Scioli ve diluirse sus chances de captar más votantes peronistas

El panorama electoral se va clarificando hora tras hora, a tal punto que la elección parece definida a favor de Mauricio Macri.

El miércoles por fin ocurrió el anunciado pronunciamiento de Sergio Massa y su sector político respecto de a quién le darán su apoyo en la segunda vuelta del 22 de noviembre. Y, por más que Massa se fijó el objetivo de evitar decir de manera explícita que votará por Macri, lo insinuó de tal manera que no quedaron dudas para nadie.

Ya antes de la reunión, el tigrense había tenido expresiones lapidarias para con Scioli. Lo había desafiado a mostrar un alejamiento claro del kirchnerismo, pero inmediatamente dudó que lo pudiera hacer, por la propia personalidad que mostró el gobernador bonaerense durante sus años de mandato y destrato que le dispensó la presidenta.

"Si te portás como alfombra, no te quejes de que te pisan", fue la gráfica sentencia de Massa.
Como si eso no alcanzara, luego las dos principales figuras del massismo, el gobernador cordobés José Manuel de la Sota y el ex ministro de economía Roberto Lavagna, dijeron que no votarían por Scioli por considerarlo parte de la continuidad del kirchnerismo.

Sobre ambos dirigentes se había tejido una intensa especulación en el sentido de que Scioli buscaba seducirlos para sumarlos a su equipo en la fase final de la campaña y así tratar de captar a los votantes peronistas de Massa. Se había hablado, concretamente, de un ofrecimiento para que De la Sota ocupara la cancillería y Lavagna la conducción de la gestión económica.

Ambos negaron ese ofrecimiento.

De manera que, cuando llegó el pronunciamiento de la coalición liderada por Massa, el panorama parecía claro.

La palabra más pronunciada fue "cambio", que también inundó profusamente el documento programático que se remitió a los dos candidatos del balotaje.

Cuando los periodistas trataron de ser incisivos y provocar una definición explícita a favor de Macri, los dirigentes se limitaron a sonreír con picardía y decir que "Scioli es la continuidad del proyecto kirchnerista", como contraposición a Macri, que formaba parte de "un 65 % que votó por el cambio".

Y Massa remató con "el cambio ya ganó". Más claro, imposible. Por si fuera poco, desafió a Scioli a comprometerse a "meter presos a los corruptos", algo que luce a años luz de la voluntad del candidato oficialista.

Fin del sueño "panperonista"

En definitiva, lo que ocurrió fue el final del sueño de Scioli para crear un gran espacio panperonista, en el que tanto los "pibes para la liberación" del ala ultrakichnerista como los peronistas tradicionales que votaron a Massa y De la Sota se pudieran aunar.

Massa dejó sin efecto el gran argumento con el que Scioli encaró el tramo final de la campaña. En su conferencia de prensa del "día después", Scioli dijo: "Ya no es un partido contra el otro, sino qué presidente quiero tener. Es la gran final por el partido del país. El votante del Frente Renovador está mucho más lejos de Macri que de nosotros, los del socialismo y Rodríguez Saá también. El problema lo tiene Macri".

La lectura que hicieron Massa y sus aliados sobre la situación es clara: hoy no existe una antinomia entre peronistas y antiperonistas, sino entre quienes quieren promover la continuidad del proyecto y quienes apuntan a una reforma estructural de la economía y quieren dar por concluido el estilo político que caracterizó a la década kirchnerista.

Traducido a términos electorales, esto supone un duro golpe para un Scioli que ya desde el domingo está en estado "groggy".

Ese día su comité de campaña elaboró un diagnóstico según el cual el candidato necesita reenfocar su discurso.

Esto implicaría tomar distancia respecto de la figura de Cristina Kirchner –algo que ya había intentado a hacer al anunciar prematuramente su gabinete– y, sobre todo, que intentara interpretar las motivaciones del votante de Massa.

Convencidos de que esos electores tienen un sentimiento peronista, los asesores sciolistas escribieron un plan que incluía un acercamiento. En ese nuevo discurso, el candidato del FPV debía rebalancear su ecuación de "continuidad de lo que se hizo bien" para pasar a priorizar de manera mucho más protagónica la parte de "corregir lo que hay que corregir".

En otras palabras, le recomiendan a Scioli que acepte que la economía está estancada y que hay problemas serios en varios sectores. Además, le sugieren que sea más explícito respecto de que prevé arreglar rápidamente el litigio con los "fondos buitre".

Uno de los dirigentes que forman parte de ese grupo de asesores definió la situación como "robarle el discurso a Massa".

Es probable que, luego de las definiciones que hicieron el miércoles los dirigentes de la coalición UNA, ese diagnóstico se mantenga. A fin de cuentas, lo planteado por Massa y sus aliados pareció un desafío a Scioli para que hable más explícitamente de un cambio y que se anime a señalar problemas del "modelo".

Pero hay dos problemas para Scioli. El primero es que acaso ese giro discursivo llegue tarde: fue tan fuerte y evidente que Massa asimila al candidato oficialista con Cristina, que ahora resulta difícil que sus seguidores puedan identificarlo con esa apelación al "cambio".

Pero, aun cuando tuviera éxito en ese objetivo, Scioli estaría obligado a hacer un fino equilibrio para no irritar al ala ultrakirchnerista, que siempre ha desconfiado de su convicción y capacidad para defender los "logros" del modelo.

La calculadora electoral marca ese drama para Scioli. Según la encuestadora Elypsis –súbitamente la más respetada tras su acierto sobre la votación del domingo–, Scioli acaso deba preocuparse más por la fuga de votos kirchneristas que por sus dificultades para seducir al sector de Massa.

La encuesta marca una ventaja para Macri de 56,3 % a 43,7 %. Pero el dato interesante es que, mientras Macri retiene a casi todos los que lo votaron en la primera vuelta, Scioli pierde casi un 30 %.
Macri aventaja a la hora de captar los votantes de Margarita Stolbizer, mientras que Scioli parece mejor ubicado para quedarse con votantes de Massa.

Falta medir el impacto de las definiciones de Massa y aliados, para saber si el caudal de 5,2 millones de votantes de la coalición UNA decodifica que el voto del "cambio" tiene que ser para Macri.

Macri, ya en plan de formar equipo

En las filas de Macri ya empiezan a actuar como si la elección estuviera resuelta. El nombramiento urgente de funcionarios para una estructura gigantesca en la provincia de Buenos Aires es el primer desafío de un partido que no había previsto la posibilidad de gobernar la provincia.

Pero, además, empiezan a seguirse de cerca los problemas de la economía que quedaron al descubierto con las últimas medidas del Banco Central.

Funcionarios del gobierno de la ciudad que integran el círculo íntimo de Macri ya especulan con la posibilidad de que, si la situación financiera se sigue deteriorando, el candidato de Cambiemos armaría un "gobierno paralelo" para empezar a dar señales al mercado y tirar líneas con entidades de crédito del exterior.

Sin dudas, un panorama impensado hasta hace una semana, cuando era Scioli el que nombraba ministros y recibía propuestas mientras Macri no tenía tiempo para leer otra cosa que no fueran encuestas.

El panorama hoy no sólo cambió, sino que parece muy difícil de revertirse. La dinámica política de Argentina tiene tiempos más acelerados que los del calendario electoral. Y aunque falta un mes, la situación parece definida.