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Un juego para aprender los números con el tacto

Se lanzó BrUNO, un juego uruguayo descargable que se adapta a tabletas y que fue realizado para que niños con baja visión y ciegos aprendan matemática de forma divertida
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16 de octubre de 2018 a las 05:00

En un punto muy temprano de la vida, aprender algo tan elemental y cotidiano como un número, implica uno de los primeros grandes ejercicios de abstracción para el ser humano. Como muchas otras cosas, eso ahora se puede aprender mediante el juego, que es lo que explora el programa Ceibal Tangible y su videojuego BrUNO, presentados en Ingeniería de Muestra el fin de semana pasado. Y lo particular es que está pensado para niños de 6 años, o menos, con baja visión o directamente ciegos. 

BrUNO se ambienta en un universo de robots en el que se venera a un árbol mecánico. BrUNO, el androide protagonista, debe salir a recorrer el mundo en búsqueda de ciertas piezas de ese árbol, que son, obviamente, tuercas y tornillos. El juego consiste en indicarle a BrUNO la distancia que lo separa de cada pieza. Esa distancia se mide en pasos o saltos, cada uno equivalente a una de las piezas que el jugador tiene, literalmente, en sus manos. 
Ahí entra lo tangible del juego. El niño tiene en sus manos, sobre la mesa, una serie de piezas que la tableta detectará con la cámara. Según cómo las acople o disponga, el juego interpretará que cada pieza es una unidad distinta, o sea un salto de distinta extensión que BrUNO debe dar hasta llegar a la tuerca o tornillo que busca.

“Nos fijamos un objetivo cauteloso, con un sistema limitado a aprender a contar, a armar y desarmar números”, explicó Fernando González, coordinador general del proyecto y representante de la Facultad de Información y Comunicación (participaron miembros de otras tres facultades: Ingeniería, Arquitectura y Psicología). Y añadió: “Luego el juego llega a implicar más números, pero se vuelve más exigente para niños. Lo de las edades objetivas es relativo, ya que depende de la estimulación de cada uno, así que por eso decimos que se puede aprovechar entre cuatro y seis años”.

El juego, que está hecho con código abierto, se puede descargar desde la web www.ceta.edu.uy y se puede jugar con las piezas tangibles o sin ellas, de forma tradicional. Desde el sitio, además, se pueden bajar todos los modelos para imprimir las piezas en 3D, inclusive el soporte para un pequeño espejo que va frente a la cámara de la tableta. El paso siguiente se dará hacia fin de año, cuando en la misma web se ponga un instructivo de cómo recurrir a elementos de uso cotidiano en lugar de depender de impresoras 3D. 

Obra colaborativa

El equipo básico para el desarrollo estuvo compuesto por cinco personas, contó González, aunque en distintas etapas participaron muchas más. De hecho, en el sitio oficial hay una lista de más de 15 participantes que trabajaron en distintos rubros desde el inicio de la idea, en 2015.

Como todo juego, una etapa fundamental es la de las pruebas con usuarios, durante la que se van puliendo detalles, eliminando errores o buscando nuevas ideas. Por otra parte, al ser juego, este debe ser entretenido y disfrutablemente lúdico, al menos  en un ideal, sobre todo porque se trata de un proyecto educativo. González explicó que BrUNO fue probado aproximadamente cada dos semanas en dos escuelas, una de Paso Molino y otra de la curva de Maroñas. El equipo tomaba nota de las reacciones de los niños, las dificultades o facilidades que encontraban e iban haciendo ajustes.
En ese aspecto, el testeo no fue lo único importante, sino también la colaboración entre facultades. El sistema de visión por computadora, que reconoce los marcadores que tienen las piezas, fue desarrollado en Ingeniería. El Centro de Diseño de Arquitectura, por su parte, fue clave para crear piezas que simbolizaran números y se entendieran solo con el tacto, mientras que los conocimientos de teoría cognitiva fueron aportados por miembros de Psicología. 

“Con ellos el trabajo fue fundamental, porque hubo que probar mucho para que los niños se dieran cuenta de qué número representaba cada pieza, solo con el tacto e incluso usando el lenguaje braile”, expresó.

Según manda la dinámica de los videojuegos y de la interacción con tabletas y smartphones, el juego debe aprenderse de forma casi intuitiva, sin mayores explicaciones. “Sentís que tenés éxito cuando ves que el niño empieza a jugar, que todo fluye y que zafás de tener que explicarle dónde tiene que poner cada pieza. No siempre es fácil conseguir esto. Y aparte tenemos la mochila de que como es un juego educativo, corre el riesgo de parecer más aburrido”, concluyó. 

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