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Una historia de amor y de héroes
Dos semanas después de haber regresado de los Juegos Olímpicos de 1924, en los que con el fútbol conquistó la medalla de oro, Andrés Mazali bajaba a una cancha de básquetbol para defender a Olimpia en la Copa Rioplatense (frente a Hindú argentino) y para ganar el Torneo Invierno ante Unión Atlética, en agosto.
La vida del deportista amateur en Uruguay no sabía de largos descansos ni pausas para recuperar el físico después de ser campeón olímpico. Tampoco era una limitante un deporte. Podía jugar fútbol, básquetbol, correr, saltar, nadar y mostrar habilitades en la gimnasia. Y los clubes, tampoco acostumbraban a brindar grandes recompensas. Un té danzante en el Hotel Pyramide y un anillo que costó $ 15 (la cuota anual del club en ese momento era $ 10), fue el reconocimiento de Olimpia para el golero por el título olímpico con Uruguay, y un paseo campestre para el plantel de básquetbol que ganó el Nacional de 1923, que tuvo a Mazali como figura.
Los dobles de Mazali y la velocidad en la pista –que le permitió ser campeón Sudamericano en Santiago en 1920–, además de sus conocidos logros con el fútbol (defendiendo el arco de Nacional y Uruguay), son parte de la historia de amor y de héroes del Club Atlético Olimpia, club que hoy celebra sus 100 años.
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Mazali fue casi al mismo tiempo integrante de las selecciones de Uruguay de fútbol, básquetbol y atletismo. Hasta que en 1925, como consecuencia de la gira que Nacional realizó por Europa, se dedicó exclusivamente al fútbol.
Esa misma historia, que compartió con Isabelino Gradín, múltiple campeón en fútbol y que con Olimpia reinó en el atletismo uruguayo y sudamericano entre 1918 y 1924, forman parte de ese hilo conductor que el club de Colón desarrolló desde que el 17 de setiembre de 1918 fue creado en el corazón de la Plaza de Deportes N° 1.
Los clubes que nacieron en las plazas hace 100 años fueron el resultado de una decisión de la Comisión Nacional de Educación Física (CNEF) al promover que los habitantes de esos espacios publicos para la práctica del deporte generaran sus propios entornos para participar en las competencias oficiales. Fue así que un día los deportistas que defendían a la Plaza N° 1 pasaron a lucir la camiseta de Olimpia, los de la N° 2 la del viejo Club Atlético Goes, la de la N° 3 la de Atenas, la de la N° 5 la de Paso Molino.
Olimpia nació en Guruyú y a los seis meses, Francisco Piria, que había cedido los terrenos a la CNEF, reclamó la tierra comprendida entre Juan Lindolfo Cuesta, Sarandí y el Río de la Plata. Entre comienzos de 1919 y el primer semestre de 1920, la plaza se mudó a la Aguada, al actual predio del Instituto de Profesores Artigas, y con ella Olimpia.
Los alas rojas nacieron como club de atletismo, y en la Aguada se iniciaron en el básquetbol. Esta temporada cumplen 97 años en la FUBB. Luego llegarían ciclismo, patín, bochas, billar, vóleibol, judo, handball, natación, gimnasia, karate, bowling, karting, entre otros.
“Hemos invertido casi $ 3.000.000 en obras. Para que todos disfruten de los beneficios que Olimpia otorga a Colón, justamente porque siempre Colón benefició a Olimpia”.
Albérico Passadore. Setiembre de 1962, en El Diario con campañas de Socios, aportes personales, de la Intendencia y del gobierno lograron el equivalente a casi US$ 3.000.000 para construir el complejo de 5.000 metros cuadrados.
Durante la década de 1920 convivieron cuatro Olimpia: el Atlético, Football, Náutico y Boxing. Fueron como primos hermanos, aunque todos tenían vidas independientes.
En 1927 los clubes fueron desalojados de las plazas por disposición del gobierno y Atlético Olimpia quedó a la deriva. Se fusionó con Olimpia Football Club entre marzo de 1931 y abril de 1932. En su peor crisis y ante la posibilidad de desaparecer, trasladaron al Atlético a Colón. Allí, bajo el impulso de Albérico Passadore creció el club actual. Durante 16 años, entre 1946 y 1962 construyeron el complejo deportivo. Paralelamente, Olimpia fue principal animador del ciclismo en Uruguay durante la década de 1950 y 1960 y campeón en básquetbol en los años 1960 y 1970.
La crisis lo golpeó en los años 1980. De los 6.000 socios de 1965 cayó a 800 en 1985. Y allí volvió a resurgir a través del amor de sus deportistas por el club y de historias que lo marcaron. Actualmente es tetracampeón en natación, campeón en waterpolo, consagró campeones panamericanos en gimnasia (Víctor Rostagno) y judo, y es cantera del básquetbol. De los clubes ajenos al fútbol, es referente en la formación de talentos a partir de esa rara mezcla de deporte y amor, una combinación que el profesionalismo dejó en el abandono y que intenta persistir a pesar de los nuevos parámetros que establece el siglo XXI para el deporte.
