugar, lo observa y analiza: “Los brasileños tienen fiesta total. No paran. Cantan a muerte. Están como locos. Más vale que no se coman la comida el sábado porque van a romper todo. Hay 10 de Palmeiras nomás; donde se arme lío los matan a todos”. 

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