Magalí Fernández: “Hay que revertir la concepción del autismo como una desgracia”

Ella es maestra de niños “no convencionales”. Así los llama, porque es más justa esa manera de nombrarlos que decir que son niños con problemas. Son niños que leen el mundo distinto a la manada, que aprenden diferente, que se conmueven por otras cosas. Ella no eligió la profesión, fue la vocación que la llamó. “Siempre que había un niño con alguna dificultad me cambiaban de clase para que estuviera con él”, cuenta con la calma y la dulzura que la definen.  Cuando eso se tornó moneda corriente en su vida, decidió especializarse y puso el foco en los niños con Trastorno del Espectro Autista. Sobre los niños “con desafíos”, el TEA y lo que podemos hacer como adultos para conectar con estos niños conversamos un rato  y descubrimos que, a veces, estos pequeños llegan para ser nuestros maestros

¿Qué te atraía de esos niños “no convencionales”?

Siempre me generó como desafío que lo que tenía planificado para una clase, con ellos no funcionaba. Nunca fui buena planificando, y creo que eso de no tener plan para estos niños era lo que me atrapaba. Me quedaba fuera de hora con ellos, en el recreo, buscaba estrategias. Eran los que verdaderamente me planteaban desafíos como docente y como persona. Es más fácil seguir a la manada, lo que todos lo aprenden, cuando todo funciona. Muchas veces tuve niños que no sabían lo que tenían pero yo me daba cuenta que se salían de lo “común” y eran los que me atrapaban.

¿Cómo se tienden los puentes con esos niños distintos que a veces no hacen contacto visual o no se ríen?  ¿Cómo conectás?

Directo al corazón. No hay una manera. Creo que la conexión no pasa por lo que convencionalmente estamos acostumbrados. Muchas veces conectás haciendo lo que ellos hacen. Ellos se manifiestan de manera diferente, tienen una interpretación del mundo distinta y siempre pretendemos que vengan a nosotros y eso no resulta. Tenemos que ir nosotros a ellos. De repente, el niño se descalza y te descalzás, te mira y en ese momento lograste la conexión porque hiciste algo que nadie hace. O si un día entra aleteando, vos aleteás. Es bastante sui generis eso. Es como que tenés que poder leerlo y ver por qué vía podés entrar. La música es un canal impresionante.

Te especializaste en niños con Trastorno del Espectro Autista. ¿Todos los niños con TEA son distintos?

Si, pero tienen patrones comunes. Hay una tríada que los caracteriza. Tienen pocas habilidades sociales, un trastorno en la comunicación y, en general, intereses muy restringidos. Son expertos en algo que les gusta, en lo que se sienten seguros. Tienen muy poca capacidad para identificar emociones, entender al otro, el lenguaje no verbal. Es un trastorno del neurodesarrollo. No se sabe hoy cuáles son las causas. Hay un montón de indicadores que marcan que puede generar cierta predisposición, pero no se sabe con exactitud.

¿Qué tanto importa el trabajo con los padres/educadores de esos niños? ¿Cuáles serían las cosas “clave” que deberían no perder de vista como adultos?

Para mí es crucial ese trabajo. El papá/mamá es el principal terapeuta, el que está más tiempo con él, lo conoce más, y es el que tiene el poder sobre ese niño. Es el todopoderoso para ese nene. Desde esa concepción entiendo que al padre hay que empoderarlo, darle fuerza, porque a veces creen que tener un hijo con un desafío es una desgracia o un bajón y la verdad es que no. A veces eso nos pone a prueba como personas. Ese hijo depende de vos y de tu fortaleza para poder salir adelante. Hay que revertir la concepción del autismo como una desgracia. Es más, conozco personas que hasta cuestionan los diagnósticos porque son una sentencia y en realidad te tocó un hijo que recibe y procesa la información diferente y en la medida que aprendas a leerlo, podés ayudarlo.

Muchas veces siento que no es tan importante atender al chico sino a los padres. Buscan externamente la solución y en realidad está ahí. Buenos padres, con buenos abordajes, buenos apoyos, hacen que muchas veces sus hijos reviertan y mejoren.

A los padres nos preocupa que nuestros hijos aprendan a leer, escribir, todo en los tiempos “debidos”. ¿Cómo se convence a los padres de que a ese niño hay que llevarlo por otro lado para que aprenda?

Es lo más difícil. Los papás pasan por varias etapas. Primero negación. Luego búsqueda desenfrenada de estudios, de más información, tratan de no confirmar lo que dijeron. Hasta que aceptan. Cuando aceptás, podés empezar a actuar en consecuencia. Antes no, porque sos un buscador. Lo vemos mucho eso en los papás. Cuando aceptás empezás a entender que no son tan importantes las cosas a las que le damos importancia. ¿ Y si no lee, pero es un genio de la música? ¿Y si de adulto necesita leer notas musicales y no libros? Hay que resignificar. Estos niños vienen a romper los estándares nuestros. Soy una convencida. No tengo evidencia científica pero para mí son maestros.

Antes un niño de cada 1000 era diagnosticado con TEA. Ahora 1 de cada 60. ¿Qué pasó?

Yo creo que hoy se sabe más, que antes estaban encuadrados dentro de “retardos”, raros, discapacidades, otras etiquetas. Hoy es más específico, pero independientemente de eso hay una alta prevalencia. Hoy se estudia eso. Se está buscando qué cambió en estos años; si el uso de celulares, la alimentación o factores ambientales puedan influir.

¿Qué aprendiste tú con ellos?

Me enseñaron a mirar de otra manera, a hablar sin palabras, a escribir sin letras, a jugar, algo que me había olvidado de hacer. El juego en los niños con autismo es todo.  Estos niños te hacen ser más creativos que nunca, tenés que desplegar artilugios de todo tipo.

Podés leer más sobre estos temas en el blog Mamás Reales.