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Una gran noticia y un gran reto
Es una gran noticia el acuerdo sobre inmigración entre el presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, y su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), logrado a contrarreloj el viernes pasado, porque evitó la imposición de aranceles a las importaciones mexicanas a partir de este lunes 10. Lo es porque, de haberse concretado, se iba a afectar las economías estadounidense y mexicana, y el resto del mundo no habría quedado indemne.
Un arancel escalonado–que empezaba en 5% hasta llegar 25%- a las ventas mexicanas impuestas por su poderoso vecino hubiese tenido el efecto de una “bomba molotov” como advirtió la Asociación Nacional de Manufacturas de EEUU.
Es enorme el vínculo comercial entre EEUU y México. Muchos de los artículos están hechos en México con componentes que se producen en EEUU. A su vez, México es el más importante suministrador de productos agrícolas. El año pasado, el socio comercial más grande de EEUU exportó US$ 346.500 millones en productos a su vecino del norte, mientras las ventas estadounidenses alcanzaron un total de US$ 265 mil millones.
En EEUU, la medida arancelaria iba a tener un efecto en el aumento de los precios en rubros tan variados como automóviles, televisores, ropa y combustible que le compra a México. También se preveía un impacto en el valor de las computadoras –por el papel que juega México en el ensamblaje- y en las cervezas.
La buena noticia de la suspensión indefinida de los aranceles, sin embargo, deja un sabor amargo y una preocupación en cuanto a las posibilidades reales de que AMLO puede dar cumplimiento a un desafiante acuerdo migratorio.
No parece muy apropiado que un presidente amenace con una medida de política comercial para presionar a otro jefe de Estado sobre un asunto de política migratoria que nada tiene ver. Trump ha dado una clara señal al mundo de que no solo libra una guerra comercial con China y que está dispuesto a tomar medidas perjudiciales hasta con sus socios o aliados.
Tenemos dudas de que el presidente AMLO pueda cumplir con el exigente compromiso migratorio. Es cierto que podría hacer mucho más al respecto, pero al mismo tiempo estamos ante un problema de escala regional que es extremadamente difícil de determinar desde un Estado-nación y, mucho menos, cuando ya enfrenta enormes problemas internos.
AMLO decidió enviar seis mil miembros de la reciente creada Guardia Nacional a la frontera con Guatemala; está realizando más operativos de control para detectar migrantes indocumentados; y tuvo decididas acciones en contra de los cabecillas del tráfico de personas. Además, asumió el compromiso de tomar “medidas sin precedentes" para detener a los inmigrantes y a recibir a los solicitantes de asilo que enviará EEUU mientras se procesan sus pedidos -había cerca de 100 mil solicitantes en 2018-. Estas personas, mientras estén en México, tendrán derecho a trabajo, salud y educación.
Si México no logra resolver la crisis migratoria que exige Trump, es probable que resurja la amenaza arancelaria.
Con el acuerdo migratorio, México evitó un gigantesco problema económico; pero, al mismo tiempo, es probable que asuma un enorme costo. Es que enfrenta el reto desde una situación económica débil y desbordado de inmigrantes.
