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Poquito: la selección uruguaya de Bielsa mostró su otra cara ante Costa de Marfil
La actuación de la selección uruguaya ante Costa de Marfil dejó una sensación de vacío, que aún no había expresado este combinado de Uruguay que dirige Marcelo Bielsa, luego que había sorprendido con rendimientos descollantes en el inicio de las Eliminatorias para el Mundial 2026 y con triunfos históricos, que hicieron volar la imaginación del hincha.
Esta derrota ante el campeón de África es un golpe para esta selección, en donde por un lado impacta el resultado, pero mucho más por la expresión futbolística del equipo en Lens, en donde este martes Uruguay cerró su preparación en Europa a tres meses de la Copa América 2024.
Esto viene atado a lo que ocurrió el sábado en Bilbao ante País Vasco, donde quedó la confirmación que entre aquellos que son considerados titulares y quienes cumplen la función de suplentes en esta selección existe una distancia enorme y un problema que Bielsa tendrá que resolver en cada situación, hilando muy fino cuando se enfrente al caso de suplantar piezas de la talla de los futbolistas que actúan en la elite. De todas formas, ese será un asunto a resolver a su tiempo, y seguramente sea el menos inquietante.
El tema que dejó una señal encendida en el tablero de manejo de Bielsa fue la actuación ante Costa de Marfil, por lo expresado por el equipo titular en el primer tiempo.
Los cambios en el complemento ajustaron el funcionamiento, pero tampoco llevaron a la selección al nivel que puede rendir este equipo.
Este martes en Lens, Uruguay jugó poquito y la selección de Bielsa mostró su otra cara, alejada de la que invitó a soñar con su propuesta y su juego, especialmente en los partidos por las Eliminatorias de octubre y noviembre.
El objetivo de esta fecha FIFA de marzo, con 10 días de trabajo para Bielsa con sus jugadores en San Sebastián, pasó por ensayar lo que quiere para la selección y automatizar movimientos y sistemas de juego que le permitirán conseguir lo mejor.
Pero, me vas a decir que Bielsa ya lo había conseguido en las Eliminatorias. Es cierto. Rápidamente, en 2023, los jugadores entendieron el plan y rápidamente lo pusieron en práctica con éxito en el funcionamiento y en los resultados.
Sostenido por grandes rendimientos individuales, Uruguay había desembarcado en el ciclo de Bielsa con la mejor ejecución.
Sin embargo, la actuación ante los africanos devolvió algo que no estaba en los planes y que fue el resultado de las dificultades que tuvo la misma selección que hace cinco meses sorprendió con su propuesta.
¿Dónde estuvo el problema? Uruguay no pudo responder frente a un equipo que después que encontró un gol que no mereció (en contra de Mathías Olivera) y durante el primer tiempo quedó atrapado en el laberinto defensivo que le planteó Costa de Marfil.
Con los 11 africanos en su cancha, cuidando el 1-0 en el primer tiempo, nada le salió bien a Uruguay.
Valverde lo intentó de diferentes formas. Llegó hasta la zona en la que andaban los zagueros para sacar pases largos. No dio resultados.
También Valverde se acercó al área para intentar activar las sociedades en campo rival y meter pases entre líneas. Tampoco dio resultados.
Ugarte, que es clave en el equilibrio del equipo, se sintió incómodo en el juego.
De la Cruz jugó libre e inquietó poco, se perdió entre tantos rivales.
Pellistri no consiguió desequilibrar en el uno contra uno frente a una defensa cerrada, y Uruguay se quedó sin chances de hacer arrancar al equipo por su zona.
Costa de Marfil siempre defendió en superioridad numérica, y allí sucumbió Uruguay. Jamás sorprendió.
Solamente Federico Viñas, en su segundo partido con la selección, con la mochila de reemplazar a Darwin Núñez, ofreció un repertorio de carácter que lo puso en el pedestal futbolístico de una muy pobre producción colectiva con un primer tiempo en el que tuvo que salir del área a resolver lo que el equipo no hacía, para recuperar pelotas y buscar, de alguna manera (remates desde afuera) algo que se asemejara a situaciones de riesgo. En el segundo tiempo, con otro funcionamiento de Uruguay, convirtió un gol y ofreció más y mejores aportes.
Tan poco le dejó el funcionamiento de Uruguay a Bielsa, que en el segundo tiempo mandó a Canobbio, De Arrascaeta y Bentancur para intentar cambiar la pasmosa gestión hasta ese momento.
Entonces, y aquí surgen elementos que iluminarán el camino de Uruguay, aparecieron dos aspectos claves: el carácter y el orden que Bentancur le pone al mediocampo y, sobre todo, el juego de De Arrascaeta.
El mejor 10 de Brasil y la figura de Flamengo, jugando libre a las espaldas de Viñas o flotando fuera del área (entre volantes y delanteros), fue lo mejor que le ocurrió a Uruguay en ese segundo tiempo, y dejó el balance más positivo.
Bielsa le encontró a De Arrascaeta ese lugar como titiritero clave en una zona en donde la pelota tiene que correr rápido y bien, a un toque, con velocidad y precisión. Así llegó el gol, y también de esa forma Uruguay generó lo mejor del partido.
Eso es todo lo que ofreció Uruguay ante el campeón de África.
Es poco para lo que había mostrando, pero una buena oportunidad para descubrir las debilidades (frente a defensas cerradas) que el entrenador deberá transformar en fortalezas para la Copa América.
Dejaron gusto a poco estas presentaciones de Uruguay en España y Francia, porque en el propósito de ver hasta dónde puede contar con los suplentes (rescató poco ante País Vasco) y qué más le puede ofrecer el equipo en situaciones extremas (como la defensa que le planteó Costa de Marfil) se quedó con la sensación de que va a tener que afinar más detalles del funcionamiento, y esperar que los rendimientos individuales de Uruguay le den el plus que tuvo esta selección 2023.
