Las tumbas de Karl Marx (izquierda) y Adam Smith (derecha).

Opinión > ANÁLISIS - NELSON FERNÁNDEZ

Los hijos uruguayos de Adam Smith y Karl Marx

Un país que niega las recetas puras y sigue probando las fórmulas combinadas
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02 de septiembre de 2017 a las 05:00
Las personas viven y mueren, pero su pensamiento perdura y se transmite por generaciones. Con el cambio vertiginoso de una época en la que una noticia es superada por otra en apenas una hora de tiempo, cuesta imaginar cómo la elaboración de determinadas ideas puedan perdurar un siglo y medio para un caso, y hasta dos siglos y medio para otro.

En medio de una recorrida por el Reino Unido, me propuse acercarme al lugar del reposo final del padre del capitalismo y liberalismo y del padre del socialismo y comunismo.

La línea de subterráneo londinense "Victoria" con cambio a la "Northern", lleva hasta la estación "Archway", y tras un repecho pronunciado por la Highgate Hill se llega a la iglesia "St Josephs", que está enfrente a la entrada al coqueto Waterloo Park, por el que se va al Cementerio de Highgate. Tres libras cuesta la entrada y en un rincón norte está la tumba de Karl Marx (Tréveris, 1818-Londres, 1883), autor del "Manifiesto comunista" (1848) y "El capital" (1867).

La tumba, una lápida en la que se lee "los trabajadores de todos los pueblos unidos", y un gran busto de la imagen más conocida de Marx; algunas flores, un par de cartas, velas, una paz absoluta, y mucho verde alrededor. Es un lugar que combina el interés turístico con la adhesión militante de los socialistas de alma y corazón.

En tanto, en Edimburgo los caminos se confunden si uno se distrae, porque la atención sobre cementerio está en "Greyfriars" por la historia (o leyenda) de un perro fiel a un policía, y eso puede desviar al que pretende llegar a la tumba del ícono liberal. El camino correcto es por la "Royal Mile", la avenida principal del casco histórico de la capital escocesa, en bajada hacia el Palacio de Holyrood House, en el que la Reina de Inglaterra descansa una semana al año.

En el 153 de la Canongate (tramo final de la "milla real") está la Iglesia ​​Canongate, cerca del parlamento escocés: no es fácil ubicar en el pequeño cementerio que rodea a la iglesia, la tumba de Adam Smith (Kirkcaldy, 1723-Edimburgo 1790), autor de "Teoría de los sentimientos morales" (1759) y "La riqueza de las naciones" (1776).

La paz es de la soledad, una tumba aislada, enrejada, con una lápida que dice: "Aquí están depositados los restos de Adam Smith", y que destaca sus dos principales obras y su nacimiento y muerte.
Con poca distancia, las dos capitales de estos países miembros del Reino Unido, tienen las tumbas de los hombres que imaginaron el perfecto capitalismo y el perfecto socialismo.

Por un lado, Smith, que usó la metáfora de "la mano invisible" para explicar cómo el proceso de interacción de mercado lleva indirectamente al bienestar general de las sociedades. Por otro lado, Marx, que impulsó la "abolición de la apropiación privada sobre los medios de producción" para que estén en manos del proletariado y se pueda llegar a "una sociedad sin clases sociales".

Libertad para crear y acumular riqueza, mercado para que la competencia gane eficiencia y derive en la mejora general. O igualdad para que la riqueza se pueda crear sin explotadores ni explotados. Este año, el primer tomo de "El Capital" cumple 150 años. Cuando fue su centenario, los marxistas del mundo creían que sus ideas se imponían en el mundo y pronosticaban el fin del capitalismo.

Tras la caída de la URSS y todos los países del "socialismo real", los defensores del capitalismo celebraron el fin del socialismo. Pero en pleno siglo XXI el debate sigue. También en Uruguay.
¿A qué línea ideológica adhieren los legisladores uruguayos, que son los representantes del pueblo?

Una "radiografía parlamentaria" realizada por Nuevo Siglo TV a fin del año pasado mediante entrevistas personales a casi todos los legisladores (110 en 130), dio este resultado: 36,1% socialdemócrata, 32,4% socialista, 13,9% liberal, 6,5% socialcristiano, 6,5% comunista y el resto, casi 5%, sin definición.

A nivel de sectores políticos, los que van por sustituir el capitalismo por socialismo, son el Partido Comunista, el Movimiento de Participación Popular, una mitad del Partido Socialista, el PVP, el PST y otros grupos.

Y entre los que asumen el capitalismo como sistema, una parte significativa lo acepta pero atenuando con regulaciones fuertes (que quiebran la mano invisible) y con una presencia del Estado mayor al de regulador. Por algo los que se sienten liberales no llegan al 14%.

A dos siglos y medio de "la mano invisible" y a siglo y medio de "El capital", ¿qué ideas marcan el camino de los dirigentes políticos uruguayos?

Uruguay tiene poca chance de acercarse al socialismo puro, ya que ni con el viento a favor chavista de inicios de siglo, fue camino a esa meta. Pero tampoco se inclina a un liberalismo, de impulsos privados y competencia intensa, sino que deambula en un capitalismo amortiguado por un "sector público" que ocupa todos los espacios posibles, y reglas que acotan el espíritu emprendedor. También con políticas redistributivas de un brazo visible del Estado.

Tampoco se discute sobre esto, porque frente a socialistas orgullosos, hay liberales vergonzantes que prefieren callar para no ser tratados de "neoliberales" depredadores del bienestar social.

La batalla por el "electorado de centro" desfigura el debate ideológico, y el que teme ser señalado por una etiqueta impopular, prefiere presentarse como "pragmático", no con el sentido de escuela filosófica, sino como la adecuación a cada momento.

Las ideas de Marx y Smith se proyectan en el tiempo, y el Uruguay –sin debatirlo públicamente– igual se debate entre la disyuntiva de hacer el mejor capitalismo o caminar hacia el socialismo puro. Pero opta por deambular en una zona mixta.

La falta de audacia o apoyo, hacia una u otra fórmula, implica hacer las cosas a medias. Y eso sirve para amortiguar riesgos, pero deja gusto a poco.

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