"¿Cómo ajustar la duración de nuestra vida laboral y el ahorro que se realiza durante la misma para que nos aseguren vivir nuestros años de retiro sin estrecheces?".

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¿Quién pagará mi jubilación?

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14 de marzo de 2022 a las 05:00

Si usted está trabajando y realizando sus aportes correspondientes con razón dirá “mi futura jubilación me la estoy pagando yo”. Sin embargo,  estamos ante un patrón demográfico  que se repite,  con ligeras diferencias en las cifras, en todo el mundo y  plantea un desafío evidente a financiar nuestros años de retiro. Vivimos cada vez más. Imagine una persona que se incorporó al mercado laboral hace treinta y cinco años y hoy ronda la edad de su jubilación. La esperanza de vida en Uruguay incrementó en casi ocho años en este período. 

¿Cómo ajustar la duración de nuestra vida laboral y el ahorro que se realiza durante la misma para que nos aseguren vivir nuestros años de retiro sin estrecheces?

Los sistemas de cajas solidarias donde las jubilaciones de hoy se pagan con los aportes de los trabajadores actuales, ya no parecen una buena solución. Permitían ofrecer jubilaciones generosas mientras la relación entre activos y pasivos laborales fuera ventajosa. Hoy la tendencia es inversa.  El porcentaje de la población que ya se ha retirado del mercado laboral es cada vez mayor, porque vive más años y las   tasas de fertilidad en el mundo están disminuyendo.

El mundo transita hacia sistemas de capitalización para gestionar nuestras jubilaciones. Bajo la figura de fondos de pensiones o de previsibilidad, nuestros aportes son invertidos en instrumentos financieros y por lo tanto nuestros ingresos futuros son menos dependientes de los vaivenes de la demografía. El stock de dinero que gestionan estos fondos son un importante revulsivo para le economía. Ascienden a nivel global a los 50 trillones de dólares americanos, una cifra que se ha duplicado en menos de diez años y que representa el 52% del PIB global de 2021.

Es dinero que de forma institucional y dependiendo de las regulaciones de cada país, está financiando a parte de la deuda de los gobiernos, a parte de las empresas que cotizan en bolsa, pero también a fondos privados de inversión que invierten en empresas no listadas en el mercado bursátil. Estos fondos constituyen un pool de inversión apetecible para algunas inversiones que requieren un plazo relativamente largo de maduración. Pensemos por ejemplo en la expansión de las infraestructuras en Latinoamérica, tan necesaria para el desarrollo. Muchos de ellos, tienen además criterios muy claros, no solo de rentabilidad y riesgo, sino en cuanto a hacer impactos positivos en la sociedad, por ejemplo, en cuestiones medioambientales.

Los gobiernos de turno, como en tantos otros temas tienen incentivos nefastos a hacer pequeñas concesiones de corto plazo en un tema que requiere fundamentalmente una visión estratégica y de largo plazo. Si la vejez nos encuentra muy desamparados porque ese ahorro no estuvo bien gestionado, a la larga tocará a futuros gobiernos hacerse cargo de algunas necesidades que no podamos afrontar a nivel individual. En la pandemia vimos a países como Chile y Perú permitir retiros de los fondos de previsión para estimular el consumo. Una medida que suena a pan para hoy y hambre para mañana. Al igual que aquellos que diseñaron sistemas de jubilaciones altas en base a las retribuciones de los activos, sin contar que las tendencias demográficas tornaban el mecanismo inviable.

Uruguay cuenta con un buen sistema de jubilaciones que lo sitúa una vez más, despegado de los vaivenes de otras economías de la región, pero enfrenta los mismos desafíos que el resto del mundo para poder asegurar a su población una vejez digna. La Caja de Profesionales Universitarios del Uruguay anunció  que propondrá al ejecutivo algunas  medidas impopulares  para reducir su déficit actual y poder asegurar las jubilaciones futuras.  El ajuste fino en cuanto a la regulación óptima para preservar los aportes que hacemos en nuestra vida laboral, de manera que nos ayuden en nuestros últimos años, es muy importante.

Le deseo una larga vida pero sobre todo que la viva con una excelente salud, por su calidad de vida y también para que le cierren mejor las cuentas. Nuestra salud nos puede jugar malas pasadas y  los últimos años de nuestra vida nos pueden sorprender con un alto grado de dependencia de cuidados médicos y asistencia. La inversión que hagamos llevando una vida lo más sana posible, no es menos importante que los aportes jubilatorios y la rentabilidad que derive de ellos.

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