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La playa accesible y cómo recuperar la libertad en el mar

La parada 8 de la Mansa está pensada para personas con discapacidad
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15 de enero de 2018 a las 05:00
Cuando Manuel era chico veraneaba con sus padres en el balneario Aguas Dulces en Rocha. Dice que en ese momento era más "corajudo" y por eso se animaba a meterse en el agua, donde las olas del océano Atlántico rompen con más fuerza. A medida que fue creciendo, se empezó a dar cuenta del peligro que corría y su cuerpo empezó a quedarse rígido por el miedo. Un día se puso a llorar y les pidió a sus padres no ir más.

Ahora tiene 18 años y descubrió en la parada 8 de la playa Mansa de Punta del Este lo que necesitaba: un lugar que está pensado para él. Con una rampa, una alfombra de goma que llega hasta la orilla y sillas especiales para meterse al agua, Manuel puede disfrutar del mar como el resto de su familia. En el agua juega con su hermana Paloma y con sus padres, que también se sienten más tranquilos.

Manuel nació prematuro y una secuela del CTI le dejó una parálisis cerebral que le afecta la movilidad. Al igual que él, unas 200 personas llegan todos los días a la parada 8 para meterse al agua. Las facilidades que incluyó la Intendencia de Maldonado en ese lugar permiten que los niños y los adultos disfruten de un entorno en el que la silla de ruedas no es un impedimento. En otras playas que no tienen alfombra de goma, por ejemplo, mover las sillas requiere de un esfuerzo físico importante de las familias. Esa parada, entonces, resulta un alivio para todos.
"La rampa es algo fundamental para la silla y te ayuda a bajar con facilidad. Que haya gente que te ayude y que te puedan meter al agua, que tus padres no tengan que hacer fuerza es un factor primordial", comentó Manuel.
La playa accesible de Punta del Este cuenta también con profesores de educación física del departamento que dan clases para personas con discapacidad. A su vez, hay cinco sillas anfibias –que se pueden mojar– que ayudan los visitantes a meterse al agua. Una vez que están adentro, se los saca de la silla y quedan suspendidos en el mar gracias a unos flotadores. En ese momento las familias pueden compartir unos minutos adentro del agua sin preocuparse. Cuando quieren salir, hacen una seña y los profesores vuelven con la silla anfibia a buscarlos.


El padre de Manuel, Alejandro, dice que la parada 8 de la Mansa es un lugar en el que todos pueden disfrutar por igual. Tienen pensado ir todos los días que estén en el balneario. Si bien la playa de Portezuelo también les gusta mucho, solo hay una pequeña rampa que allana parte del camino, pero luego tienen que hacer mucha fuerza para empujar la silla de ruedas hasta la orilla. Además, en ese lugar no hay profesores que los ayuden a meter a Manuel al agua, por lo que bañarse es más difícil.

"Lo que puedo ver es que muchas personas que hasta entonces no han tenido la posibilidad de llegar a este entorno de playa y agua, hoy sí la están teniendo. Todos tienen derecho a disfrutar y esto hay que promoverlo. Acá pueden encontrar una puerta, una posibilidad para poder hacer esto", consideró.

El programa

A la playa accesible de Punta del Este llega gente de todo el país y también del extranjero. Si bien hay muchos niños, van adultos mayores que perdieron la movilidad por la vejez y personas con otro tipo de discapacidad, como ceguera o sordera. Los profesores de educación física están desde las 8 de la mañana hasta las 20 horas, aunque hacen un corte al mediodía cuando el sol está más fuerte.

Isabel Pérez trabaja allí desde 2007 y cuenta que al principio solo iban 50 personas por día. Luego empezaron a tener más demanda, por lo que solicitaron más presupuesto a la intendencia y también incluyeron un ómnibus accesible que va a buscar a los usuarios a distintos rincones del departamento. Hay clases de yoga, caminatas, organizan partidos de fútbol y también se meten al agua. La idea de la playa accesible es que todos puedan disfrutar sin importar su discapacidad.

Los cupos para las clases no son limitados y no hay por qué anotarse. "Si alguien llega y necesita una silla anfibia, tendrá que esperar un ratito. Pero todos se terminan metiendo al agua", agregó. El programa funcionará hasta el 28 de febrero y también tienen actividades en Piriápolis, en la Rambla de los Argentinos y calle Sierra.

"Lo que la gente quiere es bañarse. La gente que está en silla de ruedas quiere salir de esa silla, de ese encierro y liberarse en el mar", subrayó.

Lejos de ser un país accesible

Si bien el gobierno ha ido tomando acciones al respecto e instaló rampas en algunas playas, terminaron por ser acciones aisladas que no impactan en la llegada de visitantes, determinó un estudio que realizó el Banco Mundial a pedido del Ministerio de Turismo. El relevamiento se centró en tres lugares turísticos (Atlántida, Colonia y Quebrada de los Cuervos), en los últimos años no se ha avanzado lo suficiente en servicios e infraestructura.

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