Los manuales de comunicación dicen que en tiempos de crisis (o en situaciones de riesgo) las señales a la población deben ser claras y uniformes. Pero las idas y vueltas en el tratamiento sobre un eventual cierre de fronteras en Salto, al día siguiente de que se confirmaron los primeros cuatro casos de coronavirus en Uruguay, fue uno de los episodios más paradójicos de la gestión de comunicación pública del gobierno que tuvo algunos puntos bajos y también otros altos desde que la expansión de la pandemia llegó al territorio en la última semana.
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