Nacional > Tráfico de personas

Trata: el delito invisible

La explotación sexual de personas está creciendo en Uruguay; los casos se repiten sobre todo en mujeres, víctimas a las que les duele contar sus historias
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10 de octubre de 2016 a las 05:00
Una tarde de verano del año 1999, Karina juntó coraje y denunció a un proxeneta de la ciudad de Young (Río Negro) vinculado a una red de trata de personas.

Fue a la comisaría del pueblo confiada en que estaba haciendo lo correcto. El trámite fue rápido.

Salió y caminó por las calles que tanto conocía, sobre todo las esquinas.

Dos hombres la subieron a prepo a un auto.

La llevaron al paraje Las Flores, en la ruta 55, que es la que va al río como saben los lugareños. El lugar es descampado. Ahí había otro auto esperándola con nueve hombres.

Karina trató de defenderse.

Le pegaron tanto que cayó desmayada.Tanto la lastimaron que la dieron por muerta, la dejaron tirada y se fueron.

Al otro día, un caminero de los que recolectan leche en los tambos pasó por el lugar. Le pareció ver un animal muerto al costado de la ruta, de esos que faenan clandestino, y seguramente vio la oportunidad de quedarse con algo de carne.

Paró el vehículo y vio a Karina, completamente ensangrentada.
El hombre no sabía qué hacer. Decidió llevarla hasta Palmar, por donde está la represa sobre el río Negro, y de ahí llegó a la ciudad de Mercedes, donde la mujer estuvo 11 días internada en un CTI.

Se salvó. La paliza le costó, entre otras cicatrices profundas, tres meses más para volver a caminar.

Solidaridad

Hoy Karina tiene 52 años, es prostituta en Young y ayuda a otras 40 mujeres trabajadoras sexuales o que lograron escapar de redes de tráfico y prostitución. El Parlamento va a invitarla a la Comisión Especial que analizará la normativa sobre trata de personas, según supo El Observador.

Cuando Karina revive lo que le pasó al denunciar al "fiolo", no duda en afirmar que un policía fue el que la "vendió".

Pocos años después, ese policía "cayó vinculado a redes de trata", según relató a El Observador.

Eso la alivió un poco. No se arrepiente de haber presentado la denuncia y de hecho realizó otras, aunque aprendió que hay que hacerlo por otras vías.

El comienzo

Su historia empezó bastante antes de llegar a Young donde vive hoy. Ella nació en Fray Bentos en una familia muy pobre. Su madre y su abuela también fueron prostitutas.

De niña viajó a Montevideo con su mamá. Fue a la escuela pública Nº 158, Rumania, y de ese entonces tiene buenos recuerdos.

También iba a la Gruta de Lourdes, no a rezar, sino a robar monedas que los fieles dejaban a la Virgen María con sus deseos y agradecimientos.

Su padre biológico fue el proxeneta de su madre en Montevideo. Un día, sin saber que estaba embarazada, la mandó a "trabajar" a Fray Bentos.

Hoy Karina no cuestiona a su madre que aún vive. "Seguramente hizo todo lo que pudo", dice. "Se preocupó de enseñarme de no agarrar ninguna peste porque eso era importante para ella en su mundo.

En Montevideo, cuando tenía 9 años no sabía las tablas, pero ya sabía desnudar a un muchacho", afirma Karina.

Un buen hombre, relata, sacó a su mamá "del quilombo" y se instalaron en Fray Bentos.
Está convencida que lo que le tocó en la vida no es para ella, no es lo que ella quiere. De su padre no le importa nada y dice que lo malo de él se lo dejó en los genes.

El hombre del que habla con cariño fue quien la ayudó en la crianza. De él tomó un espíritu indomable.

En dictadura (1973-1985) ese señor cayó preso "por comunista". Era un dirigente portuario muy querido, de esos que nacen para ayudar a otros.

Oculto

El negocio de la trata de personas está "casi monopolizado" en Uruguay, dice Karina.

"El país está divido en cuatro territorios y hay un movimiento interno de chicas a las que sacan de una zona y las llevan a otra". "Les hacen mucho trabajo psicológico, las quiebran y hay todo un proceso de ablande sobre todo en jóvenes muy vulnerables", asegura la mujer. "Las captan desde los 14 años y no todas son de barrios pobres, aunque la mayoría sí. La prostitución está directamente ligada a la trata", dice.

Ese delito está creciendo en Uruguay y no tiene mayor difusión pese al esfuerzo de los que trabajan enfrentándolo, que buscan volverlo visible a la sociedad.

De regreso

Karina sigue trabajando en la calle, en un negocio en el que la edad la perjudica. Busca zafar de ese ambiente. Para eso estudió y es promotora de salud. También es auxiliar comunitaria en adicciones. Además, una vez por semana viaja desde Young a Montevideo "haciendo dedo" para estudiar salud ocupacional.
La charla con El Observador terminó y Karina, que ya usa lentes y el pelo teñido de rubio, volvió a Young a "hacer el peso" y a ayudar a otras mujeres que no la están pasando bien.

¿Dónde denunciar?

Las denuncias se pueden presentar en las seccionales policiales, en los juzgados y también en forma anónima a través del teléfono 0800 7272 del Instituto Nacional de las Mujeres del Ministerio de Desarrollo Social.

El Ministerio del Interior también tiene un número gratuito para recibir todo tipo de denuncias: 0800 5000.

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