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Nueva York pospandemia: éxodo, incertidumbre y criminalidad desbordada

La Gran Manzana, que fue epicentro mundial del coronavirus, teme volver a sus "malos viejos tiempos" de cuatro décadas atrás
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17 de agosto de 2020 a las 05:02

"Es una ciudad desolada. El coronavirus se llevó su energía, la dejó sin brillo. A donde vayas hay deterioro, muchos lugares cerrados porque quebraron o sus dueños decidieron irse. Sitios en mal estado, quizás como consecuencia de las protestas contra el racismo. Gente apilada en filas pidiendo alimentos y mendigos deambulando en la calle 42, en los alrededores de la terminal de autobuses".

Ana María Ramírez, la que habla, es periodista y lleva 27 años viviendo en Nueva York. Fue reportera de medios hispanos –en los años en que Rudy Giuliani terminaba su período de alcalde y llegaba Michael Bloomberg– y hoy, superado el confinamiento, añora la ciudad en la que desde muy joven soñó –y logró y disfrutó– vivir y teme que vuelva a ser la urbe compleja y peligrosa de su primera visita a Manhattan a principios de los años 80.

Un reportaje de la revista de verano de El País de Madrid confirma lo que Ramírez ha visto con sus propios ojos. “El panorama es desgarrador (...) colas de indigentes alineados frente a las cocinas de beneficencia aumentaron dramáticamente en los barrios más deprimidos. Es parte de un panorama presidido por el paro, los despedidos y las amenazas de desahucio”.

El artículo destaca que al dejar de percibirse en julio los 600 dólares de ayuda proporcionaba por el gobierno federal –que alcanzaba para cubrir los gastos muy básicos–, se disparó la incertidumbre de la población de menores recursos.

Ramírez vive en Astoria, un vecindario de Queens, que antes poblaron muchas familias de origen griego e italiano, que con el paso del tiempo se mezcló de rasgos asiáticos y árabes y también de muchos estadounidenses que cambiaron de residencia tras los ataques a las Torres Gemelas en setiembre de 2001, la anterior gran catástrofe de la ciudad, de la que, sin embargo, se recuperó.

En la comercial Steinway Street de Astoria hay vida. Llena de bares, cafés y restaurantes –de los mejores para comer en la ciudad–, la gente apura un verano de altas temperaturas, saliendo a las calles y parques, y tratando de olvidar esos días grises, dolorosos y tristes.

Diáspora

Muchos de la diáspora pospandemia son también gente que cambia de barrio, atraídos por una “supuesta rebaja en los precios del alquiler debido al incremento de los apartamentos vacíos”, apunta La Vanguardia.

Un informe de Douglas Elliman Real State y Miller Samuel Inc, citado por la agencia de noticias Bloomberg, indica que el número de apartamentos vacíos en alquiler se duplicó en el último año, hasta alcanzar una cifra récord en los 14 años que se registran esos datos.

La cantidad de apartamentos para alquiler es de 13.117 y, a la vez, cayó en 23% los contratos nuevos de arrendamientos. También hay una caída notoria en las tasas de alquiler, de 10%, la mayor en casi en una década.

Los propietarios que venden o la mayoría que alquila han tenido que ajustar precios y ofrecer incentivos: hasta casi dos meses de alquiler gratuito para atraer  nuevos inquilinos, según reporta El Diario de New York.

Pero los neoyorquinos que se fueron en marzo y abril, los meses más fuertes de la pandemia en la ciudad que se convirtió en el epicentro mundial de la crisis sanitaria, tardan en volver. Se esperaba su retorno en el verano por el reinicio de las clases, sin embargo los arrendamientos siguen congelados.

La Vanguardia cita al profesor de historia de la Universidad de Columbia Kenneth T. Jackson, ahora jubilado, quien admite que “centenares de miles se han ido”. “La cuestión, dice, es saber qué pasará en otoño. Nadie lo sabe todavía”, acota.

El virus, como reporta El País y como han constatado los servicios de las agencias noticiosas, se ha ensañado con inusitada violencia con los pobres, los negros y los latinos.

“A las primeras señales de peligro, casi medio millón de neoyorquinos pudientes se apresuró a quitarse de en medio, buscando refugio en sus mansiones de Long Island”, se lee en El País. Como resultado de ello, añade el medio, ciertas áreas de la ciudad, como Tribeca, Battery Park o Wall Street se convirtieron literalmente en zonas fantasma.

Violencia

Nueva York vivió entre los años setenta y principios de los noventa otro éxodo ciudadano. La ciudad estaba al borde de la bancarrota por su crisis financiera, la epidemia del crack y la violencia rampante, consigna el artículo de La Vanguardia de Barcelona. Pero la ciudad, sus gobernantes y sus pobladores, lograron superar esa situación y reducir de manera extraordinaria la criminalidad en el curso de las décadas siguientes.

Sin embargo, los datos de la criminalidad pospandemia despiertan los temores de un regreso que nadie desea.

Aunque siempre la violencia se incrementa en el verano, como anotan varios reportes, en este 2020 el aumento es excesivo “porque la pandemia y la fatiga del confinamiento han exacerbado los problemas socioeconómicos”, anota La Vanguardia de conversaciones con expertos.

El jefe de la policía, Dermot Shea, consultado por el diario catalán, avisa de que va a haber más balas y más sangre. “Nos llevará tiempo poner bajo control esta violencia”, reitera.

Hasta finales de julio, se reportó un incremento de los tiroteos en la ciudad de 73% con respecto al mismo período de 2019. Los homicidios, a su vez,  subieron 29%.

Un dato adicional de la policía de Nueva York (NYPD) señala que en los primeros seis meses de este año las solicitudes de licencias de armas aumentaron en un 90% (3.830 contra 2.012) con respecto a igual período del año anterior. Aunque las ventas de armas suelen incrementarse en los años electorales –para cubrirse ante eventuales restricciones– las de este 2020 parecen impulsados por la confluencia de varios factores: la recesión económica derivada del coronavirus, las protestas contra el racismo que se desataron luego del asesinato de George Floyd y la reducción de la financiación policial.

El presidente Donald Trump, en campaña por la reelección, ha dirigido su ataque contra el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio. 

"Lo que está sucediendo en Nueva York es tan horrible para nuestro país. Lo que han hecho, lo que el alcalde de Blasio le ha hecho a esa ciudad en un  corto período de tiempo es horrible", comentó días atrás.

De Blasio ha negado que la ciudad esté en camino a volver a aquellos "viejos malos tiempos", de cuarenta años atrás, y ha apuntado su explicación del rebrote de la violencia hacia el sistema judicial, cuyo funcionamiento se ha paralizado en medio de la pandemia. Se avizora, sin embargo, que la disputa por la explicación y comprensión de lo que ocurre en Nueva York puede ser un tema de la atípica confrontación electoral de 2020.

Jackson, el profesor citado por La Vanguardia, conserva, a pesar de todo el optimismo, y rescata el carácter de Nueva York, como ciudad donde la gente no se siente extraña: “Nueva York es un experimento para acoger gente del mundo entero en un área delimitada y que no estalle. Pakistaníes e Indios, que allá se odian, aquí enterraron el hacha y comparten vida en Queens”.

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