Montevideo es una ciudad gris. Uruguay es un país gris. ¿Cuántas veces escuchaste afirmaciones de este tipo? El cambio de paredes descascaradas y repletas de humedad a paredes pintadas con colores vibrantes y dibujos hermosos, que se comenzó a gestar hace algunos años con movidas muralistas como las que encabezan Colectivo Licuado, José Gallino y otros artistas “callejeros”, sumó un poco de alegría a algunas zonas bien deprimidas de Montevideo, así como a otras ciudades y pueblos. Ahora surgió una polémica al respecto: ¿deben las paredes ser solamente un lienzo para el arte, o son arte en sí mismas por su valor arquitectónico? Entre las discusiones de sordos que se arman cuando prima el griterío, algo queda claro: cuidamos poco y mal nuestro patrimonio histórico edilicio, y eso no tiene que ver con los murales callejeros, aunque también se haya cometido algún error al respecto.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá