En 1969, a los 24 años, Frank Rainieri compró una parcela de jungla en el extremo oriental de República Dominicana, y, “sin prisa pero sin pausa” –como le gusta decir- logró convertir ese lugar perdido en el principal polo turístico del país, y uno de los destinos favoritos de la región.
En la tierra con una “economía de postre” (dedicada al café, cacao y azúcar), tanto este lugar como el negocio turístico parecían lejanos. Pero Rainieri logró que inversores estadounidenses creyeran en el proyecto y luego vinieron las cadenas hoteleras de renombre. En la última edición de la gala Endeavor Uruguay el empresario relató todo el esfuerzo que le llevó el construir carreteras y el primer aeropuerto al que calificó de rudimentario.
Recordó que a las autoridades no les interesaba el proyecto, pero obtuvo los permisos porque se “cansaron de verle la cara insistiendo”. Hoy Punta Cana representa el 15% del PIB de República Dominica. “Si nos hubiésemos sentado a esperar no existiría Punta Cana”, apuntó.
Durante toda su presentación en el LATU, en la parte superior derecha de cada diapositiva podía leerse la frase de cabecera de Rainieri: “Mirar al futuro, trabajar, perseverar, sin prisa pero sin pausa”. Según el empresario, hay que tener la capacidad de entender hacia dónde nos lleva el cambio. Aconsejó abrirse a ese cambio y abrazarlo con fe y perseverancia: “Hay que soñar con los pies en la tierra, e ir de poco en poco”.
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