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Las mujeres en la ciencia en Uruguay: datos y diagnóstico sobre una profunda brecha
El año pasado, un total de 140 proyectos liderados por investigadores jóvenes se presentaron a la convocatoria del Fondo Vaz Ferreira de investigación. Terminaron siendo aprobados 35, que recibieron un máximo de $ 300 mil no reembolsables. Dos de cada tres proyectos ganadores estaban liderados por mujeres.
La última edición del Premio L’Oreal Unesco por las Mujeres en la Ciencia recibió 26 postulaciones. La ganadora fue Erika Téliz , por su proyecto “Diseño y evaluación de prototipos de baterías Li-ion. Comparación de baterías comerciales”.
Se trata de las dos únicas menciones referidas a mujeres y ciencia, tecnología e innovación en las 724 páginas de la Memoria y Balance del Poder Ejecutivo presentada el miércoles ante el Parlamento por el presidente Luis Lacalle Pou, que por otra parte no hizo alusión al tema en su discurso.
Lo cierto es que Uruguay no escapa a un fenómeno común a nivel internacional, sobre todo en América Latina: la escasa participación de las mujeres en los ámbitos educativo y laboral en las áreas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics, por sus siglas en inglés).
En octubre del año pasado comenzó a funcionar en el ámbito estatal el Grupo de Género en Ciencia, Innovación y Tecnología (GECIT). Integrado por diferentes instituciones, se planteó dos objetivos para este año. Por un lado, actualizar el relevamiento de las acciones llevadas a cabo en este sentido a nivel nacional.
Por el otro, desarrollar un conjunto de recomendaciones. Ambas metas tienen como plazo el mes de julio, le dijo a El Observador la coordinadora del grupo, Silvana Ravía.
La intención es que esos informes sirvan como insumos para desarrollar políticas públicas, instrumentos e indicadores para facilitar la participación de la mujer en ciencia, tecnología e innovación.
El grupo coordinador se basa en el trabajo que viene desarrollando, desde principios de 2020, la Mesa Interinstitucional de Mujeres en Ciencia, Tecnología e Innovación en Uruguay (Mimcit), conformada por integrantes de más de veinte organismos públicos.
Durante cuatro años la mesa trabajó en la implementación de un proyecto, financiado por la Unesco, para el cual Uruguay sirvió como piloto a través de tres acciones.
La primera fue relevar las políticas y actividades científicas y de investigación que incorporaran una perspectiva de género a nivel educativo y laboral. El diagnóstico: si bien hay distintas instituciones que implementan medidas para promover la participación de mujeres, no siempre están coordinadas entre sí y carecen de un marco común que las oriente.
“La mayoría consisten en actividades puntuales y dispersas, con políticas incipientes y escasas” subrayó el informe, al que accedió El Observador.
Se limitan a talleres, charlas y eventos que apuntan a fomentar la vocación de niñas y adolescentes y derribar los “estereotipos de género”.
El diagnóstico fue que, tanto a nivel educativo como laboral, las políticas y actividades con enfoque de género se dirigen principalmente hacia afuera de las instituciones. Muy pocas problematizan las desigualdades de género en los espacios institucionales.
La segunda premisa de la Mesa fue realizar una encuesta sobre factores, impulsores y barreras para las mujeres en las áreas STEM.
Allí, se afirma, hubo dificultades para contar con indicadores desagregados por sexo y género. Según los datos procesados, entre las personas con estudios universitarios vinculados a estas áreas las mujeres perciben ingresos mensuales 26% inferiores al de los hombres.
En el caso de las mujeres, su trayectoria académica suele verse interferida por sus responsabilidades de cuidados, por ejemplo hacia sus hijos.
Así, los plazos de culminación de doctorados son más cortos para los hombres. El 33% de los investigadores terminó sus estudios en un plazo de tres años. En ese lapso, solo lo lograron el 15% de las mujeres.
Según las últimas cifras disponibles, el 46% de las mujeres tuvieron que interrumpir sus estudios o trabajos vinculado a la ciencia y la investigación durante seis meses o más. Casi la mitad señalaron que se debió a embarazo o el cuidado de niños y personas dependientes. En el caso de los hombres, el porcentaje fue de 38%.
A su vez, casi la mitad de las mujeres investigadoras declaró ser la principal responsable de las tareas del hogar, frente a solo el 7% de los hombres.
La “brecha” se observa sobre todo en la participación en los diferentes niveles jerárquicos en ciencia, innovación y tecnología. En particular, en los cargos de dirección y gerencia de departamentos: allí solo el 15% de las mujeres ha tenido participación, frente al 32% de varones. En los espacios relativos a la elaboración de políticas, los porcentajes son 21% y 32% respectivamente.
Los datos indican que esta brecha se registra incluso entre las personas más jóvenes.
Vale decir que, si habla estrictamente de investigación, el nivel III, el mayor en la escala jerárquica, cuenta en Uruguay con 47 personas. Solo el 13% son mujeres. En el nivel I, hay 42 científicos. Allí el 26% son mujeres.
La Mesa Interinstitucional también analizó otras perspectivas vinculadas a la ciencia, la tecnología y la innovación.
Las conclusiones del informe permiten percibir sustantivas diferencias de género cuando se habla de haber podido cursar estudios fuera de fronteras. Allí, siete de cada diez hombres reconocen haber tenido esa posibilidad. En el caso de las mujeres, solo el 55% dijo haber podido concretarlo.
Según los datos, el 29% de las mujeres investigadoras aseguró haber vivido situaciones de acoso en el ámbito laboral y el 15% en el ámbito educativo, desde que comenzaron a estudiar hasta hoy. En el caso de los hombres, los porcentajes son exactamente la mitad.
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