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Maduro, su mejor carnaval y el hombre esquelético

Solo una cabeza perturbada puede creer que un país con una inusitada carestía puede disfrutar de Carnaval
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18 de febrero de 2018 a las 05:00
La actual época de la posverdad y de los "hechos alternativos" están muy asociadas a la figura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La primera de ellas, por la incidencia de Rusia en su llegada a la Casa Blanca; la segunda, por no tener empacho en remplazar argumentos basados en hechos por afirmaciones que no se pueden comprobar en defensa de ideas dominadas por estereotipos, prejuicios y discriminación, o intereses ocultos.

El extravagante Trump no es el único que parece vivir en un mundo paralelo. En América Latina, el mandatario venezolano Nicolás Maduro también se mueve en su propia galaxia. No con argumentos falaces sobre el cambio climático o los efectos negativos de los emigrantes, sino en presentar a un país que se cae a pedazos como si fuera un paraíso terrenal.

Esta semana, Maduro felicitó al país por los "mejores carnavales" de los últimos años y por dar, dijo, un "ejemplo de paz y alegría al mundo".

"¡Buenas noticias! Aunque algunas voces digan lo contrario, hemos tenido los mejores carnavales de los últimos años. Millones de familias dan ejemplo de paz y alegría al mundo. #CarnavalSeguroYEnPaz", publicó Maduro en su cuenta de Twitter.

Solo una cabeza perturbada puede creer que un país con una inusitada carestía, sin medicamentos ni atención médica, puede disfrutar de cuatro días de Carnaval.

Es por eso que una escultura de Julio Peraza, del pobre municipio de Pao de San Juan Bautista, del estado de Cojedes, que refleja la desgarradora tragedia de unos de los principales productores de petróleo del mundo, se transformó en un fenómeno viral en las redes sociales.

El domingo 11, el día previo al comienzo del Carnaval, Peraza situó en la acera de su casa una escultura en papeles reciclables que muestra a un hombre de extrema delgadez, solo vestido con un short deportivo de color gris, un par de sandalias y un deteriorado sombrero de ala ancha.

El personaje carga en su brazo y hombro izquierdo una caja alusiva a las bolsas de alimentos básicos subsidiados, que distribuye el Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), entre personas incluidas en un registro oficial; en la mano izquierda, lleva una yuca entera, un tubérculo que se consume como la papa.

En la base de madera de la obra, al lado del pie derecho del desgarbado, el artista ubicó una representación de una mitad de una auyama (zapallo).

Al hombre le saltan las costillas, y su barba en una cara chupada le da un aire de don Quijote, aunque no precisamente por decisión de la naturaleza o de Dios, sino por el azote del hambre.

"Voy a hacer un muerto de hambre, que represente la situación de lo que está pasando en el país y en este municipio que depende del Gobierno. La caja del CLAP representa la espera, así como la yuca y la auyama es lo que puede comer la gente por la falta de alimentos y el alto costo de los mismos", declaró Peraza cuando comenzó a realizar la obra de arte.

La figura de un hombre esquelético es lo que hoy mejor representa la severa crisis económica de esta nación caribeña y que, por otra parte, explica la dolorosa huida de venezolanos al ritmo de un país en guerra.

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