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Ramona murió peleando: el drama en las villas de Buenos Aires y la guerra política entre kirchnerismo y oposición

El virus se expande en los barrios pobres de la capital argentina y atenta contra la reapertura y la tregua política
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19 de mayo de 2020 a las 18:15

La muerte de una referente de barrio –Ramona Medina, 42 ó 43 años según versiones, dos hijas (una discapacitada) y dos sobrinos a su cargo– hizo más que engrosar la lista de bajas por coronavirus en Argentina: en su capital, foco de la infección.

Desde fines de abril, Medina asumió el reclamo vecinal por la falta de agua, un insumo básico, vital de urgencia en tiempos de pandemia. Salió en la prensa, en la televisión.

Vocera de La Garganta Poderosa —que tiene por eslogan resistencia villera—   medio de prensa de villas y asentamientos precarios de Argentina, Medina habitaba con su familia la vivienda 79 de la manzana 35 del sector Bajo Autopista, parte de Villa 31 (también conocido como Barrio Mugica). Desde hacía año y medio esperaba ser trasladada a otra vivienda.

Una sola frase de Medina puso de relieve la fragilidad de las estrategias para hacer frente a la peor cara de la pandemia. Donde vive la mayoría, apiñada y urgida, quedarse en casa es casi una ironía.

“Nos piden que nos higienicemos, que nos lavemos las manos, que tengamos mayor cuidado, que nos pongamos tapabocas, que no salgamos a la calle”, recitaba, de carrerilla, Ramona, según recogían las crónicas periodísticas.

Y dejaba una pregunta suspendida ante tanto desamparo: ¿Y cómo la hacemos si no tenemos agua?

Ella, robusta, corpulenta, y, a la vez diabética, tuvo que salir a la calle, y seguro más de una vez.  Con miedo y preocupación. “Mi hija de 12 años, le contó a La Nación, es discapacitada y no puede hacer sus terapias. El encierro la hace convulsionar el doble, ¿y cómo puedo mantener la higiene?”

Ramona se contagió y, tras una docena de días hospitalizada en el Hospital Muñiz, falleció.

Un reporte del lunes de Infobae da cuenta de más de 1.400 casos de infección en la villas porteñas, con una docena de fallecidos.

La mayor cantidad de los casos se concentran en Villa 31, una antigua barriada de 40 mil personas repartidas entre Retiro y Recoleta, que proceden de otros países, en particular de Paraguay, Bolivia y Perú.

Son viviendas precarias, separadas por pasillos estrechos y oscuros, con escasa ventilación. Los cables eléctricos cruzan de un lado al otro, colgando entras las fachadas de chapa. En esas casas diminutas habitan varias generaciones de una misma familia. Como en la de Ramona Medina, siete total, porque además de las hijas y sobrinos, estaba su pareja y un cuñado.

"Nos la mataron"

 "¡Ramona no se murió! A Ramona la mataron los dueños del silencio, los cómplices de la indiferencia, los mudos de la justicia, ¡la mataron! Y ahora quién carajo nos explica cómo seguir, cómo seguirá su familia íntegramente internada, cómo seguirán sus hijas Maia y Guada, en silla de ruedas, contagiada, con oxígeno, con discapacidad, sin hablar, totalmente dependiente, ¡ahora sin su mamá!", se lee en La Poderosa, reflejando el impacto social, y político, del fallecimiento de la luchadora social.

Un despacho de AFP recuerda que La Garganta Poderosa se ganó un lugar entre los más populares medios de comunicación argentinos con sus entrevistas a Lionel Messi, Diego Maradona, Evo Morales, Dilma Rousseff, José 'Pepe' Mujica, Quino y Joan Manuel Serrat, entre otros.

El fallecimiento de Ramona rebotó en las redes sociales y en las páginas de noticias pero también de opinión de los principales diarios argentinos. La presidenta del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, Inadi, diputada entre 2012 y 2019, escribió en su cuenta de Twiiter que "el racismo estructural provoca muertes como la de Ramona. Una gestión clasista es una gestión que discrimina. Los barrios populares deben ser la prioridad en esta etapa de lucha contra el coronavirus antes de que sea tarde", avivando un debate político que la pandemia ha postergado pero que está ahí.

Las críticas apuntan hacia el jefe del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, reelecto en 2019 para un nuevo período, figura política que acompañó a Mauricio Macri en las elecciones de 2007, para la ciudad, y las presidenciales de 2015. 

En Clarín, una columna de Fernándo Gónzalez, indica que la multiplicación de casos en las villas puso  al "gobierno porteño en el ojo del huracán" y advierte la actuación de "la máquina eficaz del peronismo bonaerense (...) para hacerle pagar el costo político de las víctimas de la epidemia al dirigente opositor mejor ranqueado en las encuestas actuales", que sería Rodríguez Larreta.

En Twitter también, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kiciloff, figura emergente del peronismo, recordaba el lunes que exactamente un año atrás se había producido la nominación de Alberto Fernández por Cristina Fernández de Kichner: "una de las resoluciones políticas más valientes, generosas y brillantes de nuestra historia creó la alternativa para que democráticamente el pueblo terminara en las urnas con el ciclo neoliberal de Macri y Vidal". La pandemia es también una pausa.

 

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