Opinión > ANÁLISIS

Leche importada de Brasil

Otro gol en contra del Uruguay productivo
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30 de septiembre de 2018 a las 19:07

El litoral uruguayo, ha sido el lugar en el que han recalado a lo largo del siglo XX inmigrantes que las guerras de Europa expulsaron de sus tierras europeas y que llegaron aquí sin un peso, con familias desgarradas pero que lograron predios chicos en tierras relativamente fértiles y constituyen hoy una red de productores sacrificados y eficientes. Rusos y alemanes, piamonteses y suizos, por ejemplo. Desarrollaron el trigo, el girasol, la ganadería, la lechería, un entramado de producciones que desde Salto hasta el Río de la Plata conformaron una red de pymes productoras de alimentos y fibras que forjaron junto a vascos, gallegos e italianos entre otros el Uruguay agroexportador.

Por ejemplo estos dos hermanos de Young, rubios, canosos, de dedos gruesos y con la bondad que emana de sus rostros, y que con unas 200 hectáreas de tambo cada uno me cuentan que “por ahora la van llevando, mientras Claldy aguante”.  Hablan de su cooperativa de Young, vecina de Pili, la empresa de Paysandú que hoy se está liquidando. La que a fuerza de pagarles el mismo precio en pesos un año tras otro, sobrevive acosada por los bancos y los costos.

Para irla llevando, tienen dos secretos y solo dos. La primera es jamás contratar un empleado. “Son caros, son para problemas, ahí ya empieza a no cerrar el escaso margen que a uno le quedaría”. La segunda: “las vacas tienen que tener buen verde todo el año. El forraje es la comida que bien hecha es de bajo costo y permite subsistir con los (menguados) precios que la leche tiene”. Y así la van llevando, con la sabiduría simple de quienes viven cuidando sus rodeos y sus pesos y vienen de generaciones de enfrentar adversidades y cuidar rodeos. Aquellos mismos agricultores de dedos gruesos que tanto admiraba Van Gogh. Uno de los dos hermanos trabaja con su compañera, el otro con un hijo, el único que le agarró el viaje del sacrificio de ser tambero. 

Les preocupa el futuro de la cooperativa que les compra la leche, pero están dispuestos a meterle hasta el fin. ¡Sus antepasados la tuvieron tanto peores! “Al abuelo lo llevaron a la Siberia, y nunca más se supo de él…”.

La importación de leche de Brasil no va a cambiar los precios internos, no va a alterar al mercado, y tal vez la empresa importadora logra en la operativa un cierto margen que le permite sostener el precio que paga a los productores uruguayos.

Puede el lector de la ciudad imaginar sin mucha dificultad cómo es la vida de una familia así: levantarse cuando todavía es de noche, juntar las vacas, llevarlas a la sala de ordeñe, ordeñarlas, devolverlas a una pastura relativamente lejana, correr el alambrado eléctrico, lavar todo, y volver ya avanzada la mañana luego de realizar algunas otras tareas.
Almorzar, dormir una siesta porque la levantada fue tal vez 4:30 am. Después volver a hacer la rutina del ordeñe (previamente habrá que poner ración en los comederos y tal vez cambiar de nuevo la zona de pastoreo, hacer otras tareas, llevar números, hablar con proveedores, cenar y caer rendidos. Y así 365 días a la semana, las vacas no dejan de producir leche los domingos, los feriados, los días que hay que ir al médico o a hacer trámites.  O sea trabajar duro y muy parejo).

Pero por supuesto que en el medio de tantas tareas, celular mediante, leen las noticias. Leyeron que UTE les cobra la energía cara para trasladar cientos de millones de dólares a Rentas Generales, pero que le vende a los brasileños la energía eléctrica a un tercio del valor que le cobra a los uruguayos. Obviamente siguen con incredulidad y desánimo lo que pasa en Pili y en Conaprole. Y leen que Brasil le exporta a Uruguay 300 mil litros de leche. Y el escándalo es inevitable.  No porque no crean en el libre mercado.  Pero, ¿qué libre mercado es uno en el que circula fluidamente en competencia el producto, la leche pero no el insumo clave, el gasoil? ¿Qué libre mercado aquel en el que los brasileños obtienen la energía uruguaya a un precio menor al que la reciben los uruguayos?

Mientras eso pasa aquí, los productores australianos cobran más por la leche porque la sociedad se solidariza con su sequía, se suman los supermercados y el público para más solidariamente. Otra cultura, otros resultados.

La importación de leche de Brasil no va a cambiar los precios internos, no va a alterar al mercado, y tal vez la empresa importadora logra en la operativa un cierto margen que le permite sostener el precio que paga a los productores uruguayos. Un precio que está congelado en pesos desde hace años, que no tiene un negociación colectiva que asegura de mínima subir lo que el IPC. La importación muestra por si faltaba alguna prueba, que algo está groseramente desequilibrado. Como si un día le exportáramos ananá a Brasil, mostraría que algo muy ilógico está sucediendo en el país vecino. Y el efecto anímico que genera entre los productores que los brasileños nos ganen en la competencia es comprensible. Se suponía que con el Mercosur nosotros seríamos el tambo de Brasil. Ellos serían nuestra cafetería. Ahora tenemos el café con leche todito importado.

Qué Uruguay tan raro será sin industria lechera. O sin industria textil, porque también podemos terminar como meros exportadores de lana sucia. Todo lo que deba pasar por la batalla de clases está destinado a fundirse.

Seguramente estos productores humildes, metedores, hayan leído que el Pit Cnt les dijo que a ver por qué no hacen el club de los llorones. Seguramente también leyeron que se dijo en el mismo acto de paro general que “Esto es lucha de clase pura y dura”.
Ya han visto a la lucha de clases en acción en Conaprole, que ni siquiera pudo sostener el precio nominal en pesos y le tiene que pagar a sus productores menos que a comenzo de año y en Pili que fue derrumbada por la lucha de clases con todo éxito, como en tantas industrias que hoy coleccionan telas de araña y no generan un solo empleo. ¿Qué haremos si un día la cooperativa no está? Me preguntan ¿Qué será de Young si un día  no está? Cualquiera que vaya por esa zona de suelos tan fértiles verá el avance de los árboles con destino a zona franca. Y puede imaginar que pasará si un día la cooperativa lechera no está. 

Qué Uruguay tan raro será sin industria lechera. O sin industria textil, porque también podemos terminar como meros exportadores de lana sucia. Todo lo que deba pasar por la batalla de clases está destinado a fundirse. Por ese curso arriestamos parecernos algo más a la Venezuela actual, donde la lucha de clases pura y dura ha logrado el hambre masiva,excepto para la cúpula en el poder. Porque como explicó Orwell, en esos sistemas todos son iguales, pero unos son más iguales que otros. Esa Venezuela de la lucha de clsees aplicada que  ha dejado sin pagar millones y millones en lácteos y que el gobierno uruguayo secuestrado por los grupos devotos de la lucha de clases no se atreve a condenar con la claridad con que aquella Venezuela democrática en 1973 condenó a nuestra dictadura.

Esos uruguayos que se levantan de noche, todas las noches, sin protestar son la esperanza. Y los trabajadores que se levantan temprano y buscan construir una empresa mejor, agregar más valor, mejora por hacer las cosas mejor. En ese  espejo un día se mirarán los trabajadores y los productores. Esos gringos que padecieron las guerras y que saben que la sociedad no es algo absurdo como una lucha destructiva e inevitable de unos contra otros, son los que merecen un apoyo sagrado.

No aquellos que quieren generar aquí la miseria que los stalins, los lenins, los  maos, los maduros generaron donde ostentaron el poder. Algún día llegará la hora de los que quieren recorrer el camino que transitan Nueva Zelanda, Dinamarca, Holanda, agregar más y más valor, hacer mejores y mejores equipos de trabajo, soñar y realizar los quesos y yogures que nutran a los niños y hagan suspirar a los paladares más exigentes. 

Esos uruguayos que se levantan de noche, todas las noches, sin protestar son la esperanza. Y los trabajadores que se levantan temprano y buscan construir una empresa mejor, agregar más valor, mejora por hacer las cosas mejor.

Los ciudadanos todos que un día se levantan y ante el incesante hostigamiento a que está sometida Conaprole, y ante el ya escandaloso derrumbe de la industria lechera digan basta son los que permiten abrigar alguna esperanza de que este derrumbe incesante, un día termine y la estrategia para sobrevivir de las empresas deje de ser contratar lo menos posible. 

Demorará en notarse lo ridículo de las ideas que están derrumbando a la industria láctea. Mientras tal vez  pasaremos por este Maracaná a la inversa por el que teniendo todo para exportarle a Brasil, mejor genética, clima, conocimiento, pasamos a ser importadores de leche. De esa película de terror esta semana tuvimos un pequeño anticipo, 300 mil litros de leche que los brasileños produjeron con energía más barata y sin conflicto están próximamente en la góndola de su barrio. La lucha de clases puede hacerlo. Dicen los que  pararon el país que en esta semana la lucha de clases en Uruguay tuvo otra jornada de gloria. Festeja Parmalat Brasil.

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