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La Ronda de Ciudad Vieja en los trazos de Ombú
De Fermín Hontou se podría escribir un atractivo puñado de frases. Se podría, por ejemplo, contar que si desde hace medio siglo responde al nombre Ombú es porque un compañero de liceo decidió bautizarlo así. También se podría narrar que sus caricaturas e ilustraciones fueron la imagen de tapa y de varias páginas de publicaciones eternas, como El Dedo, Cuadernos de Marcha, Jaque y Guambia. Y, por último, se podría escribir que después de estudiar con Pepe Montes –su primer maestro– y Julio Alpuy llega al taller de Guillermo Fernández, tal vez, el gran responsable de que Ombú se haya catapultado como el gran caricaturista que es.
Pero para presentar su exposición Noche de Ronda –que se puede visitar hasta el 9 de junio en la sala 3 del Museo Nacional de Artes Visuales– nada mejor que tomar prestadas las palabras de Inés Bortagaray, que se encargó de la curaduría de esta exposición.
Dice, entonces, Bortagaray: “En el bar La Ronda había habitués. Fermín Hontou era, definitivamente, uno de ellos. En todas las estaciones, ahí estaba, sentado a solas o con otras personas, dibujando. Con un sombrero de fieltro, con una copa de vino, con la mirada que oscilaba entre las ilustraciones en un bloc de hojas A4 y el rostro y el cuerpo de otros parroquianos. Si una persona se acercaba a escudriñar aquel trabajo iba a encontrar fotogramas de una película hecha de humo, cervezas, confidencia y, ocasionalmente, un cierto esplín juvenil, burgués y hasta presuntuoso. (...) En esta exposición se recorta una era (en la larga trayectoria de La Ronda, que sigue viva), una que sucede entre 2011 y 2015”.
