En la provincia de Ontario y con el río Ottawa oficiando de frontera entre dicha provincia y la afrancesada Quebec, esta ciudad fue elegida por la Reina Victoria en 1857 para ser la capital del país, por su neutralidad respecto a las comunidades inglesas y francesas que habitan el territorio, y su ubicación para controlar una eventual invasión de Estados Unidos. Su curioso nombre proviene de los algonquinos, los pueblos originarios que habitaban el área previa a la llegada de los europeos.
Canadá es un destino que año a año atrae cada vez más turistas, deseosos por conocer los puntos más populares como Toronto, Montreal, Vancouver y las Cataratas del Niágara. Uno de los países más extensos del mundo, tiene mucho para ofrecer y descubrir, y Ottawa la ciudad que alberga el parlamento, es un muy buen punto por donde empezar.
Edificio majestuoso y emblemático de la capital política si los hay es el Parlamento. De arquitectura gótica y con claros guiños al Big Ben londinense, el entorno en el que se encuentra físicamente también hace su aporte: las leyes en Canadá se votan desde lo alto de una colina mirando al río Ottawa. Se pueden realizar visitas guiadas gratuitas que incluyen la cámara de los commons y la de senadores. También se pueden observar los cambios de guardia (en las mañanas de junio a agosto) y admirar la riqueza arquitectónica del edificio. El ticket de ingreso se obtiene en el mismo parlamento, y es recomendable intentarlo temprano en la mañana porque los cupos son limitados (según indica el sitio oficial de Turismo, a partir de noviembre de 2019 se podrá realizar la reserva online). Otro dato peculiar es que, de mayo a agosto, los miércoles al mediodía, cientos de yoguis se dan cita en la colina del parlamento, a la que se puede unir cualquier persona para relajarse en un entorno incomparable.
En el mismo sentido de patrimonio histórico y cultural, se encuentra la National Gallery que, por sus más de 40 mil obras de arte, es el acervo más importante del país. Otro de los puntos interesantes es la Catedral de Notre Dame. De estilo neogótico, es un bello monumento arquitectónico, con galerías y altísimos arcos, una de las iglesias más antiguas de Ottawa.
La primavera del norte es una estación ideal para visitar Ottawa, ya que sus habitantes reciben las temperaturas más benevolentes con festivales y actividades outdoor, como el de los tulipanes en mayo, en el que, en variadas locaciones como Lansdowne o Commissioners Park, se puede disfrutar de bandas en vivo, shows y deleitar los sentidos con esta hermosa flor caminando.
Uno de los parques preferidos por los locales es el Major’s Hill Park, con hermosas vistas al parlamento. Y en cuanto a bellos paisajes y miradores, otro de los preferidos es el de Nepean Point (detrás de la National Gallery), desde donde se tienen unas vistas maravillosas de Parliament Hill, del río Ottawa y de toda la ciudad. Otro de los atractivos –y preferido de los niños, dato a tener en cuenta cuando se viaja con ellos- es el Museo del Espacio y la Aviación de Canadá. Es un hangar hecho museo y posee un enorme acervo histórico de flotas aéreas civiles y militares. Durante la primavera y el verano se puede realizar un tour en biplanos o en helicóptero, toda una aventura. Otra opción que suele gustar a los más jóvenes , es el Museo de Historia de Canadá. Con sala interactiva y tecnología, este museo incursiona en los pueblos originarios, en los tiempos en los que se creó el país que es hoy. Como algo no menor, el museo se encuentra en un entorno y con vistas inigualables (algo que en esta ciudad es un común denominador). Además de arquitectura, paisaje e historia, Ottawa cuenta con opciones urbanas muy a tener en cuenta, como el Byward Market; lugar donde despuntar los deseos gastronómicos multiétnicos y de todas partes del mundo. Si bien el epicentro está en el mercado, la zona es animada y en sus alrededores se pueden visitar diferentes restaurantes, pubs y negocios. Las calles Sparks y Elgin son peatonales y también buenas opciones para visitar tiendas, bares y restaurantes. Otro clásico de Ottawa es el Casino du Lac-Lemy, un lugar de ocio y esparcimiento que visitan no solo los que gustan de lo lúdico sino también por sus servicios gastronómicos en un entorno de gran belleza.
Se construyó en 1832, como salida marítima alternativa por temor a la invasión de los Estados Unidos. Si ya se visitaron las cataratas del Niágara tal vez no ejerzan una gran impresión, pero Ottawa tiene sus propias cataratas, y se llaman también Rideau: las Rideau Falls. También con este nombre se conoce la residencia del Gobernador, la máxima autoridad del país, después de la reina Isabel.
El Rideau Hall se encuentra a media hora del centro de la ciudad y es un bello edificio del siglo XIX que vale la pena conocer. Rideau incluye, además, un centro comercial, el Rideau Centre, con grandes tiendas y buenas opciones gastronómicas.
Un clásico desde hace más de dos décadas es descubrir el costado misterioso de la ciudad en un recorrido a pie por diferentes puntos de la “Ottawa encantada”. Existen varias opciones, la original que lleva dos décadas de trayectoria es la llamada The Original Haunted Walk, realizada por artistas locales, para introducirse en la otra cara de la ciudad, con historias espeluznantes y una atmósfera completamente diferente a la del resto del recorrido.
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