Las conmovedoras enseñanzas que Scaloni, Messi y un equipo de gladiadores les dejaron al mundo en el Mundial Qatar 2022

Será porque cuando escucho a Scaloni y cierro los ojos, siento que está hablando Óscar Washington Tabárez desde aquel lugar en el que condujo a Uruguay por los mejores días del fútbol moderno, pero que nunca pudo llegar tan alto en un Mundial.

Scaloni demostró este domingo una vez más, antes y después del partido, una grandeza única y la capacidad que tuvo a lo largo del camino, que no fue fácil entre tantos cuestionamientos y largas esperas para alcanzar esta consagración, para construir la mejor versión de un equipo de fútbol.

Hoy quisiera estar por un lado del otro lado del Río de la Plata para sentirme representado por un equipo de leones, que se vació en busca de la gloria, con un buen plan y con un montón de sueños.

Porque Scaloni eligió al mejor socio que podía tener para esta patriada.

Este domingo 18 de diciembre, Scaloni, Messi y una banda de futbolistas que tienen un corazón enorme, se consagraron campeones del mundo en una final increíble. En la mejor que se haya visto en los tiempos modernos del fútbol, por todo. Por el contenido, por la forma. Porque no se guardaron nada ninguno de los protagonistas. Por Argentina y por Francia. Por los aciertos tácticos y por los errores. Por los goles. Porque se cayeron y se levantaron. Porque se levantaron y se cayeron. Y volvieron a pelear por la Copa del Mundo en 141 minutos en Lusail de fútbol memorable.

Fue increíble lo que se vivió este domingo por el duelo Messi-Mbappé en la tabla de goleadores y por la lucha por el premio MVP del Mundial Qatar 2022. Por la entereza anímica de todos para llegar hasta la definición por penales, porque cuando se caían los soldados, aparecían otros que estaban dispuesto a vaciarse también.

Fue increíble la final que protagonizaron. Emocionaron. Conmovieron a todos. Alegraron a un país, aliviaron a un continente, despertaron admiración en el mundo y, sobre todo, se ganaron el respeto del mundo entero.

Porque ganaron con fútbol, con autoridad futbolística y, sobre todo, con carácter, en donde cada uno de los componentes de este equipo argentino en su lugar traccionó de tal forma de llevar y poner todo en donde correspondía.

Argentina volvió a demostrar que el fútbol sudamericano tiene algo que no se compra con dinero, y ahí es donde está el gran triunfo de este equipo que le dio una lección al mundo.

Porque hoy todos se ponen de pie para aplaudirlo, incluso hasta el presidente de Conmebol Alejandro Domínguez apareció saltando y candanto "dale campeón" al memomento de entregarle un cheque por US$ 10.000.000 como premio extra que le entregó Conmebol a la AFA.

El plan de Scaloni fue perfecto, después del golpe del debut. Recorrió el Mundial como se debe, utilizando la primera fase para dar forma al mejor equipo y luego, en la eliminación directa, mostrar fútbol, carácter y, sobre todo, amor propio para llegar hasta alcanzar los objetivos.

Messi fue un fenómeno extraordinario que resurgió, cuando la curva natural de la vida debiera expresar un declive. Los convenció a cada uno de sus compañeros de cuál era la forma y el camino, y lo siguieron con la convicción, que es en definitiva la que termina llevando a esta selección argentina al lugar en el que terminó.

Argentina expresó toda su grandeza. Tres títulos mundiales en 12 ediciones de los mundiales, un registro que genera admiración y respeto. Que marca un camino y que sirve como ejemplo.

Y, al final, después de 20 años si levantar la Copa del Mundo, lo más importante, Argentina sacó la cara por Conmebol y demostró que Sudamérica es Sudamérica. Que Europa podrá comprar todo lo que quiera al influjo del dinero, pero, por ahora, la materia prima está en este continente, y sin esa materia prima, por más billetera que haya, no habrá gloria eterna, como la que volvió a reafirmar Argentina este domingo.