Macri se recupera en las encuestas mientras que Alberto sufre el impacto por violar la cuarentena.

Economía y Empresas > REPUNTE INESPERADO DEL MERCADO

Otra paradoja argentina: suben bonos y acciones porque el gobierno empeora en las encuestas

Los bancos de inversión creen que un mal resultado electoral forzará al peronismo a negociar reformas con la oposición y el FMI; hay una recuperación acelerada en las cotizaciones
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29 de agosto de 2021 a las 05:05

El gobierno argentino está viviendo una situación paradójica: el empeoramiento de sus chances electorales está permitiendo una mejora en su situación financiera. Ocurre que, ante las nuevas encuestas en las que se nota un emparejamiento ante los próximos comicios legislativos -e incluso con algunos sondeos que marcan una victoria opositora-, los bancos de inversión empezaron a comprar títulos argentinos, con la expectativa de que sobrevenga una etapa de reformas.

Se evidenció en los últimos días, con el rally de los bonos soberanos y las acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street, que tuvieron un fuerte impulso. En algunos casos, estos títulos recibieron un empuje de hasta 7% diario.

Esto implicó un drástico giro respecto de la actitud que los inversores internacionales tenían respecto del país en los últimos tiempos.

Hasta hace poco más de un mes, con un nivel de riesgo país en torno de 1.600 puntos básicos, regulaciones en alza, rumores de devaluación y una rebaja de categoría en el ranking que siguen los inversores, los papeles argentinos habían caído a niveles mínimos. De hecho, los nuevos bonos emitidos con el canje de la deuda del año pasado, habían caído por debajo de 40% de su valor nominal.

Esto, por un lado, generaba el interés de los fondos de inversión más afines con el riesgo, que veían un “sobrecastigo” y confiaban en que, tarde o temprano, debería haber una suba. Pero lo que no ayudaba era el ambiente político. Cristina Kirchner había avalado la postura de que la ayuda recibida del Fondo Monetario Internacional por su ampliación de capital no debería ir a reforzar las reservas sino a financiar planes de ayuda social y a más gasto público para estimular el crecimiento económico.

Los senadores oficialistas llegaron a emitir una declaración al respecto, lo cual había generado rumores sobre la renuncia del ministro de economía, Martín Guzmán, por falta de respaldo político.

Para colmo, las negociaciones con el FMI para refinanciar la deuda por US$ 44.000 millones parecían empantanarse, y se hacía evidente que el peronismo prefería posponer un acuerdo para después de las elecciones.

Ingreso de dólares y un cambio de humor

Sin embargo, hubo una sucesión de hechos que cambiaron el humor de los mercados. La primera la dio la propia Cristina, quien en un acto público, al presentar los candidatos para las elecciones legislativas, se resignó a que, dada la situación de endeudamiento del país, la cuota de US$ 4.340 millones que le toca a Argentina en el reparto de DEGs del Fondo Monetario irán a engrosar las reservas.

Esto implicaba reconocer que, así como entraron, casi la mitad de esos dólares volverán a salir en el corto plazo. Entre el vencimiento de septiembre y otro de diciembre, hay que pagar unos US$ 3.700 millones, mientras que en el verano vencerá una cuota pendiente con el Club de París, además de otras obligaciones por US$ 730 millones.

Fue un gesto de realismo financiero que el mercado premió con una suba de los bonos soberanos. Pero el gran impulso llegó luego del ingreso efectivo de los DEGs, que reforzaron transitoriamente la posición del Banco Central y lo deja con mayor margen de acción para evitar una turbulencia financiera en el período electoral.

Muchos se sorprendieron en el mercado: si bien los títulos y acciones argentinas estaban subvaluadas, la gran reacción a la suba -y la caída del índice de riesgo país al entorno de 1.540 puntos- lucía algo exagerado.

Algunos buscaron la explicación en los avances de las negociaciones con el Fondo Monetario. Las versiones del mercado es que ya hay prácticamente cerrado un acuerdo para firmar tras las elecciones. El gobierno aseguraría un apego al equilibrio fiscal, como hizo en la primera mitad del año, cuando redujo el déficit a sólo 0,5% del PIB, sobre la base de un ingreso extraordinario por los precios internacionales de la soja, y un recorte en jubilaciones y salarios estatales.

El FMI no aceptaría la pretensión argentina de estirar el cronograma de pagos a 20 años y mantendría el tope de 10, como está estipulado en los “acuerdos de facilidades extendidas”, pero en compensación sí se avendría a una sustancial reducción en la tasa de interés. Argentina sigue peleando la posibilidad de cuatro años de gracia.

El ministro Guzman da por cerrado el acuerdo con el FMI.

El ministro Guzmán, que levantó el perfil y está hablando casi todos los días en actos de campaña, en eventos con industriales y también con inversores externos, da a entender que el acuerdo está prácticamente cerrado.

El efecto electoral

Pero aun así, los expertos de la city porteña afirman que el verdadero motivo para el repunte de los títulos argentinos no debe buscarse en el frente financiero sino en el político.

Concretamente, lo que están diciendo grandes bancos de inversión estadounidenses -como el Morgan Stanley y el Citi- es que este mayor interés de los inversores por poner su dinero en activos argentinos está ligado a las encuestas que dan un triunfo de la oposición en las próximas elecciones legislativas. Después de todo, afirman, nadie tiene demasiadas expectativas en que un acuerdo con el FMI implique reformas económicas profundas en el país.

“El mercado ya asume que el programa del FMI sucederá después de las elecciones. Además, nuestra opinión sigue siendo que incluso con un programa, seguiría habiendo enormes desafíos macroeconómicos, por lo que simplemente conseguir que un programa del FMI se ponga en marcha no ayudará lo suficiente. En este punto, por lo tanto, es poco probable que el acuerdo con el FMI impulse mucho los precios”, advierte Morgan Stanley. 

En cambio, un resultado electoral adverso al gobierno podrá cambiar la correlación de fuerzas en el Congreso y generará una expectativa de un cambio de rumbo político con vistas a las presidenciales de 2023.

El reporte del banco de inversión lo expresa así: “Las recientes cifras muestran que la confianza en el gobierno vuelve a caer después de un breve repunte en mayo y las calificaciones de desaprobación del presidente alcanzaron niveles récord en agosto. Esto significa que ahora puede haber mayores impactos en los precios de los bonos en torno a las elecciones”.

Lo cierto es que, cuando se mide la intención de voto, aparecen cifras impensadas hasta hace poco tiempo y que preocupan al gobierno. Por ejemplo, el sondeo de Synopsis que marca que, a nivel nacional, la coalición Juntos ya supera al oficialismo por cuatro puntos. E incluso en la crucial provincia de Buenos Aires, encuestas como la de Observatorio Electoral Consultores, marca a Juntos ganando “de visitante” por 40% a 36%.

¿Cómo se explica esto? Lucas Romero, director de Synopsis, advierte que el principal argumento político del peronismo está encontrando problemas para “prender” en el electorado. Así, sólo un 24% coincide en culpar a la gestión de Macri, mientras un 45% cree que la responsabilidad es del gobierno actual y un 29% dice que ambos sectores políticos son responsables por igual.

Más sorprendente aun, se observa una recuperación en la imagen de Mauricio Macri. Hay algunos sondeos que marcan que la percepción pública sobre el expresidente ganó 10 puntos en un mes mientras cae la imagen negativa, en tanto que Alberto Fernández y Cristina Kirchner sufren el fenómeno inverso. De hecho, el presidente perforó el “piso de 25% y está en su peor momento luego del escándalo por la reunión de cumpleaños en la residencia de Olivos, que violó el decreto de la cuarentena.

Macri contraataca

En contra de la opinión de los consultores, Macri decidió salir a dar la pelea retórica ante las acusaciones sobre el endeudamiento del país ocurrido durante su gestión, el tema favorito del kirchnerismo.

Con la ayuda de economistas como Guido Sandleris y Hernán Lacunza -que ocuparon en el final de su mandato, respectivamente, la presidencia del Banco Central y el ministerio de Economía- inició una “guerra de gráficos” con Cristina, que exhibía hojas en las que mostraba cómo el endeudamiento había sido bajo antes y después de la gestión macrista.

Pero Macri argumentó que la supuesta caída del endeudamiento que muestra el kirchnerismo -no medida en dólares, sino en términos de PIB- obedece a la distorsión generada por el retraso cambiario. Pero que, en términos reales, el endeudamiento había sido alto en el segundo mandato de Cristina y en el arranque de Alberto Fernández. Y que, además, si él se endeudó fue para pagar la herencia de la bomba fiscal heredada.

Naturalmente, no es que el grueso de la opinión pública argentina esté siguiendo de cerca semejantes argumentaciones técnicas. Pero la sensación que dejó Macri es la de su voluntad de retomar el liderazgo opositor cuando muchos lo daban por jubilado de la política.

En tanto, el gobierno se vio perjudicado, tanto por las revelaciones que afectan a Alberto Fernández como por el retraso en la campaña vacunatoria. Y, para colmo, los movimientos piqueteros, que mantenían una alianza con el gobierno, están volcándose masivamente a la calle en reclamo de una mayor asistencia económica estatal.

De manera que ese cambio en la expectativa electoral fue lo que ayudó indirectamente al gobierno, al revalorizar bonos y acciones. Sin embargo, no todos opinan igual respecto de qué ocurriría ante una eventual derrota oficialista en las legislativas: mientras algunos opinan que el peronismo no tendrá otra salida que moderar sus iniciativas más radicales, otros recuerdan los dos años finales del gobierno de Cristina Kirchner, en los que llevó al extremo algunas de sus posturas más criticadas.

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