Ante la expansión exponencial del coronavirus resulta prudente alinearse a la estrategia del gobierno y acatar las exhortaciones oficiales que parten de mesas de expertos y especialistas en la materia.
No es la hora de librepensadores que con el diario del lunes siempre van a encontrar una fórmula mágica para hacer lo que no se está haciendo, sugerir la vuelta de tuerca impensada y criticar las medidas adoptadas. No es la hora de eso.
Son tiempos de menos WhastApp y más sentido común. La humanidad llegó más lejos que cualquier otra especie por su forma de apoyarse y de construir sueños colectivos de superación hacia adelante. Es el momento para asumirnos como colectivo, todos en el mismo barco, con un mismo rumbo: superar la epidemia con la mejor cantidad de bajas.
Son tiempos para apoyar y respetar las recomendaciones de los gobernantes y solidarizarse con todos y cada uno de los uruguayos que lo necesiten. El presidente, su Consejo de Ministros, y las máximas autoridades del Ministerio de Salud Pública en línea con la Organización Mundial de la Salud (OMS), vienen acatando las recomendaciones hasta el último detalle, e incluso adelantándose a las mismas.
Estamos ante la mayor crisis sanitaria nacional y mundial del siglo XXI. Había sido advertida por científicos y expertos, pero los líderes de las grandes potencias prefirieron mirar para el costado y seguir invirtiendo en armamento bélico y continuar sus guerras interminables.
Es hora de hacerse cargo, enfrentar la epidemia, actuar con responsabilidad y solidaridad.
La hora más tremenda del impacto del virus en Uruguay aun no llegó. La dimensión del impacto en la salud existirá, el covid-19 tiene bajos índices de mortalidad, pero sus consecuencias en otros ámbitos son demoledores. Así lo demuestran los mercados, varios sectores como el turismo, el comercio y los trabajadores independientes. Habrá también impactos en la salud mental y en el gobierno que asumió hace poco y que ya deberá replantear sus metas y objetivos para el quinquenio.
Pese a todo, hay lugar para el optimismo. Para enfrentar a la pandemia los uruguayos tenemos que estar unidos, ser solidarios y apuntalar con acciones individuales y colectivas acciones de respeto al prójimo y a las normas. Las acciones tanto de la oposición han ido en ese sentido, lo que habla nuevamente muy bien de nuestro sistema político. La presencia del presidente del Frente Amplio (FA), Javier Miranda, en la Torre Ejecutiva fue un signo de enorme relevancia, que, pese a que no debería sorprender, hay que destacar. Lo mismo ocurre con la actitud del presidente del PIT-CNT, Fernando Pereyra.
En el océano de la globalización acelerada del siglo XXI Uruguay es una mojarra que nada entre tiburones hambrientos en medio de una tormenta inimaginable. La unión del país en todos los estamentos en estos tiempos de crisis sirve para blindarnos para poder sortear la tempestad y el hambre de los tiburones.
Ahora son tiempos de unidad, de comprensión, altruismo, solidaridad y respeto a las autoridades. Ya vendrán los tiempos de recomponer y volver a debatir entre nosotros. Ahora es tiempo de acatar y protegerse como individuos primero para así proteger a la comunidad.
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