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Tres equilibrios necesarios

Uruguay es la esperanza de que América del Sur tome un camino de estabilidad
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24 de noviembre de 2019 a las 05:03

Cada lugar problemático del mundo tiene un pequeño país que parece cumplir la función de mostrar que el desarrollo económico y social es posible. Si pensamos en Centroamérica allí está Costa Rica, si pensamos en el mundo árabe, allí está Túnez intentando ser una democracia moderna .   Por el deterioro de otras democracias, Uruguay es para el mundo la esperanza de que América del Sur se encauce por un camino de estabilidad y prosperidad.

Uruguay es un frágil oasis en un continente convulsionado por los extremismos de siempre, que a lo largo de este año se han exacerbado. Es un oasis  en lo político, por tradiciones democráticas muy valiosas que tras una interrupción de 12 años y tras ser mancilladas por grupos que despreciaban la democracia “burguesa” se reedita desde 1985 por octava vez este domingo. Sí es cierto, hay violencia, robos, pasta base, delincuencia. Pero también hay una convivencia democrática que bien vale la pena preservar y desarrollar, justamente para avanzar en la resolución de la violencia que no tiene en Uruguay un carácter político sino delincuencial.

Es un oasis de estabilidad económica aunque lo sea atravesando un período de crecimiento my bajo alto déficit fiscal y pérdida de empleo. Lo es por no haber declarado default en 2002 y por haber respondido a la aftosa con trazabilidad.  También lo es en parte por el azar geográfico. El cambio climático aquí significa una cierta tendencia a más lluvias, una bendición que nos ha acompañado por 18 meses. Imaginen lo que sería Uruguay si como Australia sumara dos años de sequía e incendios que ya devoraron más de un millón de hectáreas de bosques y pastizales. Tener agua en este siglo será tan importante como lo fue tener petróleo en el siglo XX.

Es un oasis literalmente en términos de naturaleza. Para muchas personas que viven aquí, tener clima templado, ausencia de huracanes y terremotos, y más de 1.000 milímetros de lluvia, costas sobre ríos, estuario y océano,  es una bendición que los locales no siempre apreciamos.

Llega un tiempo de restaurar equilibrios. El equilibrio macroeconómico imprescindible para devolver confianza y previsibilidad. Asegurar el grado inversor que hoy está amenazado. Un desequilibrio siempre significa un egoísmo hacia los más jóvenes, especialmente a los menores de 18 años, que como no suman votos, parecen a veces no contar. Cuánto más se demore en reparar el desequilibrio más graves las consecuencias para las generaciones futuras. El déficit fiscal de hoy, es deuda que pagarán ellos. Con intereses agregados, claro. El gobierno que asuma, gane quien gane debería generar una regla fiscal que asegure que ningún gobierno de ningún signo pueda entregar un déficit elevado a quien venga detrás. Y tendrá la dificultosa tarea de ordenar sin traumas, ni por cobrar más impuestos ni por generar un efecto social que derive en menos crecimiento económico. Una tarea de cirujano. Que ojalá siente las bases para que nunca más vuelva el atraso cambiario y un déficit de 5% del Producto. Equilibrio fiscal, equilibrio en la deuda, previsibilidad e inversión.  El crecimiento de los últimos años ha estado cerca del cero. Pero para la estadística llevamos 16 años creciendo y podemos llegar a más de 20 y crecer a tasas mayores. Algo que solo Australia puede mostrar en el hemisferio Sur.

Habitualmente los economistas soslayan que tan importante como el equilibrio económico es el equilibrio ecológico. Mientras escribo, voy por la ruta 3, en el cruce con la 26. Bajo un cielo gris plomo veo un campo recién cosechado con trigo y en el rincón del campo veo una pequeña laguna con una garza y carpinchos grandes y chicos.   Tal vez antes eso no hubiese pasado y los cazadores hubiesen acabado con ellos por diversión o por una pingue ganancia. Agricultura y vida silvestre en convivencia. La mejor imagen para mostrar por ejemplo al intelectual francés que va sentado a  mi lado en un ómnibus interdepartamental. Nos estamos volviendo cosmopolitas y nos reclamarán ser cada vez más verdes.

Hay un cambio cultural en curso que es preciso acelerar por que es lo éticamente correcto. Así como el desequilibrio económico lo pagan en el futuro los niños del presente, el desequilibrio climático lo pagarán también los niños de hoy.  Y Uruguay en eso debe ser ejemplo. Los cuestionamientos a la ganadería y a la agricultura extensiva persistirán y es posible que se acentúen. Hay que demostrar con hechos que la forma en que se producen alimentos en Uruguay es parte de la solución al cambio climático y la pérdida de biodiversidad que son y serán temas centrales de este siglo. Es noviembre y ya tuvimos nuestra primera ola de calor y nuestra primera irrupción de cianobacterias. Nuestro turismo pende de un hilo. Desde el verano pasado ¿qué se ha hecho para que éste sea distinto al anterior?

Finalmente para que  los equilibrios anteriores puedan plasmarse en los hechos es necesario que la mesura, la racionalidad, el equilibrio y el diálogo se instalen en la política. Cabe celebrar el fin de las mayorías parlamentarias, pero eso exige una capacidad de diálogo que no ha sido habitual hasta ahora, donde las mayorías han impuesto sus criterios para aprobar leyes o impedir investigaciones. Algunas personalidades como Enrique Iglesias o Richard Read pueden ser fundamentales en la tarea de construir una cultura política del diálogo desde el disenso respetuoso. Uruguay evitó el default en 2003 con votos de distintos partidos.

Ahora se trata de apostar al desarrollo, a retomar el crecimiento de la economía y del empleo de reformar la educación para esta era de software, inteligencia artificial y robots.  La construcción de equilibrios y consensos políticos debería ser parte de lo mucho de bueno que Uruguay tiene para mostrar al mundo. Puede generar un nuevo empuje de inversión que permita crecer más y ordenar la economía de una manera no traumática. Desde 2003 ( o tal vez desde 1985) Uruguay construye su frágil oportunidad de ser desarrollado. El lunes empieza un nuevo tramo de esa construcción. Respaldo para los vencedores en las urnas, respeto a los vencidos y a empezar una nueva etapa desde el equilibrio, económico, ecológico y político.

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