A menudo, el Comité emite los denominados avisos “D” como una solicitud oficial a los periodistas para que no publiquen ni difundan información particular sobre temas relacionados con la seguridad nacional. Alternativamente, sus representantes solicitan la eliminación de ciertos detalles de los informes sobre temas supuestamente sensibles.
A partir de 2017, hay cinco avisos permanentes sobre: operaciones, planes y capacidades militares; sistemas y equipos de armas nucleares y no nucleares; operaciones, actividades y métodos y técnicas de comunicación de las fuerzas militares antiterroristas, las fuerzas especiales y las agencias de inteligencia; propiedad física y activos; personal y sus familias que trabajan en puestos sensibles.
Si el secretario del comité cree que pronto se publicará, o se ha publicado, una historia que se encuentra dentro de una o más de esas áreas, se envían correos electrónicos a los editores de todas las publicaciones principales. Por lo general, están marcados como "privados y confidenciales: no para publicación, transmisión o uso en las redes sociales".
Según ScheerPost, las actas de la reunión más reciente del Comité DSMA, en abril de este año, indicaron que, desde mayo a noviembre de 2022, emitieron consejos a los periodistas en 37 ocasiones distintas. Esto estuvo por debajo de una "tendencia de otoño/invierno" de 50 en los últimos tres años.
El subsecretario de DSMA, el capitán Jon Perkins, un veterano de la Royal Navy, señaló que "la cantidad de elementos era menos importante como métrica que la extrema sensibilidad (en términos de seguridad nacional) de algunos de los materiales" sobre los que el Comité evitó que se informara a los medios británicos. Agregó que parte de este material “había sido de la naturaleza más delicada que había visto” desde que se unió al Comité.
Si bien la naturaleza de este material no se especifica, es inevitable preguntarse si eso no se refiere a la serie de informes de del sitio web norteamericano The Grayzone exponiendo el papel secreto de Londres en la guerra de Ucrania. Estos informes recibieron una enorme atención internacional y fueron citados por los medios de comunicación en todos los rincones del mundo, excepto en Gran Bretaña.
En cualquier caso, el acta cita dos ejemplos de “el sistema en acción”. Primero, una agencia de inteligencia británica no identificada “tuvo un incidente que involucró a un ciudadano extranjero”. No obstante, el Comité emitió instrucciones para ocultar el nombre del individuo, “lo cual fue aceptado” por la totalidad de los medios.
“Aunque parte de la información pasó a ser de dominio público durante las semanas siguientes, se minimizó el riesgo potencial para el individuo”, registró el Comité. Además, afirmó que este incidente “demostró la eficacia del canal abierto y la reserva de confianza” entre la secretaría de DSMA y los periodistas y editores.
En otro ejemplo relacionado con “operaciones actuales”, un periodista “descubrió la identidad de una pequeña unidad a punto de desplegarse en operaciones en el extranjero”, una referencia a la invasión rusa de Ucrania, y se acercó al Comité para obtener orientación sobre cómo informar sobre el desarrollo.
Finalmente, el medio decidió no publicar la historia, aunque hicieron “algunas observaciones convincentes” al Comité. Básicamente que la presencia de las fuerzas británicas en Ucrania era “ampliamente conocida” en Kiev, “era parte de un esfuerzo de coalición internacional muy grande, y había evidencia de fuente abierta para demostrarlo”.
“La disponibilidad en línea de imágenes aéreas, así como de fotografías y videos con datos de seguimiento, significó que la información que antes estaba reservada para el esfuerzo de inteligencia nacional estaba disponible gratuitamente para todos en tiempo real. A diferencia del observador ciudadano, el periodista profesional estaba entrenado y comprometido con estándares de verdad e imparcialidad por los cuales el aficionado no estaba sujeto”, indicaron los editores al comité.
Las cartas del Comité DSMA generalmente concluyen con preguntas educadas como "¿Puedo pedirle que pida mi consejo antes de publicarlo?"
Sobre el papel, esto puede parecer una recomendación, y por otra parte, los editores y periodistas no están legalmente obligados a cumplir con las solicitudes del Comité de solicitar orientación antes de publicar una historia, o mantener cierta información en secreto.
Sin embargo, los periodistas y editores saben muy bien que, si no cumplen, podrían ser procesados bajo la Ley de Secretos Oficiales. De lo contrario, al menos pueden estar en la lista negra o perder el acceso a sesiones informativas, entrevistas e información privilegiada de los funcionarios, tanto oficiales como extraoficiales.
Un ejemplo palpable de la eficacia del sistema se produjo en noviembre de 2010, cuando se emitió una notificación D tras las publicaciones iniciales de WikiLeaks sobre los cables del Departamento de Estado de Estados Unidos. El comité advirtió que la publicación de los archivos “podría desencadenar reacciones locales violentas” contra los ciudadanos británicos que “trabajan o viven en regiones volátiles”.
Como resultado de la “advertencia”, muchos medios online y en papel en Gran Bretaña ignoraron los cables que estaban siendo difundidos en todo el mundo.
Para ScheerPost no es ocioso preguntarse si el DSMA desanimó de manera similar a los medios de comunicación para seguir la historia de la persecución judicial de Julián Assange por parte de Washington. A pesar de que su caso sin precedentes ha sido cubierto ampliamente por la prensa internacional, la cobertura de algunos medios británicos ha sido llamativamente débil.
Por ejemplo, en junio de 2021, la revista islandesa Stundin reveló que una acusación sustitutiva contra el fundador de WikiLeaks se basaba en gran medida en el falso testimonio de un estafador, un sociópata diagnosticado y un pedófilo convicto, que el FBI había reclutado para socavar la organización desde dentro. Ni un solo periodista británico lo cubrió.
Tres meses después, Yahoo! News expuso los “planes de guerra secretos” de la CIA para secuestrar o incluso asesinar a Assange en caso de que escapara de la embajada ecuatoriana en Londres. BBC News apenas mencionó la noticia, aunque en su sección en idioma somalí. The Guardian e Independent también hicieron referencia a la historia una sola vez. Todos los demás medios británicos ignoraron los informes.
El auge de Internet ha planteado serios problemas para el DSMA. Después de todo, es imposible para el gobierno británico impedir que publicaciones y periodistas fuera del país divulguen información que Londres no quiere que sea de dominio público.
En la reunión de abril el vicepresidente interino del comité afirmó que “es cada vez más difícil guardar secretos en el entorno actual de los medios”. También manifestó su preocupación por “la creciente velocidad del ciclo de noticias con publicaciones casi instantáneas en las redes sociales y la creciente globalización de las noticias”.
Esto puede explicar, al menos en parte, por qué las autoridades británicas están planeando expandir en gran medida su capacidad para encarcelar a los denunciantes, filtradores y periodistas. El nuevo Proyecto de Ley de Seguridad Nacional, programado para convertirse en ley a finales de este año, podría llevar a los periodistas e investigadores disidentes a sufrir severas penas, incluso de prisión perpetua.
Según sus términos draconianos, cualquier persona condenada por el nuevo delito de "obtener o divulgar información protegida" se enfrenta a una multa, cadena perpetua, o ambas, si es declarada culpable tras un juicio con jurado. La “información protegida” se define como cualquier “material restringido”, y ni siquiera necesita estar clasificada.