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Pablo Casacuberta: "Clemente Estable era una especie de Carl Sagan local"

El artista, escritor y cineasta presenta Clemente, los aprendizajes de un maestro, un documental que explora y recupera la figura de Clemente Estable
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12 de julio de 2018 a las 05:10
¿De quién habla Pablo Casacuberta? Desde Gen, el espacio donde hace dos años busca unir ciencia y arte en el borde del Barrio Sur, Casacuberta enumera cualidades que bien podrían formar parte de una descripción de su figura: un hombre multidisciplinario, dedicado a indagar en el diálogo entre la investigación científica y la creación cultural, interesado e involucrado en el desarrollo de la educación de su país. Pero él –49 años, cineasta, escritor, artista plástico– está describiendo a Clemente Estable. Se vislumbra la admiración. ¿La explicita? No, pero queda claro con el énfasis con el que habla y con su realización más reciente.

Clemente, los aprendizajes de un maestro indaga en la figura de uno de los máximos investigadores que dio el Uruguay, un hombre que, según Casacuberta, estableció fronteras del pensamiento adelantadas para su época y que aún debería seguir vigente en la discusión por la educación. A poco más de 90 años de la inauguración del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable –un centro de referencia en el continente– el documental llega para rescatar las ideas de alguien que puso a la investigación científica uruguaya en el mapa mundial.

¿Cómo aparece la idea de rescatar la figura de Clemente Estable con un documental?

Siempre estuvimos (con la producción) interesados en fomentar un dialogo interdisciplinario entre la ciencia y las distintas formas del conocimiento en la sociedad. Al mismo tiempo hemos luchado siempre porque haya una mirada sobre la identidad que sea más amplia en el sentido patrimonial. Es decir, que no se mida nuestra identidad solamente como el conjunto de nuestras tradiciones o nuestra historia, sino también las contribuciones al conocimiento reciente. Y Uruguay tiene una historia científica muy heroica, con muchísimas contribuciones. Dentro de ese panorama histórico, Clemente Estable era un personaje increíblemente saliente y adelantado a su tiempo. Era un muy buen lugar para empezar a tratar, desde un discurso audiovisual, sus contribuciones a la mirada patrimonial pública.

¿Su figura estaba relegada en el imaginario uruguayo, más allá del instituto que lleva su nombre?

Estable fue muy relevante y estuvo muy presente en el panorama cultural hasta la dictadura. Era una figura de consenso, un creador, un aglutinador, pero también un sujeto capaz de establecer puentes entre disciplinas. En muchos aspectos, estaba adelantado a su época. Era interdisciplinario, frecuentaba el dialogo entre la ciencia y el arte. Él fue una figura estimuladora del pensamiento a nivel educativo, no solo por el trabajo que hizo a nivel pedagógico o por sus contribuciones a las concepciones de su tiempo, sino por el esfuerzo que hizo de divulgación científica en las escuelas y liceos. Era una especie de Carl Sagan local, y mucha gente debe su carrera o sus opciones vocacionales a una charla suya. Era importante tomar contacto con eso que pasaba antes de la dictadura y que por discontinuidades históricas se dejó por el camino.

Y Uruguay tiene una historia científica muy heroica, con muchísimas contribuciones.

Más allá de su importancia en el desarrollo científico local, da la impresión de que era un personaje en sí mismo.

Él tiene atributos personales muy importantes y una historia muy interesante que contar. El hecho de que surgió de un entorno muy humilde, por ejemplo. Era el noveno hijo de una familia de catorce, y tiene una historia de superación muy emocionante porque sale de su entorno y se convierte en una figura relevante en Uruguay y en el mundo. Es una historia interesante para contársela a los niños desde una perspectiva de modelos de rol. Es una figura a emular desde cientos de puntos de vista.

También fundó una manera empírica de ejercer la docencia. En el documental su hijo da algunos ejemplos.

Ponía el énfasis en lo experiencial, no solo en el ámbito científico sino en lo educativo. Y justamente, su plan educativo, que se llama Plan de la Pedagogía Causal, estaba estructurado en torno a la curiosidad del niño y a su natural deseo de aprender, en vez de estructurarse al deseo del docente de enseñar. Te diría que su plan es casi más apropiado hoy que en el momento en el que se formuló, porque hoy tenemos una sociedad pos digital en la cual hay un enorme acceso a la información, pero no un enorme acceso a experiencias. Y en este momento histórico es mucho más importante un docente que promueva experiencia y la construcción de sentido, que un docente que se erija en la fuente de la información, a la cual el estudiante ya tiene acceso.


¿Cómo fue la investigación para el documental? Hay un gran trabajo de recolección de archivos sonoros y acceso a fuentes cercanas.

El documental surge en un momento oportuno por varias razones. Primero que nada, tuvimos eso, la oportunidad de filmar al último de sus hijos vivos en muy avanzada edad y en condiciones de dar un testimonio rico, denso, afectivo. Y al mismo tiempo, llega en un momento en que Uruguay tiene que tomar decisiones sobre en qué medida el país va a agregar valor a la producción mediante el conocimiento, más allá del aumento de la productividad en términos básicos. Es un momento en el que se discute cuál es el presupuesto que va a recibir educación y la investigación, en qué medida el país se la va a jugar a fomentar la creación de conocimiento nuevo. Siento que este documental toca una fibra sensible que tiene que ver con reconquistar el orgullo de tener la capacidad de pensar, no solo de producir, por citar un ejemplo, fútbol. Se pueden exportar otros valores. Esto no es una opinión contraria al futbol como valor, pero hay un espectro más grande de cosas que se le pueden presentar a un niño en donde puede aportar o tener una contribución.

Es una historia interesante para contársela a los niños desde una perspectiva de modelos de rol. Es una figura a emular desde cientos de puntos de vista.

La música, a cargo de su hermano Gabriel, juega un rol fundamental en Clemente. ¿Cómo se toma esa decisión?

El mayor reto fue lograr un discurso unificado que no se sienta como una colcha de retazos, a pesar de que se entrevistaron más de 40 personas. La única manera de lograr eso fue a través de una edición criteriosa que haga que el discurso esté inserto en cierta atmósfera. Entonces, la música contribuyó para encontrar esa atmósfera y para crear una trama que fuera variada y que no se sintiera como un sistema de recortes musicales. No quería que las imágenes sirvieran como una ilustración de lo que las voces estaban discutiendo, con un lenguaje televisivo de informativo. Quería que fuera una obra poética.

¿Cómo fue el trabajo de archivo?

Hubo muchas fuentes de archivo fotográfico, tuvimos mucha colaboración de la familia. Una de las cosas nosotros buscamos fue interesar a los uruguayos por recuperar y por digitalizar un enorme archivo vinculado a Estable, que incluye imágenes, documentos de época y cartas. Nos gustaría que se le prestara atención desde un punto de vista académico y estatal. Es material que está en su casa, pero no ha habido un esfuerzo de conservación del Estado por archivarlo y preservarlo apropiadamente. Son simplemente cosas que están guardadas.

Sería también un esfuerzo por volver ese material accesible para todos.

Estable es una figura que tiene tantos testimonios visuales que se podría hacer un museo sobre él.

¿La falta de ese museo responde al abandono de su figura?

Más que considerarlo un abandono que se operó a propósito, lo veo como un cambio de prioridades que se generaron durante la dictadura. Con el regreso de la democracia, había que revertir años y años de intervención militar en distintos estamentos del país, y a veces en esos cambios de foco se pierden elementos como estos.

¿Cómo se vinculan su rol como escritor con su rol cineasta en Clemente?

Soy parte de una familia de padres científicos y en la que todos los hijos son artistas. Y fui educado en un discurso interdisciplinario en el que considerar un sustrato material para los fenómenos culturales no era raro. Entonces, siempre he estado interesado en las figuras de la cultura que hacen esa clase de vasos comunicantes entre disciplinas, y me parecía natural ocuparme de uno particularmente saliente dentro de ese mundo. Estable participaba de cenáculos literarios, era capaz de llevar un poeta a sus expediciones científicas para que declamara versos en momentos de descanso. Estamos hablando de una persona que prologó libros literarios, que era un amante de la música.

¿En Uruguay es necesario empezar a tender más esos puentes entre la cultura y la ciencia?

Los uruguayos tenemos que conversar más sobre lo que estamos haciendo. Tenemos que tener una idea más acabada del rango de cosas que hacemos, y popularizar en la mirada patrimonial del público la idea de que el conocimiento reciente determina cómo nos va a ir en los próximos años, mucho más que la tradición. Un problema que tiene Uruguay es que la gente no siempre sabe todo el rango de cosas que se hacen. No se conoce, por ejemplo, lo muy desarrollada que está la robótica, o el software, o la difusión que tienen en el discurso artístico el uso de tecnologías. Seguimos teniendo una mirada teñida por una nostalgia del siglo veinte, cuando en realidad hay muchísimos elementos contemporáneos que están imbuyendo el pensamiento uruguayo, pero que no se cuelan en la mirada sobre lo que nuestro país debe decir.


Estable es una figura que tiene tantos testimonios visuales que se podría hacer un museo sobre él.

¿Hubo acercamientos desde alguna institución educativa interesada en promover el documental?

Han habido muchas interacciones con instituciones de formación docente, y al mismo tiempo ha surgido el germen del diálogo de cómo mirar la educación desde lo que se quiere lograr en el alumno y no a nivel institucional. A menudo la discusión sobre la reforma educativa parte de presupuestos dramáticos y erróneos. Uno de ellos es que la educación está en crisis en Uruguay. En realidad, la educación está en crisis en todo el mundo porque cambió el sistema de acceso a la información. Y hay porciones de esa crisis que son manifestaciones de progreso, no de atraso. Es simplemente la dificultad de la sociedad para asimilar nuevas conductas de progreso. El segundo prejuicio es que la educación está trabada en función de la participación de alguna corporación en particular. En realidad, la educación es una responsabilidad multidimensional, tiene muchísimos actores, y muchísimos factores en juego, y cambia un poco darwinianamente, como cambian las especies. En ese sentido, Clemente Estable logró, en los intersticios de un sistema educativo de los años veinte, que su discurso pedagógico esté 60 años adelantado a su tiempo. Y para institucionalizar esas instancias pedagógicas no tuvo que demoler nada, no tuvo que meterse en una trinchera. No hizo una lectura apocalíptica, ni entró en la educación como una topadora.

¿Cómo ve la situación del documental en Uruguay?

Hemos logrado, lentamente, escapar de la gravitación de la dictadura. Durante muchísimo tiempo había tantas historias terribles que contar vinculadas a ella que era difícil escapar y, a veces, se dejaban sin contar historias que tenían la misma urgencia y el mismo valor, pero que eran vistas desde un lugar menos dramático. Se ha diversificado mucho el audiovisual, el surgimiento de espacios como la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño que ayudó a consolidar un punto de acceso, y también ha contribuido a instaurar solidez del cine uruguayo el hecho de que ya tenemos un gran acervo de películas. A mí me gustaría que el Estado uruguayo realmente sintiera que el cine es una de las herramientas más eficientes para colocar la discusión y la creación de ideas en la cabeza del público uruguayo, pero también en el escenario internacional. Una de las mejores formas de representar al país en el mundo es mediante sus películas. Es una herramienta que vale más que todas las reuniones y delegaciones internacionales. La mejor manera de decir que el país tiene una cultura sólida es presentar los frutos de esa cultura. Y las películas son una forma inmersiva, envolvente, empática, de producir un discurso cultural.

Clemente, los aprendizajes de un maestro

Sala: Sala B del Auditorio Nelly Goitiño del Sodre
Horarios: 12 al 15 de julio a las 19.30 horas / 19 al 22 de julio 17.00 horas
Entradas: En Tickantel y boletería

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