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Parques industriales: una herramienta poco conocida que busca apalancar a las pymes uruguayas
Según Uruguay XXI, los parques industriales "cumplen con una función clave" para potenciar el crecimiento del sector. En este sentido, el instituto les atribuye "un crecimiento sostenido" en los últimos años que esperan poder potenciar a futuro.
"El parque industrial es un espacio donde se conjugan empresas de diferentes rubros, algo que es muy valioso" para el desarrollo de la economía, dijo el coordinador del Centro de Extensionismo Industrial (CEI), Gabriel Herrera, en diálogo con Café & Negocios.
Según el último reporte sobre el tema –elaborado en julio de 2021 por Uruguay XXI– en el país operan ocho parques industriales y existen otros tres que fueron aprobados y están en proceso de instalación. Se trata de polos industriales donde se ubican empresas que no necesariamente operan en el mismo rubro.
En esta línea, Herrera señala que dentro de un parque “se puede generar una interconexión muy valiosa entre las organizaciones, una sinergia que incluye a sus empresarios y trabajadores” y ejemplificó: “Dentro de un mismo polo puede funcionar una empresa de plásticos, otra metalúrgica y otra de alimentos”; donde la metalúrgica pueda resolverle un problema operacional a la de alimentos que, a su vez, recibe de la empresa de plásticos los envases para sus productos.
Sin ir más lejos, en el Parque Industrial Paysandú funcionan siete empresas. Dentro de estas se encuentra, por ejemplo, una reprocesadora de desechos de curtiembres (Liberkal SA) junto a una fábrica de diferentes tipos de materiales de construcción (AC Constructora) y una fábrica de paneles solares (Isleryl SA).
Otro ejemplo es el del Parque Tecnológico e Industrial del Cerro, aprobado en 2014, donde operan 70 empresas de diversos rubros, que van desde actividades vinculadas al ambiente hasta la alimentación, textil y metalúrgica. Otro de los polos es el Parque Productivo Uruguay, ubicado a las afueras de la ciudad de Suárez (Canelones) que contó con una inversión de US$ 3,1 millones para su instalación en un predio de 150 hectáreas.
El camino que han recorrido los parques industriales en Uruguay no es nuevo. De hecho, fue durante el gobierno de Jorge Batlle que se promulgó la ley 17.547 con el fin de brindar incentivos a las empresas que se instalaran en estos polos. Más tarde, en la segunda administración de Tabaré Vázquez, se profundizaron estas políticas con la sanción de la ley 19.784, cuyo objetivo estuvo en promover y desarrollar parques industriales y parques científicos- tecnológicos.
Uno de los puntos neurálgicos de esta normativa fueron los beneficios fiscales y de infraestructura para las pequeñas y medianas empresas que allí se afinquen. “Los costos de operación y de instalación para la empresas de entre 5 y 99 empleados son una muralla a la hora de comenzar a funcionar”, explicó Herrera.
En este sentido, el informe de Uruguay XXI sostiene que las empresas que operan en un parque industrial “comparten costos de insumo, como luz, agua, infraestructura física (como caminería, iluminación en común, tratamiento de efluentes), internet, limpieza, disposición de residuos o vigilancia”.
Además, los beneficios fiscales para las organizaciones que se radiquen allí “incrementan los beneficios fiscales otorgados por la Ley de Promoción de inversores y créditos fiscales específico”, añade el informe. Algunos de estos son la exoneración del IRAE, la otorgación de créditos por aporte patronales y la adjudicación de una tarifa especial por parte de UTE para el instalador y/o el usuario de los parques.
“Creo que los parques industriales o de ciencia son un motor significativo en el desarrollo tecnológico y la competitividad que Uruguay está buscando desarrollar”, añadió el coordinador CEI sobre la importancia de las medidas dirigidas a las pymes uruguayas que se ubican en estos polos.
Por otra parte, Herrera señaló que “otro de los aportes fundamentales de los parques industriales o tecnológico son su compromiso con las comunidades donde funcionan”.
En este sentido, destacó, por ejemplo, el papel que la UTU (Universidad del Trabajo del Uruguay) desarrolla en el Parque Industrial Juan Lacaze, ubicado en la ciudad coloniense de casi 13 mil habitantes. En este caso, el convenio que une la zona industrial con la institución educativa, llamado “circuito educativo-industrial”, desarrolla diferentes prácticas, se incuban empresas y se generan oportunidades para que los estudiantes consigan su “primer trabajo”.
Para Herrera, "los parques industriales pueden ser un hombro en el que Uruguay se apoye para su desarrollo, pero no alcanza solo generar el espacio y dejarlo, ya que este no se regula solo”. Es por esto que necesitan “visualización y apoyo de políticas públicas, con el fin de que se identifiquen las necesidades de las empresas”.
