"Virus como los de la hepatitis E, la encefalitis japonesa o el virus Nipah (que causa una elevada mortalidad en humanos y para el que no existe tratamiento) y bacterias como Salmonella, Escherichia coli productora de toxina Shiga, Campylobacter y Leptospira resultan ser los patógenos más importantes que pueden ser transmitidos del jabalí al ser humano, o en cuyo ciclo de vida el jabalí puede participar activamente", declara a Sinc Ruiz Fons.
Se conocen numerosos casos de transmisión de enfermedades entre jabalí y personas, como por ejemplo, los de hepatitis E en Japón o los casos anuales de triquinosis que se dan en multitud de países (incluida España) por consumo de carne de jabalí mal cocinada y que no ha pasado por una inspección veterinaria.
"No suelen darse a conocer al público en general porque son situaciones particulares que afectan a cazadores o consumidores de caza, pero son casos registrados porque se originan en países con buenos sistemas de salud pública", argumenta el científico.
La fauna silvestre es el origen de algunas epidemias bien conocidas, como los brotes de hantavirosis en el continente americano y otras partes del mundo, los brotes de SARS en Asia y los más recientes de MERS –ambos coronavirus con origen en murciélagos– en la península arábiga. "Incluso el brote de Ébola en el África subsahariana –añade Ruiz Fons– parece que surgió a partir del consumo de carne de murciélago mal cocinada".
Según los expertos, actualmente el jabalí es una de las especies de animales silvestres que mayor potencial de interacción tiene con el ser humano a escala mundial. Están presentes en todos los grandes continentes salvo en la Antártida.
Los patógenos de los jabalíes pueden ser de naturaleza diversa y afectar a diferentes grupos de personas, pero cazadores y profesionales de la caza son, a priori, los que presentan un mayor riesgo de adquirir infecciones del jabalí.
"Existen vías de transmisión tanto directas como indirectas. Para la directa hace falta un contacto próximo entre especies –en este caso entre hombre y jabalí– para que un agente patógeno compartido entre ambas especies pueda transmitirse. En este caso el contacto directo con el animal o con su canal (por consumo de productos de jabalí infectados) es la principal forma de transmisión", apunta el investigador.
La expansión de las urbanizaciones hacia áreas naturales, el incremento de las actividades de ocio al aire libre, los cambios socio-económicos y en los hábitos alimenticios pueden favorecer la tasa de exposición de las personas a patógenos zoonóticos transmitidos por el jabalí y favorecer la aparición de epidemias, según los investigadores.
"Hasta qué punto este contacto frecuente puede conducir a la aparición de enfermedades emergentes o de pandemias en humanos es muy difícil de predecir. Cabe resaltar que existen numerosos vacíos en el conocimiento de las tendencias poblacionales globales del jabalí y en los mecanismos de mantenimiento de los patógenos en las poblaciones de jabalí", añade el científico.
En la actualidad no se ha asociado al jabalí con ningún brote importante (en número de casos y extensión geográfica) de enfermedad en humanos, "pero en gran medida es debido a la difícil trazabilidad del origen de dicho brote", concluye el investigador.
Vía SINC
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