Mundo > La guerra olvidada

Una amalgama de conflictos ha provocado una de las peores hambrunas en Yemen

El país está sumido en una guerra civil desde el año 2014 cuando los hutíes se apoderaron de gran parte del país
Tiempo de lectura: -'
24 de agosto de 2019 a las 05:03

La situación en Yemen es insostenible. A tal grado que la Cámara de Representantes de ese país hizo un llamado al presidente Abdrabbuh Mansour Hadi esta semana para que “use su autoridad constitucional para revisar las relaciones con la coalición militar encabezada por Arabia Saudita”, a fin de evitar una escalada mayor.

En un contexto muy delicado, el enviado de la ONU, Martin Griffiths, llegó a la capital de Yemen, Saná, el pasado miércoles 21 para reunirse con los rebeldes hutíes y tratar de rescatar las conversaciones de paz, paralizadas desde fines de 2018.

Yemen acumula demasiadas desgracias. Está sumido en una guerra civil desde el año 2014 cuando los hutíes se apoderaron de gran parte del país, incluyendo la capital y desde entonces el conflicto está cada vez peor. 

En el proceso se sumó un brote de cólera en 2017 que arrasó con gran parte de la población. Hoy en día, más de 14 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria y 16,4 millones carecen de asistencia médica, según la ONU.

En Yemen se vive lo que se conoce como “la guerra olvidada”, debido a la escasa atención que este conflicto ha recibido del mundo, a pesar de la catástrofe humanitaria que se ha desencadenado. 

Pero ahora, la comunidad internacional parece estar más atenta al conflicto en este inusual país bicontinental ante la posibilidad de que pueda provocar otras tensiones regionales que a nadie le conviene. 

Es que Yemen ocupa una posición estratégica en el estrecho de Bob el-Mandab, el cual vincula el mar Rojo con el Golfo de Adén, un importante paso de barcos petroleros del mundo. Además, la actividad de Al Qaeda en la Península Arábiga es la más peligrosa del grupo, donde también opera el Estado Islámico, un cóctel terrorista en la región que es digno de temer.

¿Cómo se llegó a esto?

El conflicto tiene sus raíces en la Primavera Árabe de 2011, cuando un levantamiento forzó a Ali Abdullah Saleh a dejar la presidencia y el gobierno quedó en manos de su segundo al mando, Abdrabbuh Mansour Hadi.

Se esperaba cierta estabilidad, pero Al Qaeda y el movimiento hutí (grupo insurgente aliado de Irán) aprovecharon la transición para desestabilizar al presidente Hadi. 
Muchos yemeníes, cansados de sufrir hambrunas, apoyaron a los hutíes y a principios de 2014 ese movimiento dio un golpe de Estado y forzó la salida de Hadi que se marchó al exilio.

En 2015, Arabia Saudita y ocho países árabes apoyados por EEUU, Reino Unido y Francia lanzaron ataques aéreos contra los hutíes con el fin de restaurar el gobierno de Hadi. 

El temor era también que los hutíes dieran a Irán un punto de apoyo en Yemen, vecino de Arabia Saudita.

El gobierno de Hadi, respaldado por Arabia Saudita (a su vez apoyada por EEUU), se estableció en Adén en 2015, pero el presidente siguió en el exilio y los hutíes no pudieron ser expulsados de la capital.

En medio del caos, los militantes yihadistas y del Estado Islámico tomaron el territorio del sur de Yemen, particularmente en Adén, lo que agregó complejidad a la situación y más sangre derramada.

En 2017, el lanzamiento de un misil de los hutíes a Arabia Saudita hizo que el gobierno de ese país reforzara su bloqueo contra Yemen. Según la ONU, este bloqueo y las guerras han producido en Yemen la mayor hambruna del mundo en décadas.

A esta amalgama de conflictos, se añadió otra: el pasado sábado 10, las fuerzas separatistas del Consejo de Transición del Sur (que forma parte de la coalición encabezada por Arabia Saudita para combatir a los hutíes), tomó su base temporal en Adén con el apoyo de Emiratos Árabes y rompió con su aliado, el gobierno yemení respaldado por Arabia Saudita. De esa forma se fracturó la coalición militar liderada por Arabia Saudita. 

Los separatistas tomaron el control del palacio presidencial, del puerto y del aeropuerto en Adén, en busca de un autogobierno en el sur de Yemen. Se reavivaron así viejas tensiones entre el norte y el sur de Yemen, regiones que fueron países separados hasta 1990. 

El presidente Hadi permanece en el exilio, en Arabia Saudita. A la fecha, el conflicto parece no tener fin, con miles de muertos y millones de personas en peligro. 

La transición en Sudán
Hay esperanzas de que se logre una transición democrática en Sudán a partir del acuerdo entre el gobierno militar y los líderes de la coalición opositora de las Fuerzas de Libertad y Cambio, firmado el sábado 17 . Pero una cosa son los acuerdos firmados y otra son los hechos que pueden ocurrir por las pugnas por el poder, en un país de largas dictaduras, un sistema de repartición de riquezas cerrado y una crisis económica generalizada como pocas en el mundo.
Es cierto que si se respeta al nuevo gobierno de transición dominado por civiles, se allanará el camino para las elecciones previstas luego de un período de tres años de reformas. Sin embargo, para llegar a esa meta, Sudán debe superar muchos obstáculos. El principal es que los militares que han monopolizado el poder durante más de treinta años no quieran compartirlo fácilmente. 
Muchos de los miembros del gobierno del exdictador Omar al-Bashir, cuyo mandato duró 30 años, fueron beneficiados por el control de sectores como el del oro, y también por el envío de miles de sudaneses para luchar como mercenarios en guerras extranjeras. Eso sin contar las extraordinarias asignaciones presupuestarias en el área de Defensa. Que el gobierno pase a manos civiles, les significará la pérdida de estas fuentes de ingresos. 
Otro factor peligroso es que los comandantes de las insurgencias de larga data en la región, como Darfur y Kordofán del Sur, rechazaron el acuerdo firmado y por ende, podrían socavar la autoridad dirigida por civiles.
Además, la nueva administración deberá saber manejar una economía profundamente dañada. Actualmente la deuda de Sudán supera los US$ 55.000 millones, la inflación es altísima y existe una escasez generalizada. Sudán necesita garantes del acuerdo, asistencia financiera internacional, lograr que los generales respeten las disposiciones del acuerdo para el control civil y que aquellos que apoyaron a al-Bashir (hoy preso y en espera de ser juzgado), apoyen la transición. 
En suma, con la caída de al-Bashir se ha derrocado a uno de los regímenes dictatoriales más arraigados de África, pero eso no asegura que esa parte negra de la historia no se repita con otras figuras si el pacto no se respeta. El riesgo de descarrilarse es demasiado grande. 

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...