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La peligrosa relación de Trump con Arabia Saudita

No debemos esperar cambios radicales en la política estadounidense con respecto a Medio Oriente, a pesar del escándalo de Khashoggi
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21 de octubre de 2018 a las 05:01

Por Gideon Rachman
 

La desaparición y probable muerte de Jamal Khashoggi es una tragedia y un misterio. También es un duro golpe para la política estadounidense en el Medio Oriente.
Hasta el momento, la estrategia de la administración Trump con respecto al Medio Oriente se había centrado en Arabia Saudita y la figura mercurial del Príncipe Mohammed bin Salmán, o MbS. El príncipe heredero de Arabia Saudita estaba destinado a ser el hombre quien uniría una alianza en contra de Irán, haría las paces con Israel, se enfrentaría al régimen clerical en su propio país y ayudaría a aplastar al Estado Islámico en su país y en el extranjero. Por su propia cuenta, también liberalizaría la sociedad saudita y transformaría la economía. Y, a la vez, les ofrecería tratos beneficiosos a las empresas estadounidenses.

Se destacó la importancia de Arabia Saudita en la visión mundial de Donald Trump cuando el presidente de EEUU realizó su primer viaje oficial al extranjero, a Riad, la capital saudita. MbS rápidamente entabló una relación cercana con Jared Kushner, el yerno de Trump. Ambos hombres tienen alrededor de 30 años y juntos conspiraron para rehacer la geopolítica de Medio Oriente.
La ofensiva carismática de MbS fue más allá de la familia de Trump. El príncipe heredero cortejó a periodistas occidentales. Envió mensajes a figuras influyentes en Washington. 

En un viaje a EEUU, MbS se codeó con la “realeza” estadounidense: Bill Gates, Mark Zuckerberg y Rupert Murdoch.
Sin embargo, incluso algunos de los fanáticos de MbS reservaron su opinión. Como lo expresó un observador occidental de Arabia Saudita: “Mi pregunta siempre fue dónde ubicarlo en el espectro entre Lee Kuan Yew de Singapur y Saddam Hussein de Irak”.

En otras palabras, ¿deberíamos considerar a MbS como un visionario constructor de una nación o un déspota fuera de control?
Aquellos que argumentaron que el líder saudita era, sobre todo, peligroso, tenían muchas pruebas inquietantes que presentar: una guerra en espiral en Yemen que ha producido un desastre humanitario; una amarga disputa con el vecino Qatar que culminó en un bloqueo liderado por los saudíes; el encarcelamiento temporal del primer ministro del Líbano; la purga de muchos de los empresarios más ricos de Arabia Saudita; y el encarcelamiento de periodistas y activistas de derechos humanos, algunos de los cuales, como Khashoggi, habían huido al extranjero.
Sin embargo, a pesar de todo esto, la sabiduría convencional en los ministerios occidentales con respecto a MbS seguía siendo que básicamente era “un factor positivo”, aunque un poco impetuoso.

La decisión del príncipe heredero de permitir que las mujeres condujeran fue un golpe maestro en la batalla para influenciar la opinión mundial. Su alianza tácita con Israel para contener a Irán lo mantuvo en buenos términos con la Casa Blanca. Pero el aparente asesinato de Khashoggi ha transformado las actitudes occidentales sobre MbS. A pesar de toda la sofisticación con la que ha manipulado a los formadores de opinión en EEUU y Europa, el príncipe heredero claramente no entendió el impacto potencial de una acción tan brutal y descarada.

A diferencia de las familias yemeníes que han sido víctimas de las bombas sauditas, Khashoggi escribía una columna para el Washington Post. Los medios de comunicación estadounidenses están en completa solidaridad con Khashoggi y el Congreso ha amenazado con imponer sanciones a Arabia Saudita. Incluso Trump ha prometido consecuencias “graves” si se demuestra la culpabilidad saudí.
No obstante, a pesar de que EEUU ahora tendrá que deshacerse de sus ilusiones acerca de MbS, en última instancia, es posible que esto no cambiará sus políticas. Los funcionarios occidentales son muy conscientes de la importancia económica y estratégica de Arabia Saudita. El reino es el mayor exportador mundial de petróleo y su mayor importador de armas.

Dado que los precios del petróleo ya están subiendo conforme entran en vigor las nuevas sanciones sobre Irán, el papel de Arabia Saudita como productor oscilante, o “swing”, es aún más importante. Trump, quien está obsesionado con las exportaciones, ya ha dejado en claro que está reacio a ceder el mercado de armas saudita a Rusia o China; no es el único que comparte esta preocupación, aunque es inusualmente franco al respecto.

Si la relación de EEUU con Arabia Saudita se debilita, la influencia estadounidense en el Medio Oriente se debilitará aún más. A diferencia de EEUU, los rusos ahora pueden presumir de una relación sólida con todas las potencias regionales clave, incluyendo a Irán, Arabia Saudita, Israel, Egipto y Turquía.

Si la relación de EEUU con Arabia Saudita se debilita, la influencia estadounidense en el Medio Oriente se debilitará aún más.

La intervención militar de Rusia en el conflicto sirio también significa que Moscú ahora está desempeñando un papel mucho más activo que Washington en las conversaciones de paz sirias que podrían influenciar el equilibrio de poder en toda la región.
EEUU, que solía ser el líder indiscutible en la región, actualmente tiene relaciones mucho más limitadas que Rusia. EEUU ha cortado todos los canales a Irán y sus relaciones con Turquía siguen siendo tensas, a pesar de que el gobierno turco acaba de liberar al pastor estadounidense Andrew Brunson, quien había sido detenido durante dos años por cargos de espionaje. Si EEUU sigue amenazando a Arabia Saudita con un castigo “severo”, también alienará a los Estados del Golfo.

La intervención militar de Rusia en el conflicto sirio también significa que Moscú ahora está desempeñando un papel mucho más activo que Washington en las conversaciones de paz sirias que podrían influenciar el equilibrio de poder en toda la región.

Por esa razón, es probable que la administración Trump hará todo lo posible para limitar las consecuencias diplomáticas del asunto Khashoggi. Incluso el Congreso se andará con cuidado. Dadas las sombrías realidades de la realpolitik, es difícil culparlos. Pero la idea de que EEUU puede construir una gran estrategia en torno a la figura maníaca de MbS tendrá que ser abandonada. “No confíes en los príncipes” siempre ha sido un buen consejo. 

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