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Segundo año de la tercera guerra mundial

Es una guerra también con componentes novedosos, que sucede en simultáneo con el ascenso de la inteligencia artificial
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25 de febrero de 2023 a las 05:01

Es altamente probable que los historiadores del futuro consideren a la invasión de Rusia a Ucrania como una Tercera Guerra Mundial. Ya involucra a varios países y puede extenderse mucho más, en particular parece probable que Rusia invada a la pequeña Moldavia, anexione a Bielorrusia o incluso ataque a Polonia. 

También es posible que los historiadores del futuro recojan las ideas de Samuel Huntington y la consideren un choque de civilizaciones. La Rusia autoritaria buscando restaurar lo que fue la URSS con el apoyo explícito del régimen iraní y tácito de China, contra las democracias de Occidente. 

Es una guerra también con componentes novedosos, que sucede en simultáneo con el ascenso de la inteligencia artificial. Probablemente veamos robots en zonas de combate a lo largo de este año. ES la primera guerra en la que los drones son un arma decisiva.

Es también un guerra que tiene un componente energético fundamental, algo que desde 1973 no sucedía. Ha obligado a Europa a volver a usar el carbón para generar energía eléctrica pero al mismo tiempo ha llevado a una aceleración fenomenal de las renovables. Probablemente sea esa la fuente de competitividad clave en los próximos años. En cierta manera Rusia e Irán están defendiendo al mundo del petróleo. La postura de Arabia Saudí también ha sido por lo menos ambigua. Un futuro donde cada país puede hacerse su propia energía con el viento y el sol no conviene a Rusia, que vive de exportar armas, vodka, gas y petróleo. La guerra acelera el uso de la inteligencia artificial y las energías alternativas a lo fósil. 

En ese sentido Rusia ha perdido su apuesta a que Europa pasara un invierno de precios exorbitantes de la energía, inflación, recesión y protestas sociales. El precio del gas es más bajo que antes del comienzo de la guerra y de invierno ya queda poco.

Pero para enfrentar el urgente problema de la crisis climática es un factor que agrava las cosas. Enfrentar el colapso de la biosfera requiere de amplios acuerdos internacionales que parecen imposibles en medio de un enfrentamiento de esta magnitud. 

Curiosamente en lo único que se han puesto las partes beligerantes ha sido en permitir la salida de los granos, en un acuerdo patrocinado por Turquía y Naciones Unidas. El trigo que se mueven en el entorno de US$ 200 por tonelada saltó a US$ 500 en el momento de pánico (overshooting) entre marzo y mayo del año pasado. Pero ahora es una guerra donde el comercio de los granos se mantiene.

 ambos bloques les resulta útil poder proveer de granos a precios accesibles a sus aliados. Y la guerra es importante en África donde Rusia ha penetrado en varios países donde lleva su milicia privada Wagner a asegurar la seguridad a cuanto dictador se lo pida, desde Mali a Sudan. 
El acuerdo de granos debe renegociarse, allí hay una incertidumbre clave para el mercado de alimentos de 2024, porque una expansión del conflicto o un desacuerdo para que el flujo de granos siga puede provocar un nuevo estallido de los precios de los alimentos. 

Por ahora solo el historiador Emmanuel Todd la ha calificado como una guerra mundial, la primera en la que la amenaza de una guerra nuclear es tangible, tanto que Vladimir Putin anunció su retiro del acuerdo START. Esa amenaza le permite a Rusia tener impunidad en su territorio mientras bombardea al país vecino. Occidente armará a Ucrania a condición de que no se bombardee territorio ruso.

Es una guerra que tiene un componente de propaganda vía Internet. Todo el tiempo circulan videos de fake news en los que se ataca a Naciones Unidas y se divulgan falsedades como que en algún lugar de Europa se prohíbe la ganadería o el consumo de carne. El patrón común usar el concepto de “libertad” para atacar a las democracias, y divulgar supuestas opresiones que se conspiran en algún lugar.

Una guerra de esta magnitud es factible que se prolongue por mucho tiempo. El resultado es incierto, especialmente si China hace más explícito su apoyo a Rusia. Las potencias anteriormente comunistas y enfrentadas, ahora mantienen el autoritarismo de siempre pero se apoyan mutuamente. Y consiguen apoyos no solamente en la extrema izquierda sino también en la extrema derecha. La guerra parece en un empate a la espera de las próximas elecciones de EEUU, donde en caso de ganar Trump, Putin tendrá un aliado clave para decidir la pugna en su favor.

La sequía no permitirá que Uruguay aproveche económicamente esta guerra como lo hizo en las anteriores. Y en cualquier caso no cabría nunca celebrar un crecimiento económico construido sobre la agresión a un país democrático. Pero es claro que esta guerra va para largo y será una fuerza central en el rediseño del mundo de este siglo. La postguerra será con democracias debilitadas porque sucumbió Ucrania o con totalitarismos que colapsan porque el imperialismo ruso falla en su intento rapaz. Demoraremos en saberlo.  

En cualquier escenario ser un rincón del mundo de paz y democracia, alejado de las bombas, será un imán para inversiones y una oportunidad vigente.

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