Hay temas que de tanto uso parecen gastados, agotados, como si los ríos de tinta vertidos hicieran ya imposible escribir una sola línea más sobre ellos porque todo parece estar dicho. El imperio romano o el nazismo son dos ejemplos paradigmáticos de esa saturación que parece anular cualquier movimiento nuevo.
Pero en el arte, como en el ajedrez, siempre hay una jugada más posible, siempre hay espacio para la sorpresa y el asombro, como lo demuestra este libro sobresaliente de David Diop, un ilustre desconocido que en solo 156 páginas logra agregarle una vuelta de tuerca más a lo ya escrito sobre la primera guerra mundial, desde la mirada de un soldado senegalés que pelea contra los alemanes de ojos azules, defendiendo a la Francia colonialista.
A través de una prosa musical y valiente, que no duda en repetir frases para provocar una sensación de veracidad testimonial asombrosa, muy cerca de la oralidad, el autor presenta al personaje central de la novela, Alfa Ndiaye, un hombre que carga con la culpa de sobrevivir a la barbarie de la trincheras, mientras que su mejor amigo muere a su lado en el campo de batalla tras una atroz agonía.
David Diop es un ilustre desconocido que en solo 156 páginas logra agregarle una vuelta de tuerca más a lo ya escrito sobre la primera guerra mundial, desde la mirada de un soldado senegalés que pelea contra los alemanes de ojos azules, defendiendo a la Francia colonialista.
Pero el seguir vivo no es único peso que soporta el soldado, ya que lo que detona la historia es la vergüenza que siente por no haberlo matado el mismo, como le pide suplicante y reiteradamente el moribundo, que con el vientre abierto se desangra entre el dolor. Esa falta de valentía para rematarlo y ahorrarle el sufrimiento, es la piedra que cae en el agua y que comienza a generar círculos concéntricos cada vez más grandes, con los que la novela se expande y gana profundidad.
Porque Ndiaye se convierte a partir de allí en un ángel vengador, que se dedica en las noches más oscuras a arrastrarse hasta la trinchera enemiga, seleccionar a un soldado alemán, secuestrarlo, amordazarlo y tras abrirle la barriga y verlo morir desangrado, cortarle una mano que se lleva como trofeo cuando regresa a su regimiento.
Todo es notable: los asesinatos atroces y el júbilo inicial de la tropa cuando todos miran la primera mano amputada; y más tarde, cuando ya son muchas las extremidades recolectadas, el miedo al saberse compañeros de un loco, que para colmo de males nunca es herido, por lo tanto debe ser un demonio o un hechicero. Un hombre que ha cruzado esa delga línea que separa lo humano de lo inhumano.
Desterrado a la retaguardia por el comandante francés del regimiento cuando ya nadie se le acerca, la novela da un giro radical para retrotraerse al pasado, donde se explica la génesis de una amistad luminosa, donde además se describe con mucha sensibilidad un paraíso perdido en medio de África, no por las maravillas de la naturaleza, que no se nombran, sino por las reglas de convivencia y las tradiciones humanistas que en esa segunda parte se describen. Un edén que sorprende al lector, para el que, comúnmente, el continente negro es solo un infierno en la tierra, con o sin guerra.
Sorprende, en este sentido, el conjunto de reglas y costumbres que relata Diop, donde priman la solidaridad y el respeto entre los miembros de las distintas familias de su pueblo natal. También, la delicada visión del sexo y el amor que transmite cuando narra la primera aventura amorosa del protagonista antes de irse a la guerra.
El libro es, además de un relato harto elocuente de una experiencia límite, un profundo estudio psicológico sobre las relaciones humanas, sobre los celos, sobre el poder y sobre la dignidad, ejemplificada en la figura del padre del protagonista, un anciano que es puro corazón y sabiduría.
Hermanos del alma, ganadora del premio Goncourt des Lycéens, no es El corazón de las tinieblas de Conrad o Viaje al fin de la noche de Céline, pero se gana un lugar en cualquier biblioteca.
Hermanos del alma
De: David Diop
Editorial Anagrama
156 páginas
Precio: $ 1.100
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