"Hemos derrotado al grupo EI en Siria, mi única razón para permanecer ahí durante la administración Trump", dijo este miércoles el presidente.
Como una victoria personal, Donald Trump se adjudicó haber vencido al grupo terrorista Estado Islámico en Siria y anunció, luego de que los medios estadounidenses lo informaran en base a fuentes del Pentágono, que retiraría a los 2.000 soldados que el país tiene desplegados en Siria.
Y con ese mismo talante lo informó la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders.
"Hace cinco años, el EI era un grupo muy poderoso y peligroso en Medio Oriente y ahora Estados Unidos ha hecho que fracase su califato territorial", indicó. De todas formas, dijo que este paso es uno más hacia una "nueva fase", pero que su país y sus aliados están listos para volver "a comprometerse a todo nivel" para defender sus intereses cuando sea necesario.
La guerra en Siria lleva siete años, y medio millón de personas murió por esta causa, entre ellos miles de niños.
No todos ven esta nueva jugada como algo positivo. Charles Lister, investigador principal del Middle East Institute de Washington, consideró que la decisión de Trump revela una visión "extraordinariamente cortoplacista e ingenua".
"Esta medida va a parecer más como una 'retirada' que una 'victoria' y es otra evidencia más de la peligrosa imprevisibilidad del presidente estadounidense", afirmó Lister, y agregó que este panorama no sólo favorece al grupo EI sino que también beneficia a Rusia, Irán y al líder sirio, Bashar al Asad.
El EI lanzó una campaña fulminante que le granjeó enormes extensiones de territorio en 2014, cuando proclamó un califato a caballo entre Siria y Irak, con Raqa como su capital, del cual actualmente quedan unos pocos reductos.
Wendy Sherman, que fue la principal negociadora del acuerdo nuclear con Irán, el cual Trump abandonó, criticó la decisión al afirmar que retirarse no constituye una estrategia para Estados Unidos. "Hubo progresos con el EI, pero Rusia quedó a cargo, Israel sigue en riesgo y Asad, un dirigente cruel, queda reafirmado. No hay una verdadera estrategia sobre Irán (...) Quedan muchas preguntas y pocas respuestas", afirmó.
Esta decisión cambia la idea que existía sobre que Estados Unidos se quedaría más tiempo en el lugar, algo que el secretario de Defensa, Jim Mattis, había advertido anteriormente para evitar el resurgimiento del grupo terrorista.
La semana pasada una fuerza siria dominada por combatientes kurdos y apoyada por Estados Unidos expulsó al EI de Hayin, principal localidad de su último reducto en el este de Siria.
Los últimos combatientes del EI están ahora confinados en una red de túneles y en los alrededores de Hayin, localidad situada a unos 30 km de la frontera iraquí.
El "califato" del EI, que llegó a su apogeo en 2014, se ha reducido luego de forma drástica debido a múltiples ofensivas contra los yihadistas. Pero el EI mantiene una gran capacidad para golpear con dureza mediante atentados especialmente sangrientos en países de la región y en el extranjero.
Este grupo acaba de reivindicar el atentado del mercado de Navidad de Estrasburgo, en el este de Francia, que dejó el martes tres muertos y 13 heridos.
Lo que en marzo 2011 comenzó como una sucesión de protestas pacíficas contra el presidente, Bachar Al Asad, culminó con un enfrentamiento civil en el que se cruzan el régimen, grupos rebeldes y organizaciones terroristas que montaron su gobierno en algunas regiones.
La guerra civil siria enfrentó en un principio a las Fuerzas Armadas de Siria que responden al régimen de Al Asad contra opositores rebeldes armados, organizados en lo que la comunidad internacional denomina oposición siria. Al Asad es presidente de Siria desde el año 2000, cuando llegó al poder para suceder a su padre, Háfez Al Asad, que gobernó el país por 29 años.
Se estima que desde ese año murió medio millón de personas.
El avance del conflicto que surgió en 2011 permitió la expansión en Siria, desde 2014, del Estado Islámico. Aunque sobre mediados de 2016 la comunidad internacional logró el retroceso del Estado Islámico al recuperar la ciudad de Faluya, el grupo terrorista llegó a dominar casi la mitad del territorio tras su ofensiva iniciada en junio de 2014.
Rusia: es uno de los aliados más fuertes que tienen el régimen sirio. Siria es, entre otras cosas, uno de los compradores más importantes de sus armas.
Irán: se opone al Estado Islámico y a los insurgentes sunitas, por ser al igual que Rusia un histórico aliado del régimen de Al Asad. El objetivo de Irán es que Al Asad se quede en el poder para así poder frenar la influencia en la región de su rival, Arabia Saudita.
Estados Unidos: se opone al presidente de Bashar al Asad y al Estado Islámico. Entró al conflicto interno apoyando a grupos rebeldes moderados y a los kurdos. En septiembre de 2014, la administración de Barack Obama anunció que su objetivo era "degradar y en última instancia destruir" a EI.
Arabia Saudita: también se opone al régimen del presidente sirio y apoya a los rebeldes sunitas. Es uno de los proveedores más importantes de los rebeldes, incluso de algunos grupos más radicales.
Turquía: ingresó al conflicto apoyando a la coalición impulsada por Estados Unidos y a los rebeldes contrarios al gobierno sirio, especialmente al Ejército Libre Sirio. También es contrario a los separatistas kurdos.
El Observador con AFP y Sputnik
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