El Instituto Internacional de Planificación Educativa (IIPE-UNESCO), en su oficina para América Latina y el Caribe, con sede en Buenos Aires, tiene una trayectoria reconocida y un prestigio ganado en cuanto a entender la “planificación educativa no como una actividad aislada, sino como una práctica continua y dinámica, integrada a todos los estadios del ciclo de elaboración y ejecución de políticas educativas“ tal como indica en su página web (https://www.buenosaires.iipe.unesco.org/es/portal/oficina-para-america-latina-y-el-caribe ). Asimismo, en dicha página, se señala “que el trabajo del IIPE-UNESCO se centra en los temas y las necesidades actuales del sector educativo y su vocación es apoyar a los gobiernos de la región para que alcancen sus objetivos educativos en el contexto de la Agenda Educación 2030”.
Recientemente, el IIPE-UNESCO festejo sus 25 años de existencia y de presencia directa en la región convocando a Ministros de Educación, actuales y anteriores, así como a altos jerarcas de la UNESCO y especialistas para intercambiar sobre los rumbos de la educación. El evento fue presidido por el Ministro de Educación de Argentina, Sr. Jaime Perzyk, y la Asistente de la Directora General de Educación, Sra. Stefania Giannini. Compartimos algunas de las apreciaciones realizadas por cuadros políticos y técnicos – nacionales e internacionales - que entendemos suman al debate tan perentorio y saludable sobre la transformación de la educación y de los sistemas educativos a escala mundial y vinculados particularmente a la región latinoamericana y caribeña.
En primer lugar, la reafirmación que la transformación de la educación se sustenta en repensar las relaciones como seres humanos en relación al planeta, las tecnologías, la naturaleza y entre los propios humanos a efectos de poder avanzar en forjar contratos sociales de amplia legitimidad y sustentabilidad en torno a la educación. Uno de los mayores desafíos radica en transitar desde posturas reformistas, que implican esencialmente ajustar y mejorar lo existente, a una cultura de la transformación que supone una metamorfosis educativa, de progresar de un estadio a otro, y que se sustancia en un conjunto articulado de ideas, enfoques y estrategias que posicionen el aprendizaje como el cerno de la educación y que afiancen una cultura del aprendizaje en el seno de la sociedad.
En segundo lugar, resulta necesario profundizar en entender la transformación de la educación en clave de respuestas a la extendida crisis de los aprendizajes y en particular a las brechas inaceptables de desigualdad en el logro de las alfabetizaciones fundamentales bajo la premisa que toda propuesta de ampliación y mejora de los aprendizajes se sustenta en imaginarios sociales que la educación contribuye a vehiculizar enfatizando los para qué y qué de educar y aprender. Los aprendizajes no pueden desligarse de visiones educativas que los sostengan, sustancien y amparen.
En tercer lugar, los dilemas en torno al rol que desempeñan los sistemas educativos en delinear el curso de la educación y si tienen la voluntad y la capacidad o más bien de direccionar o más bien de seguir tendencias y procesos, y en particular de cómo encarar los temas vinculados a los aprendizajes en torno a las políticas, cerrar las brechas entre investigación y práctica, y asegurar la disponibilidad de información de calidad y a tiempo para informar los procesos de toma de decisión. Se advoca por entender que la disponibilidad y el compartir datos forma parte del derecho a la educación como un bien común global y en tal sentido, tomar conciencia que la mitad de los países del mundo no disponen de información sobre resultados de aprendizaje de los alumnos en competencias de lectura en educación primaria.
En cuarto lugar, el aseguramiento del derecho a una educación a lo largo y ancho de toda la vida supone necesariamente la facilitación de senderos de aprendizaje interconectados en base a visiones y objetivos compartidos entre niveles, ambientes de aprendizaje y ofertas educativas; la implementación de arreglos institucionales flexibles que promuevan los diálogos y las construcciones colectivas entre diversidad de actores e instituciones transversales a la educación y la sociedad; y el fortalecimiento de una comunidad internacional de soporte de la educación sustentada en la confianza, la cooperación y la solidaridad. En tal sentido, la internacionalización de la conversación global sobre educación y desarrollo que implique, a la vez, mayores niveles de involucramiento del Sur Global, y forjar renovados partenariados Norte Global – Sur Global definidos en términos que supongan un entrecruzamiento e integración de sensibilidades, demanda y ruteros en pie de escucha y equidad inter e intra regional.
En quinto lugar, ahondar en el entendimiento que la planificación y el gerenciamiento de las políticas en y través de la educación es la columna vertebral de las transiciones verdes y digitales enmarcadas en perspectivas de políticas públicas de largo aliento basadas en investigación y en la triangulación de evidencias. Dichas transiciones implican que, en educación, se pueda fortalecer la transversalidad de la educación verde y azul desde el nivel inicial en adelante, y que, asimismo, se avance en marcos conceptuales y usos posibles de las tecnologías digitales y de la Inteligencia Artificial (IA) generativa en democratizar las oportunidades, los procesos y los resultados de los aprendizajes.
En sexto lugar, se entiende que el desarrollo de la educación es un proceso dinámico en el tiempo, que no puede ser visto como un asunto que solo incumbe a las generaciones adultas, sino que más bien supone abrirse a construcciones compartidas de conocimientos que involucran a varias generaciones. Los educadores y los alumnos pueden ser socios activos en generar y desarrollar conocimientos que coadyuven a preparar a las generaciones más jóvenes a enfrentar competentemente diversidad de desafíos individuales y colectivos. El conocimiento es un patrimonio intergeneracional que vincula pasado, presente y futuros a efectos de cementar la formación de las nuevas generaciones.
Particularmente en relación a América Latina y el Caribe, los especialistas realizaros dos grandes órdenes de puntualizaciones. Por un lado, se remarcó que la región se caracteriza por las discontinuidades y rupturas de políticas entre administraciones de gobierno. A la luz de tal situación, surge la necesidad de consolidar visiones de largo plazo, que se muevan más allá de los ámbitos formales de instrucción y de las fronteras intramuros de los centros educativos, y que impliquen una revisión profunda de los modos de organización y funcionamiento de los sistemas educativos entrelazando los movimientos y las acciones de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.
Por otro lado, la región se enfrenta al desafío de forjar mecanismos sostenibles de implementación para apuntalar el desarrollo de políticas educativas comprendiendo aspectos legales, políticos y sociales. En tal sentido, se pusieron a consideración cuatro ideas interconectadas: (i) la elaboración y validación de planes educativos nacionales vinculantes sustentados en la participación plural del conjunto de los partidos políticos; (ii) la selección y designación de autoridades para períodos largos, que exceden una o más administraciones de gobierno, y que se basan en un fuerte apoyo político; (iii) la creación de consejos educativos autónomos que incluyan funciones de asesoramiento y de tomas de decisión sobre asuntos medulares de la educación; e (iv) incentivar el fortalecimiento de partenariados públicos – privados con el objetivo de democratizar y mejorar la calidad y equidad de los aprendizajes. Estas cuatro ideas tienen un común denominador que es el de atreverse a transitar desde el voluntarismo u “ocurrencia ministerial” a las evidencias en políticas apoyadas por niveles de confianza sociales e institucionales fortalecidos, así como promovidos a través de diálogos más empáticos, punzantes y constructivos entre la política y la academia.
El conjunto de anotaciones mencionadas que surgen de miradas cruzadas entre tomadores políticos de decisión de ayer y de hoy, funcionarios internacionales con altos niveles de responsabilidad y referentes de educación, coadyuvan a entender y posicionar el calibre de cambios que serían necesario asumir para efectivamente poder avanzar en agendas educativas convincentes, profundas, realizables y sostenibles. Subyace a estos planteamientos la necesidad de jerarquizar las políticas públicas y crucialmente, la calidad de la política y de la democracia.
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