Por Carolina Anastasiadis
Fran acaba de cumplir 6. Y además de su desfachatez, típica de hija menor a quien ya no le exigimos tanto, es la niña de los ojos azules. Al año y medio tuvo su primer control oftalmológico y desde ahí la recomendación fue clara: que esta niña use lentes de sol y que no sean de juguete.
Para mi sorpresa, encontrar lentes de sol de niño en ópticas no fue tan difícil como idear una estrategia para que no se los quitara cada cinco minutos en la playa. Pero con el tiempo lo logramos y confieso que aún en invierno, si hay un rayito de sol, ella sale con sus lentes. Los ama.
Al igual que cuidamos la piel de los rayos del sol, los ojos son órganos fundamentales que sufren daños irreversibles si quedan muy expuestos. Hay enfermedades como la maculopatía, que se relaciona con la exposición prolongada a los rayos UV y se da por acumulación. En la infancia no lo notamos, pero esos niños sin protección adecuada de su vista durante la niñez son candidatos a usar lentes de receta de adultos.
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