El articulista dice: «Ratzinger participó en la II Guerra Mundial, en los servicios antiaéreos alemanes. Su "pasado nazi" propició numerosas críticas cuando fue elegido papa, pero el propio Ratzinger admitió en su biografía que era "un gesto habitual de su generación"».
Sólo con mala fe se puede reprochar a Joseph Ratzinger un «pasado nazi». La verdad es que Ratzinger no tuvo ningún pasado nazi, con o sin comillas. Él y toda su familia, como buenos católicos, fueron decididamente antinazis. Joseph ingresó a un seminario menor en 1939, para comenzar a prepararse para el sacerdocio. Pese a ello, fue obligado por las normas del momento a ingresar en 1941 (a los 14 años) a las Juventudes Hitlerianas, pero después de asistir a unas pocas reuniones obtuvo un permiso para dejar de asistir. En 1943 (a los 16 años) fue reclutado, también de modo forzado, por el Ejército, donde nunca entró en combate. Desempeñó varias tareas poco importantes antes de desertar en 1945. Como declaró a su biógrafo Peter Seewald: «El Führer sacó poco provecho de mí».
El articulista presenta a Benedicto XVI como «un brillante teólogo ultraconservador y poco popular para las multitudes».
Lo de «ultraconservador» no tiene sentido: ante todo porque la primera tarea del Papa y de los Obispos es conservar el depósito de la fe; pero además porque durante el Concilio Vaticano II Ratzinger formó parte del ala progresista de la Iglesia, junto con Rahner, Schillebeeckx, Küng, Congar y muchos otros teólogos famosos. Años después se apartó de ellos, pero lo explicó así: «Yo no cambié; cambiaron ellos», al volverse cada vez más radicales. Nadie que conozca la obra teológica de Ratzinger puede definirlo como «ultraconservador», salvo que ese término se aplique a todos los católicos ortodoxos, para desacreditarlos.
En cuanto al segundo punto, se podrían brindar numerosos contraejemplos. Baste mencionar la Jornada Mundial de la Juventud de 2011 en Madrid, cuando más de un millón de jóvenes católicos adoraron en silencio a Jesucristo bajo una fuerte lluvia, junto con el Papa Benedicto XVI, en un momento de profunda comunión y alegría.
El articulista dice: «Solo y debilitado física y psicológicamente, el pontífice dejó el papado en 2013 por su incapacidad para afrontar una renovación y depuración del Vaticano que se propuso al asumir».
Benedicto XVI nunca estuvo solo y no renunció porque sintiera que había fracasado, sino porque se sintió sin las fuerzas necesarias para seguir desempeñando eficazmente el ministerio petrino. El texto de su renuncia es claro al respecto.
El articulista insiste en pintar a Benedicto XVI como un Papa fracasado, y de paso calumnia a Juan Pablo II y tergiversa el rol histórico de Francisco, diciendo: «Benedicto XVI pasará a la historia por sus intentos, sinceros pero fallidos, de limpiar la Iglesia. En ese contexto hay que situar, por ejemplo, su petición de perdón a las víctimas de los curas pederastas (escándalo que su predecesor Juan Pablo II intentó ocultar), y su marcha para que un papa más joven, el actual pontífice, Francisco, levantara la alfombra en el Vaticano.»
Por el contrario, Benedicto XVI se distinguió por la firmeza y justicia con que afrontó las denuncias de abusos sexuales a menores de parte de sacerdotes. En los ocho años de su pontificado expulsó del estado clerical a más de 500 sacerdotes abusadores, tras lo cual la magnitud numérica del problema se redujo. Pero además su combate enérgico contra esa lacra comenzó durante el pontificado de Juan Pablo II, quien encomendó a Ratzinger esa difícil tarea precisamente porque sabía que la iba a desempeñar con rectitud y eficacia. Así que, en líneas generales, Francisco no tuvo que levantar ninguna alfombra en el Vaticano, sino sólo proseguir una tarea bien encaminada por sus dos predecesores inmediatos.
El articulista dice: «La investigación del caso [Vatileaks], realizada por tres cardenales, ha revelado la existencia de relaciones homosexuales, luchas de poder y malversaciones económicas en el Vaticano.» Sin embargo, el informe de los Cardenales De Giorgi, Herranz y Tomko, entregado por Benedicto XVI a Francisco cuando éste lo sucedió, nunca fue divulgado, de modo que solo se puede especular sobre su contenido.
Muchos otros detalles muestran el desconocimiento del articulista sobre su tema. Comentaré cuatro más. El articulista escribió:
Daniel Iglesias Grèzes
Montevideo, 1° de enero de 2023.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá