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Todas las cosas tienen música

El cincuentenario de un disco fundamental, un tema como base de una canción de un rapero famoso y un nuevo disco póstumo pusieron su nombre en boca de todos
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03 de febrero de 2020 a las 05:00

Pese a no ser un artista masivo, Luis Alberto Spinetta tuvo la suerte de que su obra fuera ampliamente reconocida, difundida y admirada durante su vida. Fue un músico de músicos, pero también un autor de culto seguido con fervor por un grupo nada despreciable de fans en Argentina, Uruguay y en menor medida en el resto de América Latina. El respeto y la admiración que despertó su figura no se circunscribió a los fanáticos. Aun quienes no escuchaban su música por hallarla difícil o hermética, admitían la enorme influencia que Spinetta había tenido en la música rioplatense y su influjo en colegas más jóvenes y generalmente más famosos que él.

Era inevitable que su muerte ampliara esa aura de artista fundamental. También, que su música fuera más escuchada y difundida que durante su vida. Con una obra enorme en cantidad y calidad no sorprende que ese legado siga vivo.

Sin embargo, la confluencia de acontecimientos que pusieron el nombre de Spinetta en los titulares durante el primer mes de 2020 llama la atención.

El pasado 15 de enero se cumplieron 50 años del lanzamiento del primer disco de Almendra, piedra fundacional de la carrera del músico y de lo que dio en llamarse rock argentino. Casi al mismo tiempo llegó la increíble noticia de que una nueva canción del rapero estadounidense Eminem usaba como base una canción de Spinetta, editada en 1973. Y esto sucedía cuando se anunciaba la inesperada edición de un álbum del músico con temas inéditos. Su lanzamiento, además, fue el 23 de enero, cuando hubiera cumplido 70 años. Desde 2014, además en esa fecha se celebra el Día del Músico en la Argentina en su homenaje.

El año 0

Luis Alberto Spinetta tenía 17 años en 1967, cuando creó la banda Almendra junto a sus amigos Edelmiro Molinari, Emilio del Guercio y Rodolfo García. Venían de formar bandas liceales que hacían covers de grupos anglosajones y admiraban a Los Shakers. Pero Spinetta había mamado el tango desde su nacimiento (su padre era cantor del género) y, como buen joven intelectual rioplatense –o más bien adolescente–, además de su amor por los Beatles tenía también un oído atento a la vanguardia tanguera de Astor Piazzolla y Eduardo Rovira y a la experimentación folclórica de Waldo de los Ríos  y Eduardo Lagos. Todo mezclado con mucha poesía, de Rimbaud a Jorge Luis Borges, pasando por Artaud y Alejandra Pizarnik y una gran dosis de surrealismo.

Esto puede explicar el resultado del primer disco del grupo, editado, luego de muchas demoras (iba a salir en noviembre de 1969) el 15 de enero de 1970 por la multinacional RCA, con una importante campaña de prensa previa.

Aunque el álbum debut de Almendra es considerado uno de los pilares del rock argentino, definirlo como un disco de rock tiene más que ver con una cuestión de actitud que con la música en sí. Si bien puede rastrearse la influencia de los Beatles y del primer Pink Floyd, Almendra I está más cercano a las búsquedas del tropicalismo brasileño de Caetano Veloso y Gilberto Gil o a los primeros intentos de canción beat uruguaya de Eduardo Mateo que al rock puro.

No en vano el álbum abre con una de las baladas acústicas más recordadas de la música latinoamericana Muchacha (Ojos de papel), solo a guitarra y voces; alude lejanamente al tango y la milonga en otra balada incombustible, como Plegaria para un niño dormido, o fusiona de forma única jazz, rock, folclore, tango y tempos irregulares en la vanguardista A esos hombres tristes.

Además de esas fusiones pioneras, Spinetta (y en menor medida los también compositores Emilio del Guercio y Edelmiro Molinari) presentó un universo letrístico muy elaborado, lejos de los generalmente toscos primeros intentos de hacer pop en español. Luis era un gran poeta, pero uno que sabía que la canción es una fórmula distinta a la ecuación música + poesía. Su particular forma de cantar y acentuar las palabras, sus juegos melódicos y armónicos marcaron, ya desde ese momento (volvamos a recordar que aún no había cumplido 20 años) a muchos músicos que vinieron después. No existirían Fito Páez ni Gustavo Cerati, sin el Spinetta que ya tenía definido gran parte de su estilo a fines de la década de 1960.

Spinetta hip hop

Si nos guiamos por estereotipos no podría haber dos músicos más distantes que Eminem y Luis Alberto Spinetta. Por eso, la noticia de que el rapero estadounidense había usado una canción suya como base para su nuevo tema Stepdad, causó una profunda sorpresa. La canción elegida es además un tema muy poco conocido del músico, de su época más roquera con la banda Pescado Rabioso, Ámame, Petiribí incluido en el disco doble Pescado 2, editado en 1973.

Sin embargo, pasada la conmoción inicial uno empieza a ver que las conexiones entre Spinetta y el mundo del hip hop y el sampleo son muchas. La conexión más obvia es la de sus hijos Dante y Valentino. El primero es un ícono de las mezclas entre hip hop, funk y música sudamericana, desde sus tempranos inicios con llya Kuryaki and the Valderramas. Valentino también se volcó al hip hop de manera más pura con sus proyectos Geo-Ramma y Leeva. Y papá Luis siempre estuvo cerca de esos proyectos.

Pero, además, fue un fan confeso del hip hop, desde los tempranos 80 y un seguidor de artistas relacionados de una manera u otra con el género como Prince.

Tampoco fue ajeno al mundo del sampleo. Usó fragmentos de sonidos o músicas ajenas en forma muy creativa en alguna de sus canciones cuando esos recursos estaban aun en sus inicios. Por ejemplo en su disco Privé de 1986, el más tecno rock de su carrera.

Curiosamente, esta no es la primera vez que su música sirve de inspiración a grandes artistas del hip hop. En 2012, el talentoso Flying Lotus usó un loop de la canción A estos hombres tristes (nada menos) en su tema Gone Fishing. Y en 2016 los pioneros A Tribe Called Quest samplearon Ruido de magia del disco Durazno sangrando (1975) de Invisible en el tema Dis Generation.

Como se ve, Spinetta y hip hop tienen una nada despreciable historia en común.

Un disco nuevo

No es sorprendente que un músico tan creativo y prolífico como Spinetta, que además tenía un estudio de grabación propio a disposición, haya dejado música sin editar. En 2015 se editó el EP Los Amigo, una grabación del músico junto al bajista Daniel Ferrón y al baterista Rodolfo García hecha en 2011.

Este 23 de enero –como se dijo, día de su cumpleaños número 70– se dio a conocer Ya no mires atrás, un álbum de siete canciones, inéditas, grabadas entre 2008 y 2009. Una sola de esas canciones, Luna nueva, mundo arjo, era conocida por sus versiones en vivo desde el lejano 1983. El tema que da nombre al álbum fue preestrenado en el documental sobre el músico lanzado a fines del año pasado por el canal Nat-Geo dentro de su serie Bios. Aunque ninguna de las canciones (con la posible excepción de la hipnótica Diadema) llegue al nivel de sus obras cumbre, todas son excelentes composiciones que muestran en general el costado más pop del músico, ese que dio algunas joyas como Yo quiero ver un tren, Siempre en la pared, Seguir viviendo sin tu amor, Como un perro o Fina ropa blanca.

Hay además una intervención rapera funk de Dante y Valentino en la canción Merecer que cierra el círculo de las vinculaciones de Spinetta con el hip hop.

Estas canciones, supuestamente encontradas en un pendrive, no son un disco completo, pensado por su autor, pero si aparecen como un producto terminado y, lo más importante, muy atractivo. Hay que considerar el hecho de que la familia Spinetta ha sido muy respetuosa y cuidadosa con el legado del músico. Todo el material inédito que ha salido tras su fallecimiento mantiene un gran nivel técnico y estético, lo que no sucedió con algunas reediciones de su obra por parte de los sellos que tenían los derechos, aun durante la vida del músico.

El 8 de febrero se cumplirán ocho años de que Luis Alberto Spinetta no está con nosotros. Su música, por suerte, nos sigue hablando, ya sea la hecha hace medio siglo, la reciclada por raperos estadounidenses, la que descubrimos hace apenas unos días o la que está en sus decenas de discos, que son cada vez más accesibles. 

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