Gabriel Pereyra

Gabriel Pereyra

Columnista

Opinión > Educación

Si lo esencial es invisible a los ojos, a la educación la tenemos en la retina

La política tiene que retomar el control de la educación que perdió hace años, y que hoy está virtualmente ¿en manos de quién?
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29 de octubre de 2018 a las 05:03

Según un informe del Instituto de Evaluación Educativa (Ineed) que divulgó El Observador, siete de cada 10 alumnos de tercer año de contextos críticos, un 70%, tienen un nivel bajo de comprensión lectora. Pero entre los sectores más favorecidos los resultados tampoco dan para festejar. Un 22% está en la misma situación: no entienden lo que leen.

Hace unos días, mientras esperaba a ser atendido en un local de 24 horas, escuché una conversación entre un empleado y dos empleadas, estas con acento caribeño. El muchacho les decía, con sonrisa un tanto burlona, que para acceder a determinado documento necesitaban estudios. Una le dijo que ella había terminado la universidad en su país, y la otra agregó que además de haber concluido sus estudios terciarios había iniciado un doctorado. El muchacho quedó callado, mirando el vacío, mientras que una de las extranjeras lo remataba en el piso: “Los uruguayos son lentos para el estudio”.

Somos el país de la región con menos horas de clase dictadas. Además, somos el país en el que el ausentismo docente –las faltas de esos imprescindibles– más afectan el aprendizaje de los alumnos.

Me dio pena por él y más pena por otros que ni siquiera, como él, pueden acceder a un empleo. Y me genera preocupación que si Brasil, con Bolsonaro a la cabeza, cierra sus fronteras, aumenten significativamente los inmigrantes, y con ellos la competencia con los uruguayos para conseguir trabajo, y de allí al surgimiento de sentimientos que no quiero imaginar por parte de una sociedad bastante cerrada como la nuestra, un paso.

No importa de qué país sean las empleadas de referencia, Uruguay está último entre todos los países del continente en egreso del bachillerato. Último.

A esta altura parece claro que el tema de la educación no necesita más diagnósticos, sino decisiones políticas.

Cuando entrevisto a dirigentes acerca de la educación, sobre todo del oficialismo, comienzan hablando de algunos logros absolutamente aislados y, sin que nadie les pregunte, todos repiten como un mantra: la reforma se hace con los docentes o no se hace.

El hecho de que los docentes tendrán que aplicar la reforma es de una obviedad tal que es inevitable pensar que cuando dicen eso están diciendo otras cosas.

Porque ¿qué significa que se haga con la participación docente? ¿Cuál es el único ámbito de participación docente? Si son los gremios, todos saben –porque lo admiten– que esta corporación es una máquina de oponerse, porque eso forma parte de una estrategia ideológica.

Uruguay está último entre todos los países del continente en egreso del bachillerato. Último.

Si hablan de otro camino de la participación docente, no sé de qué hablan. ¿Cómo escuchar a todos, si apenas se pone un tema sobre la mesa los agremiados incendian la pradera? Uruguay está entre los países en los que “la resistencia al cambio de los docentes es un obstáculo para el aprendizaje de los estudiantes”, según dijo Pedro Ravela, exdirector del Ineed. 

Somos el país de la región con menos horas de clase dictadas. Además, somos el país en el que el ausentismo docente –las faltas de esos imprescindibles– más afectan el aprendizaje de los alumnos. Antes de darles acceso a las soluciones las autoridades deberían empezar por reconocer que hoy son parte del problema.

Para mí, cuando dicen eso sin que nadie se los pregunte es porque íntimamente saben que no van a realizar cambios profundos. Porque todos vieron fracasar al mismísimo Tabaré Vázquez cuando, más allá de que la procedencia legal estuviera en discusión, intentó declarar esencial a la educación y quedó solo. Nadie intentó convertir ese empuje en un hecho político que demostrara que los alumnos y el país todo no pueden seguir los rehenes de un grupo, al parecer cada vez más pequeño, de militantes.

¿Con qué docentes lo van a hacer si al momento de elegir voceros tendrán problemas, ya que Uruguay está entre los países con menor cantidad de docentes titulados y entre los que eligen esa carrera abundan estudiantes frustrados de otras carreras más complejas?

No digo que cuando hablen públicamente los dirigentes políticos no resalten la importancia de los docentes. Pero en orden de prioridades, y como un aviso a los navegantes de un cambio que sí es estructural, personalmente espero que digan que la política tiene que retomar el control de la educación, que perdió hace años, y que hoy está virtualmente ¿en manos de quién?

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