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La nueva vida del refugiado sirio que fue pateado por una periodista

Osama Abdul Mohsen vive con su hijo en España y aguarda reencontrarse con su familia que está en Turquía
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14 de diciembre de 2015 a las 16:25

De mañana, acompaña a su hijo a la escuela. Luego va a Cenafe, una escuela de fútbol en Getafe, España, donde recibe clases de entrenador. De tarde, vuelve a Cenafe para trabajar buscando alumnos árabes que vayan a esa escuela a estudiar. Así es la rutina del sirio Osama Abdul Mohsen, según relató al diario español El País. Tres meses atrás, su situación era totalmente diferente: Abdul Mohsen huía de la guerra con su hijo en brazos cuando una reportera húngara le hizo una zancadilla y transformó a Abdul en uno de los refugiados más recordados.

La imagen de la zancadilla generó indignación a nivel mundial y se viralizó rápidamente. El hombre vive en un apartamento en Getafe junto a su hijo Zaid, de 7 años. Aún no se ha podido reencontrar con su esposa y otros dos hijos que siguen en Turquía. Mientras realizan los trámites necesarios para que la familia se reúna, hablan tres veces por semana. "Me dicen que en tres o cuatro semanas ya estaremos juntos", dijo a El País.

El fútbol es la mayor pasión de Abdul. Fue entrenador en un equipo de la Premier League siria y tuvo la oportunidad de ver un partido del Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu y de ver algunos entrenamientos.

En las calles de Getafe, los vecinos lo saludan y le piden fotografías. Todavía no habla español pero está yendo a clases dos veces por semana para aprender. No solo es famoso entre los españoles, sino también entre los refugiados sirios.

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Algunos le escribieron pidiéndole ayuda, pero sus respuestas son poco esperanzadoras porque no puede hacer nada por ellos. "La única solución es que se acabe de una vez con la guerra. La gente no volverá a su tierra hasta que se sienta segura. Los bombardeos eran diarios, así que dejé mi casa tal y como estaba, ni siquiera me llevé una maleta", dijo.

La libertad es lo que más valora de su vida en España. "Aquí puedo hablar con libertad de lo que quiera y eso es algo necesario para cualquiera. Allí, por el miedo al ejército de El Asad, mi vida se reducía a trabajar, comer y dormir. Aquí es muy diferente", manifestó.

Esa libertad, el trabajo y que su hijo pueda ir a la escuela normalmente dejaron atrás a la reportera húngara. "A esa mujer ya la tengo olvidada", aseguró y agregó: "Y si en algún momento su recuerdo me viene a la cabeza, trato de pensar en mi familia y en nuestro futuro, que es lo que de verdad me preocupa".

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