Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ÁNGELES DE LA MUERTE

Un repaso al caso de los "enfermeros asesinos" que provoca preguntas incómodas

El periodista Emiliano Zecca analiza el caso en su libro "Ángeles de la muerte"
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03 de octubre de 2020 a las 05:00

La noticia sacudió todo. Sacudió a la opinión pública, sacudió a los medios. Sacudió al sistema de salud, porque de un momento a otro aparecieron las dudas sobre lo que sucede una vez que la camilla se pierde por los pasillos del hospital, o lo que hacían las personas que se suponía cuidaban a los parientes enfermos en el CTI. Sacudió a la policía y al sistema judicial, que tenían ante sí un escandaloso presunto caso de asesinos seriales.

La historia dio vuelta al mundo cuando en marzo de 2012 se publicó que Marcelo Pereira y Ariel Acevedo, dos enfermeros que trabajaban en la Asociación Española y el hospital Maciel, habían matado a cientos de pacientes. Después la cifra bajó a 15 personas entre los dos, pero todo indicaba que igualmente eran culpables. Fueron a prisión y parecía que todo estaba resuelto. Pero fueron absueltos tres años después. 

Ocho años luego de que se iniciara el caso, llegó a las librerías uruguayas “Ángeles de la muerte”: los enfermeros que iban a ser asesinos seriales. Escrito por el periodista Emiliano Zecca, integrante del equipo del programa radial No toquen nada (Del Sol), el texto ordena los hechos, los pone en perspectiva y aporta los testimonios de algunos de los protagonistas de la historia, que incluye elementos como la masonería, la muerte de un conocido comentarista deportivo y los aciertos y errores de la justicia, el sistema de salud y la policía. Lo que no hay en el libro son respuestas absolutas. Al contrario, deja más preguntas. Y ese es el mayor mérito del trabajo de Zecca, que no buscó ponerse en el rol de fiscal, juez o policía. 

Ubicado en la lista de libros más vendidos del último mes según la Cámara Uruguaya del Libro, “Angeles de la muerte” (las comillas no son casuales) repasa uno de los casos más llamativos y únicos de la historia judicial uruguaya reciente, de una forma magnética y poderosa y, sobre todo, que despierta algunas preguntas incómodas, desde la eutanasia hasta el funcionamiento del poder. Sobre el libro y esos ingredientes, Zecca dialogó con El Observador.

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¿Cómo es su vínculo con esta historia?
Lo seguí en mi laburo para No toquen nada (NTN) de distintas maneras, porque en 2012 el tema me agarró más bien enfocado en la producción y en la generación de contenidos pero no al aire, no haciendo entrevistas, más bien haciendo informes y el trabajo de producción. Entonces fue más como un rol secundario con este tema al principio. Pero a medida que pasó el tiempo mi participación fue creciendo y mi vínculo con el tema también. Por ejemplo, hay algunos hitos particulares de la historia en la cobertura de NTN como los informes forenses que aparecen y que son anteriores a que el fiscal los acuse, que era un cambio grande ya en lo que venía pasando en la historia, porque le agregaba inconsistencias al relato inicial que había. Laburé con esos informes, después le hice entrevistas al fiscal, a la jueza, y fui acumulando contactos con gente a medida que fue pasando el tiempo. A la vez, también, como era un caso muy grande y de mucho impacto, tuve acceso al expediente judicial, que en el Código del Proceso Penal anterior eran libros grandes –en este caso cuatro– donde están todas las declaraciones escritas, los informes, es el mapa del caso. 

¿En qué momento se convirtió en un libro?
Tuve algunas charlas con Joel Rosenberg sobre que estaba bueno contar esta historia, y me parecía interesante, porque no tenía las respuestas a algunas preguntas que podía generar la historia. En las primeras semanas era un caso muy impactante, con estos tipos que mataron a cientos, confesaron, y después la historia se va desintegrando, se va disolviendo en el tiempo, quedan libres y prácticamente nadie sabe qué pasó con la historia. Queda esa sensación de los enfermeros asesinos. Eso me atraía. Volver para atrás, y pasar otra vez por el expediente, otra vez hacer preguntas, buscarlos a ellos, repasar los documentos, y preguntas como ¿por qué ellos reconocen víctimas en primera instancia?, ¿cómo se construye el caso a nivel judicial?, ¿cómo funciona el sistema de salud?, ¿por qué hay cosas que a nadie le llaman la atención dentro de esas lógicas en las que se mueven? Porque ahí es donde como periodista me aproximo a espacios que pertenecen a la cotidianidad de otros y que, como no soy parte de esa lógica, puedo sorprenderme o hacer preguntas o contar cosas que a otros también les van a sorprender, y que alguien que trabaja en la salud hace 40 años las lee y no se sorprende. Y como la historia es muy grande y todo el mundo la tiene presente, quise visitarla de nuevo. 

¿Siempre tuvo la idea de no intentar dar una respuesta sobre si eran culpables o inocentes?
Lo que tenía claro era que quería evitar la tentación de asumir un rol de fiscal, juez o policía, o forense del caso. Quería entender y después explicar por qué esta, que iba a ser la historia de los asesinos seriales que mataron a cientos en el sistema de salud, se transformó en la de dos tipos que estuvieron presos tres años y fueron absueltos en dos oportunidades. Eso ya me parecía lo suficientemente fuerte como para hacer el recorrido. Nunca me planteé salir a buscar si eran culpables o inocentes, pero tampoco me planteé descartarlo. No iba a tratar de resolver el caso. 

En la historia destacan errores de la policía, de la justicia, de la salud, de la defensa de los enfermeros y hasta de los medios.
Cuando uno se detiene en un lugar en particular a ver cómo funcionan las cosas encuentra las fallas, del sistema judicial, del de salud, de los medios. 
Lo que hace la distancia es idealizar el funcionamiento de determinadas cosas, y eso es más tranquilizador, pensar que todo funciona bien en el sistema de salud, que todo funciona bien en el Poder Judicial. Y por supuesto, el que consume los medios, pensar que lo que está ahí es la verdad y lo que pasa. 
Cuando uno se acerca y empieza a tratar de comprender, encuentra aciertos, porque esta no es solo una historia de fallas, sino también de aciertos, en los términos que quiera ponerlo el lector. Porque si es una falla que ellos no hayan tenido las garantías suficientes al confesar en un primer momento, también hay un contrapeso y una respuesta de parte del sistema.  O al revés, si confesaron porque funcionó bien el sistema en un primer momento, después falló en otra instancia. 
Las fallas capaz que son lo que más llama la atención porque están donde uno no espera que estén.

El libro tiene algo de repaso, de contar lo que pasó cuando los focos mediáticos ya estaban en otro lugar. Por ejemplo, la absolución de los enfermeros no se cubrió con la misma intensidad que el “destape” del caso. ¿Había una intención de contar ese después, también?
La absolución, probablemente, en esta historia, nos ponga a todos en un lugar incómodo, sobre todo cuando en primera instancia estaba casi que laudado a nivel social que eran culpables y asesinos. Y un cambio de escenario tan grande nos pone en un lugar incómodo. Más si en ese primer momento se avanzó mucho por el camino de esa conclusión. Porque está eso de decir “los medios hicieron un montón de notas en aquel momento y después no dijeron nada”, pero tampoco dijeron nada las instituciones del sistema de salud, estos tipos eran inocentes y no hicieron una conferencia ni publicaron un comunicado aclarando esta situación. Tampoco el sistema político. A nadie le interesó mucho volver a hablar de esto y aclarar que finalmente no eran culpables, o al menos no eran condenables. Eso es como una gran pregunta que se abre a otras respuestas, ¿por qué pasó esto? Yo no tengo una respuesta, pero sí puedo decir que en los años que me llevó hacer el libro recorrí el tema solo, no había nadie que le interesara hablar de esto en los medios. No apareció más. Capaz es más fácil no pensar y seguir para adelante con un tema nuevo. Hoy los temas se ponen, se laudan y se sigue a otro tema de un día para el otro. Y eso de profundizar y tratar de ver cuáles son las preguntas que le pertenecen a cada historia queda de lado.

El título del libro está entre comillas, ¿por qué?
Las comillas son casi una manera de mostrar que esa denominación no les corresponde a los protagonistas de esta historia. Es una forma de jugar con una denominación que les precede a ellos y a mí, que aparece un domingo de mañana en el artículo que da la noticia y ya los denomina como ángeles de la muerte, porque es la que se usa en este tipo de asesinos piadosos del sistema de salud, y tiene mucha fuerza. Las comillas señalan que era un título que les pusieron a ellos, no un título oficial, y lo otro que me interesaba es que “iban a ser asesinos”. Son tipos que iban a ser asesinos seriales y no fueron.

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