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Leonardo Sbaraglia: el actor fuera del trance

El argentino habla sobre la vuelta de la serie de HBO El hipnotizador, su inquietud por nuevas fronteras actorales y su reciente trabajo en el cine
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29 de octubre de 2017 a las 05:00
Leonardo Sbaraglia se quedó sin yerba. Tiene pero no es uruguaya, la que le gusta. En medio de un día repleto de entrevistas, con la cara cansada y el pelo entrecano y un poco revuelto, Sbaraglia habla entre mate y mate con una disposición que no demuestra lo largo que ha sido el día para él. De a ratos su mirada se queda un poco colgada, casi hipnotizada por la cadencia del tránsito que pasa por fuera del hotel de Puerto Madero, donde las preguntas de los periodistas se le acumularon durante horas. El mate con yerba prestada y el tabaco que descansa en su mano derecha son un remanso en el medio del trance, en el que se volvió a meter para hablar de la serie El hipnotizador.

Después de un par de años con varios estrenos que lo tuvieron como protagonista –Nieve negra y El otro hermano, por ejemplo–, el actor argentino vuelve a la pantalla chica con la segunda temporada de El hipnotizador. La ficción de HBO se estrenó en 2015 y fue rodada en Uruguay. En la serie, Sbaraglia interpreta a Natalio Arenas, un hipnotizador que en la primera temporada debió lidiar con el insomnio, la pérdida y un rival en igualdad de condiciones. El primer episodio de la segunda etapa se estrena este domingo a las 23 horas.

La serie es, en su concepción original, una adaptación de la historieta homónima creada por el escritor argentino Pablo De Santis y el dibujante Juan Sáenz Valiente, pero en esta nueva entrega pudo prescindir parcialmente de ese material original y comenzar a expandir su universo de forma más televisiva. Para eso, fue fundamental que la pluma de De Santis ahora no se dedicará a "adaptar" su obra, sino a crear sobre bases narrativas antes establecidas y pensadas para la pantalla chica.

"Hay muchas reglas en esta segunda temporada que nos dejaban más libres que en la primera. Ahora el personaje es otro, es un Arenas que se sacó un peso de encima. En la primera temporada era un hipnotizador hipnotizado, un personaje que estaba condenado a la falta de sueño. Ahora perdió ese velo y es como si le hubiesen puesto de nuevo el corazón, como si le hubiesen devuelto la humanidad", explica el actor.


La humanidad también tiene que ver con el dolor y su penitencia, temas en los que se ahonda en esta nueva entrega, que mantiene el tono surrealista, fantástico, con tintes de policial antológico. En la esta temporada, Arenas busca abandonar su rol como hipnotizador en un pequeño pueblo costero, pero el pasado vuelve para acecharlo de cerca. "Trabajamos sobre la idea del dolor, de la pérdida, si es posible extirparlo o si se debe convivir con él, recrearlo, evolucionarlo, construirlo, que te acompañe como parte de tu historia".

Para Sbaraglia el trabajo televisivo no es nuevo y su colaboración con HBO, tampoco. Además de su interpretación de Arenas en El hipnotizador, el actor participó en la serie que abrió la puerta a las producciones latinoamericanas de esa cadena: Epitafios.

Pese al atractivo de sumarse a una serie con los crecientes niveles de producción de la televisión actual, este tipo de proyectos pueden ahuyentar a actores con la agenda más apretada por el compromiso de filmar durante varios años de manera continua. Si bien Sbaraglia es uno de esos actores, no tuvo problemas en involucrarse en El hipnotizador por la característica puntual de su rodaje.

"En mi caso, este formato televisivo es muy posible. Ahora estuve haciendo una serie en España que duró cinco meses y medio de producción. El hipnotizador duró tres. Quizá en otros proyectos a los que te convoquen, como el teatro, inevitablemente tenés que estar un año haciéndolo, o en televisión convencional, y eso sí es más difícil. En cambio, en los últimos diez años de mi vida me he podido comprometer con este formato porque son experiencias muy acotadas, con tiempos muy determinados. Cuando te metés, sabés que tiene una duración determinada y se terminan", comenta.

Una de las características de El hipnotizador fue su multicultural producción. Durante el transcurrir de la serie el español se mezcla con el portugués, dándole un tinte surrealista propuesto por la dirección. Según Sbaraglia, en la primera entrega, esa fusión de idiomas fue la gran dificultad. Los orígenes distintos y las escuelas de interpretación diferente, hicieron que las metas creativas se vieran desunificadas. Sbaraglia aclara, sin embargo, que para esta nueva entrega el problema fue pulido y el trabajo se convirtió en un ejercicio en equipo que habilitó un código común.

Desde el punto de vista personal, su principal dificultad pasó por retomar las riendas de Arenas, al que había abandonado hace dos años. "Me agarró en un momento muy diferente de mi vida. Eso me llevó a tener que revisar las reglas, encontrar un nuevo punto de agarre para el personaje".

El inquieto

"¿La entrevista la seguimos acá afuera, no? Está lindo", dice el argentino, al darse cuenta de que el cigarrillo se apagó. La conversación deriva por fuera de El hipnotizador. Al hablar de su inquietud por nuevas fronteras y desafíos actorales, surge de inmediato El otro hermano y, claro, aparece el nombre de Adrián Caetano.

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La película, que se estrenó en marzo (y que se puede ver en Netflix), lo reunió con el director y guionista uruguayo y también con Daniel Hendler (que aparece en un rol secundario en El hipnotizador). En la película, Caetano despliega en pantalla una narrativa perturbadora, que a fuerza de violencia y morbo pueblerino pone a prueba al espectador y lo sumerge en una atmósfera turbia. Sbaraglia, que lleva su personaje de Duarte al límite, es otro de los grandes responsables de que esto suceda.

"Hay proyectos que sorprenden y te llevan a lugares inesperados. El otro hermano lo fue. Fue inesperado y arriesgado, y pude trabajar con un creador y un genio como Caetano. Siempre me interesa trabajar en proyectos que me saquen del lugar cómodo, decido hacer los personajes que me impliquen un desafío diferente, un guión que valga la pena ser contado y que me permita trabajar con un director que me acompañe en el salto al vacío, porque siempre hay un salto al vacío en cada cosa que haces. Y si tenés a un genio como Adrián Caetano, mucho mejor", asegura el actor.

El tiempo se termina, la tarde de prensa tiene que continuar. Sbaraglia enfila otra vez para el interior del hotel. Con el termo medio vacío, el mate un poco lavado y sin cigarros, el actor se despide mientras busca a su nuevo interpelador. "La yerba no era Canarias, pero estaba bastante bien al final, ¿no?".

Un mundo para explotar

Pablo De Santis ya tenía experiencia con la historieta cuando comenzó a escribir El hipnotizador para la revista argentina Fierro. Si bien comenzó como una publicación en entregas, la obra trascendió fronteras y se convirtió en un híbrido que encontró en la pantalla un lugar donde extender un universo que comprendía pocas páginas por semana.

"Uno va mudando los personajes de un mundo a otro. El mundo que uno imagina tiene sus reglas, pero también las tiene cada género. Por eso se expandió el material original", explicó De Santis a El Observador.

De Santis, prolífico escritor argentino que ya ha sido adaptado a la pantalla en otras ocasiones, contó que la propuesta de la adaptación de su obra llegó antes de que se publicara de manera completa en un solo tomo y que, de inmediato, lo consideró una buena idea.

"Me crié con la televisión de principios de 1970, que estaba llena de programas como La dimensión desconocida, que implicaban historias breves, fantásticas y de ciencia ficción, escritas por gigantes del género como Ray Bradbury, por ejemplo. Yo me imaginaba a El hipnotizador como una serie en la línea de estos viejos programas de televisión que me habían fascinado", dijo el autor y guionista de la serie.

En ese sentido, la libertad creativa para explorar nuevos mundos es la carta bajo la manga de la nueva temporada, al ser una entrega pensada directamente para la televisión. "Es un mundo que va creciendo, que se va poblando, volviéndose más complejo. Si bien partió desde la simpleza, el germen de la complejidad siempre estuvo latente en la obra", concluyó.

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