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Mujeres en la construcción: piden más cancha y cuchara

Solo 6% de los trabajadores del sector son mujeres y casi todas profesionales. Las que ponen las manos en la mezcla y levantan paredes, son contadas y buscan ser más
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01 de noviembre de 2020 a las 05:00

Son contadas, muy pocas, pero las hay. En un sector esencialmente masculino como la construcción, a veces sorprende alguna mujer recogiendo escombros, levantando una pared o manejando una grúa.

Casco en la cabeza y herramienta en mano, esas mujeres se han ganado un lugar en la industria a punta de esfuerzo, pico y pala; y muchas otras quieren entrar por desafiarse a sí mismas, porque es lo que saben hacer al aprender el oficio en sus familias, o  tentadas por una paga que está por encima del promedio del mercado.

De un total de 43 mil trabajadores en el sector, solo 2.500 son mujeres (6%) y de ellas, la gran mayoría son arquitectas, ingenieras, prevencionistas y administrativas. Solo 1% está en lo que se llama “la cancha”, es decir  en la producción de obra propiamente dicha, según cálculos del sector.

“Desde hace unos ocho años el tema género está presente en la industria en los convenios colectivos y consejos de salarios. Hay presencia de mujeres profesionales en el sector, pero también es  cierto que hay poca cantidad de personal obrero femenino; es algo que viene creciendo año tras año, lentamente”, dijo a El Observador Diego O´Neill, presidente Cámara de la Construcción de Uruguay (CCU).

Hace tres años la CCU firmó un convenio con la ONU para trabajar el tema del género en la industria, existe una Comisión de Género en el Sindicato Único de la Construcción y Anexos (Sunca) y en setiembre, por ejemplo, se firmó un convenio  que en su artículo 9 hace referencia a la comisión de trabajo para abordar el tema del desarrollo de políticas de género que “han sido materia de preocupación en la industria”. El texto establece que “las partes acuerdan continuar trabajando en una comisión bipartita que estudie, aborde y resuelva las dificultades que puedan surgir en la industria para la inclusión adecuada de estos temas, así como profundizar en líneas de acción”. 

Pero las iniciativas son insuficientes considerando lo difícil que es derribar barreras culturales que llevan a pensar que las mujeres no son “adecuadas” para las tareas duras y otros estigmas que la alejan de la posibilidad de ser contratadas.

También influye en alto grado que el sector pasó de tener 70 mil trabajadores en 2014 a 44 mil en 2018. “Han sido años de destrucción de puestos de trabajo. Por más voluntad de incorporación de la mujer, el contexto era de caída y fue quedando la gente más preparada, quedan los más antiguos, los más estables y capacitados en el contexto de recesión. Eso hace que se vaya incorporando menos gente, y pocas mujeres”, señaló O´Neill. 

En los convenios colectivos participa el Sunca, la CCU, la Asociación de Promotores Privados, la Guía de la Construcción y la Coordinadora de la Industria de la Construcción del Este (CICE). No existe ningún decreto o reglamento que fije beneficio o estímulo alguno para el empleador que contrate mujeres.

Sueldos son un incentivo 

Según la planilla de laudos vigentes a partir del 1° de junio de este año, un obrero mensual percibe entre los $ 57 mil y $ 75 mil por mes, dependiendo de la categoría. En el sector existe mucho personal jornalero y a destajo (para soldaduras, revoques, muros, tabiques, aplicados rústicos, colocación de pisos y zócalos, etc) y también son frecuentes las horas extras que alimentan el salario base.

Algunas referencias: un peón puede ganar mensualmente unos $ 40 mil, un medio oficial $ 45 mil y el oficial más de $ 50.mil, según sus categorías o grado de especialización (las cifras son referencias). Esos montos se van para arriba en otros cargos más altos en la escala, como capataces, jefes -o jefas- de obras y demás. 

Los sueldos de la industria son apetecibles, más aún para personas que tienen primaria completa y no mucha formación aparte. Como los sueldos,jornales y horas extras están establecidos por laudos, aplican para todos por igual –hombres y mujeres–, aunque, según la información recabada, es bastante frecuente que a las mujeres que están en la cancha les cuesta ascender y que les den otra categoría. 

Generalmente el oficio se aprende en el ejercicio laboral, aunque hay cursos cortos en el mercado, por ejemplo en el Fondo de Capacitación para Trabajadores y Empresarios de la Construcción (Focap).   

 

El sindicato

Algunas mujeres, en conversación con El Observador, coincidieron en que el Sunca tiene fuerza como sindicato, pero no tanto en lo que a temas de género se refiere y que además, está altamente politizado. “Recurrí a la comisión para que me ayudaran a conseguir trabajo, pero me di cuenta que si no militas para ellos, no te ayudan”, dijo una obrera.

También se dan casos de mujeres que entran al sindicato con la aspiración de conseguir trabajo, según manifestaron.

María José Almeida, referente de la Comisión de género de Sunca Maldonado, explicó que la entidad está integrada por 30 personas y que tienen la meta de “hacer más visible” a la mujer en la obra y apoyarla más.  “Queremos ir a las obras, hacer talleres, asambleas, defender a nuestras compañeras, unirnos. Estamos bastante divididas porque pertenecemos a distintas corrientes políticas, los hombres también están divididos”, comentó.

En Maldonado la corriente sindical Agustín Pedrosa estuvo en la dirección del Sunca por 15 años, hasta que la Lista 14.411 de Wilson Pililo Correa, a la que pertenece Almeida, obtuvo la mayoría de los votos en las elecciones de junio.

Almeida hace ocho años que trabaja en el sector construcción y hoy en día es instaladora eléctrica en JT de León & Cía. 

¡Dejalo, no podés, yo te ayudo!

Es claro que el trabajo en obra no es fácil para nadie. Basta pensar en las inclemencias del sol y del frío y en el peso de los materiales que con frecuencia hay que cargar y castigan al cuerpo. Las mujeres, además, se enfrentan a las resistencias del entorno.

“Cuando empecé a trabajar, mi jefe me dijo que fuera a la obra con casco blanco como si fuera arquitecta, para ser más aceptada. No nos querían, no nos tenían mucha fe. A veces piensan que somos disconformes, locas, que nos quejamos, que no podemos, pero hay compañeros hombres más jóvenes con las cabezas más abiertas. Con el tiempo te vas haciendo fuerte y empiezan a aceptarte”, contó Almeida.

Carolina Rodríguez (39 años, 6 hijos), oficial pintor en Soler Ingeniería y Construcción, actualmente a cargo del pañol (depósito de herramientas), relató: “Me metí en esto de atrevida, una pareja que tenía me llevó a unas changa con él, vi cómo pintaba, y después que aprendí, fui por las obras a pedir trabajo para mi. Era medio oficial pintor, pero como no me conocían, me dieron trabajo de peón”.

Rodríguez trabajó en unas siete empresas del rubro, siempre a término de obra. “La mujer en la construcción tiene que remar duro contra marea, no solo está el compañero que se desubica, sino el que te cree incapaz, el jefe que se piensa con autoridad, el que se hace el vivo, o la esposa celosa del jefe que, si no te quiere, él no te vuelve a llamar para otro proyecto”, resumió. No obstante aclara que muchas de estas situaciones se deban años atrás y que las nuevas generaciones de hombres aceptan más a la mujer con más naturalidad.

Todas concuerdan que actualmente se da más el compañerismo con los hombres, quienes les ofrecen ayuda y sus herramientas para que aprendan mejor el oficio. En otras palabras, el mercado está evolucionando favorablemente en ese sentido. Las nuevas tecnologías en obras también ayudan a la mujer en la medida en que muchas veces sustituyen la fuerza física.

Consultada sobre por qué quiere trabajar en un ambiente difícil como este rubro, Rodríguez respondió: “Me gusta demostrarme que puedo, ver hasta dónde puedo llegar, ahora estoy en un lugar donde todos son geniales”.

Según explicaron las entrevistadas, el ambiente laboral predominante es de respeto y no es frecuente el acoso sexual, salvo excepciones que son denunciadas en las propias empresas o, lamentablemente, quedan invisibilizadas porque las mujeres prefieren manejar la situación directamente y no la comunicarla por miedo a perder el trabajo.

La iniciativa de Stiler

La constructora Stiler lanzó el 19 de octubre (fecha de la industria) el programa Día de la Deconstrucción, que consiste en el fomento de la inserción de la mujer en la industria. El nombre “deconstrucción” alude a la posibilidad de transformar la realidad en busca de una mayor equidad de género, principalmente a nivel obrero.

“Desarrollamos un plan de oportunidades para aquellas mujeres con experiencia que quieran postularse a cargos de producción en Stiler, lo puedan hacer a través de nuestra web. No son becas ni subsidios. Para quienes quieran aprender, tenemos cursos de introducción que generamos junto con el Focac (Fondo de Capacitación de la Industria)”, explicó Marco Taranto, CEO de Stiler y directivo representante de Uruguay en la Federación Interamericana de la Industria de la Construcción (FIIC).

Leticia Fianza, jefa de Recursos Humanos de la compañía e impulsora de la iniciativa, comentó que el programa incluirá a los proveedores. “A la hora de contratar, vamos a priorizar a los que estén adheridos a las políticas de equidad de género, a los que tengan programas activos o mujeres en sus plantillas”, anunció.

En el acto de lanzamiento de Stiler, estuvo presente la primera dama Lorena Ponce De León, el ministro de Trabajo y Seguridad Social Pablo Mieres, el ministro de Desarrollo Social Pablo Bartol y representantes del Sunca.

 

Ante el 2021

Es de esperar que se abran nuevas oportunidades en próximas fechas, dado que la construcción ha recuperado los niveles de actividad de marzo 2020, antes de la pandemia. 

O´Neill planteó que “hay una cantidad de obras desparramadas en el pais, pero indudablemente UPM viene creciendo en ocupación”. Se estima que UPM llegará a unos 3 mil trabajadores a fin de año y que seguirá tomando ritmo para llegar a entre 5 mil y 6 mil trabajadores en 2021.

“Esperamos que el sector crezca en base a las plantas de celulosa y con todos los incentivos que el gobierno ha impulsado en materia de vivienda promovida y para las inversiones de gran dimensión económica, las mejoras en el decreto reglamentario para la Ley de Inversiones para la Comap. Son todas cosas que impulsan la inversión”, dijo O´Neill. 

Sin duda, en ese contexto, las mujeres tendrán chance –si la voluntad de la industria acompaña- de agarrar más la cuchara.  l

 

Otros casos atípicos de emprendedoras

Paola Raymondo es maquinista de excavadora, aprendió el oficio en las canteras de balastro de su padre, y desde hace unos cuatro años tiene una empresa propia que ofrece servicios de máquinas y camiones con zorra. Es un caso atípico ya que logró independizarse y montar su propio negocio con un socio, lo que no es común para una mujer en esta industria. “Me gusta estar con la excavadora, a veces manejo el camión. Mi padre me decía que esto era cosa de hombre, pero luego lo aceptó”, comentó. Sobre la posibilidad de contratar a otras mujeres en su compañía, dijo: “Me gustaría, pero no se encuentran”. 
Otro caso atípico es el de Fernanda Stiffano, con más de diez años en el mundo de la construcción desempeñando diferentes roles: desde ayudante técnica hasta jefa de obra. Hace un año fundó Constructivas, un emprendimiento que busca establecer nexos con mujeres interesadas en pertenecer a la construcción y en formar redes de apoyo. Hasta ahora la iniciativa funciona en las redes sociales.
 
 
 

 

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