Ricardo Peirano

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Las multilatinas, una gran oportunidad de desarrollo

¿Alguien podría pensar hace 10 años de que llegaría un día en que las empresas con base en la región podrían ser una competencia de las empresas de los países industrializados?
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16 de noviembre de 2012 a las 00:00

Las multilatinas, una gran oportunidad de desarrollo

Las crisis financieras de Estados Unidos primero y de Europa después contrasta con el despegue económico de América Latina de la última década por el auge por las materias primas, en particular la de base agropecuaria, debido al aumento exponencial de la clase media en el mundo, en particular de China, India y Brasil. Esas clases medias demandan en los mercados alimentos proteicos a los que antes no podían acceder. Ello explica el crecimiento de la región en base a las exportaciones y no tanto del consumo interno como se intentó sin éxito con las políticas cepalinas de sustitución de importaciones de la década de 1950 y 1960.

Es inédito en la historia económica de Latinoamérica un crecimiento económico sostenido durante una década. Más bien, la región se caracterizaba por la volatilidad de su economía y tasas de crecimiento muy pobres. Ahora bien, ese nuevo escenario no supone que todos los países latinoamericanos se beneficiarán de la misma manera. Es cierto que todas las naciones de la región registran una mejora del PIB, pero algunas de ellas son más robustas y sacan un mejor partido del auge latinoamericano. ¿Alguien podría pensar hace 10 años de que llegaría un día en que las empresas con base en la región podrían ser una competencia de las empresas de los países industrializados? ¿Alguien podría creer hace 10 años que en el siglo XXI iban a irrumpir compañías “multilatinas” que se expanden en Latinoamérica y en Asia? Pues eso es lo que está ocurriendo hoy. “A diferencia de las grandes compañías norteamericanas o europeas, las multilatinas son conscientes del nuevo escenario económico mundial y a la hora de salir a conquistar nuevos mercados no buscan repetir un mismo modelo de negocios en todos los países sino que muestran un grado de flexibilidad y capacidad de adaptación mucho más alto”, dice el periodista Alfredo Sainz en su último libro Vencer a las multis. Cómo los nuevos emprendedores del Tercer Mundo pueden pelear en las grandes ligas, editado por Planeta. Allí consigna a 100 multilatinas que facturan más de 500 millones de dólares anuales y provienen de ocho países: México (Bimbo, Cemex, América Móvil), Brasil (Embraer, JBS-Friboi, Petrobras), Chile (Cencosud, Falabella, LanTam), Argentina (Arcor, Tenaris), Colombia, Venezuela, Perú y El Salvador.Esa lista es muy reveladora del peso que adquirió la región, aunque puede llamar a engaños sin una lectura más fina.

Que un país con la riqueza y la potencialidad de Argentina integre ese equipo con solo dos compañías es muy revelador de que no alcanza con registrar un elevado crecimiento económico. Es claro que en el largo plazo lo relevante es la calidad de las instituciones, un clima de inversión favorable a la empresa privada, reglas de juego claras y estables, baja tributación, y una clase empresarial emprendedora y no buscadora de rentas en los pasillos gubernamentales. Se necesitan empresarios pioneros y no cortesanos.Ya conocemos cómo termina la historia cuando esas reglas no se respetan. Por esa razón, la potencia de las multilatinas depende de las orientaciones de los gobiernos. Ello explica que México, Brasil, Chile, Colombia, y últimamente Perú, estén liderando la expansión de las multilatinas tanto en la captación de las inversiones como en su avance en terceros países.

No es necesario inventar la rueda para beneficiarse de esta nueva tendencia: reglas de juego iguales para todos, no asfixiar a las empresas con tasas impositivas ajenas a la marcha de las empresas y a la productividad, bajo nivel de aranceles que fomenten el libre comercio -y por ende la competencia- y políticas que estimulen el valor agregado en las cadena productivas en los bienes en que cada país tiene ventajas comparativas. Es un tren que Uruguay no puede ni debe dejar pasar. Tiene una enorme oportunidad para que el sector privado sea el motor de la economía. Pero ello no ocurrirá si no levanta la vista y mira hacia el mundo.

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