Barry

Espectáculos y Cultura > TELEVISIÓN

Tres veces Barry: por qué hay que ver esta serie de HBO, que llegó a su temporada más oscura y cautivante

La serie se reconvierte en su temporada más atrapante y se debate entre el perdón y la venganza
Tiempo de lectura: -'
06 de agosto de 2022 a las 05:04

Advertencia: esta nota contiene spoilers de las tres temporadas de la serie

Barry sabe matar. Apunta, dispara y junta cadáveres por dinero. Lo hace con el hastío y la monotonía de un trabajo de oficina. Hasta que en un encargo en Los Ángeles el sicario decide que quiere volverse actor. ¿Es posible cambiar la esencia de un asesino? Barry solo quiere ser un tipo normal. Quiere tener otra vida que no sea la suya, o varias.

Su vida empezó en Afganistán, en medio de una guerra interminable, mientras combatía para el ejército de Estados Unidos. Porque hasta entonces Barry Berkman era una tabula rasa, una hoja en blanco, un cuerpo vacío. Hasta que disparó una bala que zumbó en el aire y le atravesó el cráneo a alguien que estaba a kilómetros de distancia, Barry no tenía razón de ser ni sentido de pertenencia. La muerte es su vida. Y a esa vida ya no la quiere.

La serie, creada por el exguionista de Seinfeld, Alec Berg, junto con su propio protagonista y director, Bill Hader –exintegrante del plantel de Saturday Night Live–, se ha convertido en una de esas pequeñas maravillas de las plataformas de streaming.

“Esto ha sido lo que siempre quise hacer”, reveló Hader en una entrevista con la revista Forbes. “Me mudé a Los Ángeles en 1999 porque quería ser cineasta, escritor y director. Así que sí, esta fue la primera oportunidad que tuve de hacer eso y ha sido realmente increíble. Ha sido una experiencia increíblemente gratificante hacer algo que es la mejor representación en mi mente, creo, de lo que encuentro interesante. La gente me vio en Saturday Night Live y me ven en grandes comedias y me encantan esas cosas, pero si pudiera hacer las historias que me interesan, sería algo como esto”.

El perdón se gana

La tercera temporada de la serie es el momento del cobro. Las consecuencias. Toma la parte que la comedia puede dejar por fuera, la parte en que los personajes tienen que enfrentarse a sus acciones, y lo pone todo en ocho capítulos que acumulan tensiones y resentimientos. Porque lo único que no puede enterrar es su pasado.

El final de la segunda temporada dejó a un Barry desesperanzado, entrando en un pasillo oscuro que se prolonga hasta una nueva temporada que gira en torno a una pregunta clave: ¿puede ser perdonado? 

“No sé si eso es posible, pero creo que esa es la pregunta que nos hacemos cuando escribimos esto. ¿Es algo que se merece?, ¿o es incluso posible? Creo que siente que hace cosas esta temporada y realmente no piensa en las consecuencias, ¿sabes? Aprende esta temporada que hay muchas consecuencias (risas)”, dice el director y guionista en la entrevista.

El perdón se gana. Y Barry hace lo posible, lo imposible y lo inadecuado para conseguirlo. Ahora las consecuencias se presentan, los muertos se materializan en la cabeza de Barry y ocupan el espacio que en algún momento habitaron sus fantasías de recorrer góndolas de supermercado con su (ahora ex) novia Sally Reed (Sarah Goldberg) y vivir el típico sueño americano.

Toda la empatía y el cariño que habíamos construido secuencia a secuencia por ese matador bonachón que quiere cambiar su vida por medio del arte se tambalea cuando lo vemos recaer en los encargos como un alcohólico en una barra de bar. Cuando vemos, además, el dolor y la angustia que ha provocado en la vida de los demás. Cuando vemos el desorden que ha causado.

“Desde que llegó a mi vida todo ha sido un desastre”, dice el personaje de Henry Winkler, Gene Cousineau, mientras trata de procesar la muerte de su novia y las condiciones de su asesinato. El profesor despreciado por la industria, que hasta ahora había vivido bajo el refrán “el que no sabe hacer enseña”, finalmente da la mejor actuación de su vida. Y no es precisamente sobre un escenario. De alguna forma es el único que termina ganando.

Podríamos decir, con la tradición de encasillar y clasificar historias, que hasta este momento Barry era una comedia dramática o quizá una comedia de acción. Ahora, ya nada queda claro. Barry es Barry y es tal vez una categoría en sí misma. El arco en el que se desarrolla la serie es complejo y cautivante. Llegó a su momento más oscuro y más interesante. O en palabras de Laura Fernández, en El País de Madrid: “Una comedia negrísima, intelectual y bruta a la vez, metarreferencial, absurda, y pionera, a su macabra y desternillante manera, en la redefinición de un género, el de la comedia de acción, que reinventa el concepto de sus protagonistas, falibles aquí hasta el infinito”.

Y si hay una temporada que comprueba que los personajes son “falibles hasta el infinito” es esta. Cuando todos llegaron a su punto de quiebre: cuando Sally mira a la muerte con sus propios ojos y mata con sus propias manos, o cuando NoHo Hank se encuentra esposado en una película de terror de la que solo sale con sangre. Esta temporada eleva a los personajes secundarios y muestra en algún momento la mezquindad de sus propias vidas. Todos son Barry: en algún momento tienen que recurrir a la violencia.

Entre persecuciones a tiros por la autopista, bombas a distancia y la amenaza persistente de la muerte, Barry mantiene el sarcasmo y el humor que lo caracteriza en la degradación física que logra Hader para su personaje.

En medio de todo, el romance prohibido entre los mafiosos internacionales es en algún momento un refugio de esperanza mientras la relación de Barry y Sally se desmorona. La historia de amor de uno de los protagonistas más encantadores de la serie, el jefe de la mafia chechena NoHo Hank (Anthony Carrigan), con el mafioso boliviano Cristóbal Sifuentes (Michael Irby), sobrevive de casualidad con la ayuda de un oráculo hípster.

Incluso Sally, la actriz devenida también en guionista y directora, que intenta ser honesta a su propia historia cuando Cousineau les pide que lleven la realidad al escenario, se desarma a medida que se va acostumbrando a la violencia. Es víctima y victimaria. Es en su línea narrativa donde la serie satiriza la industria del entretenimiento de Hollywood, que la mastica sin miramientos en menos de 24 horas.

Ahora es cuando Barry se independiza. La pelea por la patria potestad entre Cousineau, el profesor de teatro que le cambió la vida, y Monroe Fuches (Stephen Root), el proxeneta-contratador del sicario que lo acogió después de la guerra, se dirime en sí misma y el protagonista trata de encauzar su destino bajo la premisa ingenua de que cada uno puede construir su propia historia. En su caso, la de un veterano de guerra que fue rescatado por un actor. O al menos esa historia le vende al mundo. Y este la compra.

Esta es la temporada del arrepentido, porque a Barry ya no le da lo mismo matar. Cada bala es la evidencia de que no puede cambiar, la mirada de su entrenador, el recuerdo de Afganistán. No es el hombre que valida su masculinidad a fuego, sino un tipo que quiere salir de una rueda imparable que lo marea cada vez más.

Barry es el antihéroe que desde que decidió cambiar no hace más que perder. Y esta vez no sabemos si va a poder ganar.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...