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Mitos y verdades de los edulcorantes

Si bien se tiende a pensar que son endulzantes sin calorías, la realidad es que se trata de todo aquello que dé sabor dulce, uno de los tantos conceptos errados sobre ellos
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19 de febrero de 2015 a las 17:11

Si bien se suele asociar la palabra edulcorante a un endulzante sin calorías, la palabra se refiere a todo aquello que agregue dulzor al alimento al que se aplique. Así lo aclaró la licenciada en nutrición Virginia Natero en entrevista con El Observador.

Una correcta clasificación de estos endulzantes podría ser entre los edulcorantes calóricos y los no calóricos. Los primeros comprenden aquellos productos que contienen sacarosa, glucosa, dextrosa, fructosa, miel, jarabe de maíz de alta fructosa, caramelo o azúcar invertido.

En cambio, los edulcorantes no calóricos son aquellos que, como indica su nombre, no contienen calorías. En esta categoría se incluyen los productos que contienen estevia (o stevia), taumatina, aspartamo, sucralosa, sacarina, acelsulfame K, ciclamato o neotame.

Solo basta mirar la etiqueta del producto a consumir para determinar en qué categoría se encuentra aquello que se está por agregar a una preparación.

Natero señaló que el producto que popularmente se entiende por edulcorante, o sea, el no calórico, tiene la capacidad de dar el sabor dulce con una intensidad mucho mayor que el mismísimo azúcar. “Para dar el mismo sabor que el azúcar con un edulcorante, se necesitan cantidades ínfimas de este último. Son entre 300 y 400 veces más dulces que el azúcar”, precisó la nutricionista.

Además de reducir la ingesta diaria de calorías, al elegir edulcorantes no calóricos se está ayudando a evitar el alza en la glicemia, fundamental para personas con diabetes, por ejemplo. Con esto se debe tener cuidado, debido a que aplica solo al edulcorante en sí. “Si el mismo se encuentra dentro de una galletita, la harina presente en la misma sí puede ayudar a que suba la glicemia”, explicó Natero.

Desde 2002 la recomendación de la Organización Mundial de la Salud es que el consumo de azúcares debe representar menos del 10% de la ingesta calórica total diaria. No obstante, el año pasado, la institución acotó que si el consumo se reduce a menos del 5% “se obtendrán beneficios adicionales”. Este porcentaje equivale a unos 25 gramos o seis cucharaditas de azúcar al día para un adulto con un índice de masa corporal normal.

Los usos

Natero explicó que no todos los edulcorantes no calóricos son iguales. “Existen los que tienen retrogusto (sentir el gusto de un alimento cuando pasa por la boca) y existen los que sirven más para cocinar”, detalló. En caso de querer utilizarlos en cocciones, dos buenas opciones son la stevia y la sucralosa que, además, mantienen un buen sabor. El resto de los edulcorantes no calóricos no resultan tan efectivos al momento de la cocción.

Al cocinar, debe tenerse en cuenta que la intensidad del dulzor de los edulcorantes no calóricos es mucho mayor que la del azúcar. En este sentido, si se quiere reemplazar el azúcar por un edulcorante no calórico se debe considerar cuál se va utilizar y buscar cuál es la medida de ese componente que equivale a la cantidad de azúcar que se precisa para la preparación.

Los mitos

Natero subrayó que, hasta el momento, no se ha descubierto que ningún edulcorante, además de dar sabor dulce, predisponga a efectos secundarios negativos.

Según la especialista, existen varios mitos que deben ser desmentidos respecto de los edulcorantes. Uno de ellos es el que dice que estos son cancerígenos. “Esto se debe a que, en algún momento, prohibieron algún edulcorante que sí lo era; entonces quedó esa idea” marcada en el imaginario colectivo, explicó. “Hoy no hay ningún edulcorante habilitado que esté en la lista de los alimentos que producen cáncer”, redundó.

Por otro lado, algunos estudios publicados recientemente demuestran que las personas que consumen edulcorantes no calóricos presentan más signos de sobrepeso. “En este sentido, hubo diferentes análisis del tema y una de las interpretaciones que se le dio al fenómeno es que las personas con sobrepeso son las que consumen más edulcorantes con el objetivo de adelgazar”, apuntó la especialista. “Es esperable que la población que consume edulcorantes pueda tener más peso que la que no consume”, agregó. Para Natero, es esencial que el consumidor esté informado acerca de los edulcorantes: “Es importante que el consumidor conozca estos componentes y, al comprar, comience a elegir de acuerdo a sus propios criterios y a lo que necesita, con solo mirar la etiqueta del producto”.

i bien se suele asociar la palabra edulcorante a un endulzante sin calorías, la palabra se refiere a todo aquello que agregue dulzor al alimento al que se aplique. Así lo aclaró la licenciada en nutrición Virginia Natero en entrevista con El Observador.
Una correcta clasificación de estos endulzantes podría ser entre los edulcorantes calóricos y los no calóricos. Los primeros comprenden aquellos productos que contienen sacarosa, glucosa, dextrosa, fructosa, miel, jarabe de maíz de alta fructosa, caramelo o azúcar invertido.
En cambio, los edulcorantes no calóricos son aquellos que, como indica su nombre, no contienen calorías. En esta categoría se incluyen los productos que contienen estevia o (stevia), taumatina, aspartamo, sucralosa, sacarina, acelsulfame K, ciclamato o neotame. Solo basta mirar la etiqueta del producto a consumir para determinar en qué categoría se encuentra aquello que se está por agregar a una preparación.
Natero señaló que el producto que popularmente se entiende por edulcorante, o sea, el no calórico, tiene la capacidad de dar el sabor dulce con una intensidad mucho mayor que el mismísimo azúcar. “Para dar el mismo sabor que el azúcar con un edulcorante, se necesitan cantidades ínfimas de este último. Son entre 300 y 400 veces más dulces que el azúcar”, precisó la nutricionista.
Además de reducir la ingesta diaria de calorías, al elegir edulcorantes no calóricos se está ayudando a evitar el alza en la glicemia, fundamental para personas con diabetes, por ejemplo. Con esto se debe tener cuidado, debido a que aplica solo al edulcorante en sí. “Si el mismo se encuentra dentro de una galletita, la harina presente en la misma sí puede ayudar a que suba la glicemia”, explicó Natero.
Desde 2002 la recomendación de la Organización Mundial de la Salud es que el consumo de azúcares debe representar menos del 10% de la ingesta calórica total diaria. No obstante, el año pasado, la institución acotó que si el consumo se reduce a menos del 5% “se obtendrán beneficios adicionales”. Este porcentaje equivale a unos 25 gramos o seis cucharaditas de azúcar al día para un adulto con un índice de masa corporal normal.
Los usos
Natero explicó que no todos los edulcorantes no calóricos son iguales. “Existen los que tienen retrogusto (sentir el gusto de un alimento cuando pasa por la boca) y existen los que sirven más para cocinar”, detalló. En caso de querer utilizarlos en cocciones, dos buenas opciones son la stevia y la sucralosa que, además, mantienen un buen sabor. El resto de los edulcorantes no calóricos no resultan tan efectivos al momento de la cocción.
Al cocinar, debe tenerse en cuenta que la intensidad del dulzor de los edulcorantes no calóricos es mucho mayor que la del azúcar. En este sentido, si se quiere reemplazar el azúcar por un edulcorante no calórico se debe considerar cuál se va utilizar y buscar cuál es la medida de ese componente que equivale a la cantidad de azúcar que se precisa para la preparación.
Los mitos
Natero subrayó que, hasta el momento, no se ha descubierto que ningún edulcorante, además de dar sabor dulce, predisponga a efectos secundarios negativos.
Según la especialista, existen varios mitos que deben ser desmentidos respecto de los edulcorantes. Uno de ellos es el que dice que estos son cancerígenos. “Esto se debe a que, en algún momento, prohibieron algún edulcorante que sí lo era; entonces quedó esa idea” marcada en el imaginario colectivo, explicó. “Hoy no hay ningún edulcorante habilitado que esté en la lista de los alimentos que producen cáncer”, redundó.
Por otro lado, algunos estudios publicados recientemente demuestran que las personas que consumen edulcorantes no calóricos presentan más signos de sobrepeso. “En este sentido, hubo diferentes análisis del tema y una de las interpretaciones que se le dio al fenómeno es que las personas con sobrepeso son las que consumen más edulcorantes con el objetivo de adelgazar”, apuntó la especialista. “Es esperable que la población que consume edulcorantes pueda tener más peso que la que no consume”, agregó. Para Natero, es esencial que el consumidor esté informado acerca de los edulcorantes: “Es importante que el consumidor conozca estos componentes y, al comprar, comience a elegir de acuerdo a sus propios criterios y a lo que necesita, con solo mirar la etiqueta del producto”. l

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