La tradición de evaluar los primeros 100 días de una gestión, que se remonta a los tiempos del presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, puede ser una medición apresurada, pero sin duda permite ver la hoja de ruta de un jefe de Estado o de gobierno y cómo se ejerce el liderazgo para que las propuestas electorales se cristalicen en políticas. Nadie puede decir que el mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, que esta semana llegó a ese primer período al que se le pasa raya, no está honrando sus compromisos de campaña, aunque creemos que debería poner más energía en las prioritarias y urgentes reformas económicas de su país, de las que depende el éxito de su administración.
El presidente Bolsonaro ha tenido una participación pública muy activa en asuntos tan disímiles como la seguridad pública, la educación, la pérdida de valores, y algunos aspectos de política exterior, pero ha tenido escaso protagonismo en impulsar su plan económico, una tarea que ha dejado en manos de Paulo Guedes, el superministro de Economía, y en sus principales referentes en el dividido Congreso.
La reforma del sistema de jubilaciones es una piedra angular para enfrentar un déficit fiscal de alrededor de 7% del PIB anual, del que la suma de todas las pensiones (sector público y privado, y personal militar) representa más del 4%.
El ministro Guedes se ha mostrado optimista sobre la aprobación del plan que establece una edad mínima para acceder a la jubilación –62 años para las mujeres y 65 años para los hombres– e introduce la sustitución progresiva del actual régimen de reparto por un sistema de capitalización individual, similar al de Chile.
Guedes dijo en el Congreso que el sistema estatal de pensiones está “quebrado” y advirtió que “en unos pocos años”, por cada joven trabajando y contribuyendo, habrá cuatro o cinco jubilados, una situación financieramente insostenible.
Un estudio de una consultora privada, publicado este jueves por el diario Valor, reveló que el gobierno hoy está más cerca de la aprobación de la reforma jubilatoria, pero aún necesita sumar más votos.
En ese sentido, es que creemos necesario un mayor liderazgo de Bolsonaro para asegurar que la imprescindible reforma jubilatoria sea aprobada en el Congreso.
En algo más de tres meses, el gobierno ha avanzado en su plan de privatizaciones, mucho más de lo que estaba previsto, lo que ha contribuido a mejorar el clima empresarial
Hoy el ambiente económico de Brasil es más estable. La inversión extranjera directa registró un aumento de casi US$ 22.000 millones en los 12 meses cerrados en febrero, respecto al mismo período anterior. Y esa tendencia sería mucho más pronunciada si Bolsonaro lograra poner en marcha todas las reformas prometidas que, además de las privatizaciones y el nuevo régimen jubilatorio, incluyen medidas de desregulación del mercado y la simplificación fiscal. De todas ellas, que dinamizarán una mediocre economía, depende que se mantenga el optimismo empresarial e incluso que el presidente empiece a revertir la baja de su popularidad que registra en estos días.
Una frase de David Beker, economista jefe para Brasil del Bank of America, resume muy bien lo que está en juego en el Congreso con el proyecto de ley jubilatoria: “Logra la reforma y tendrás una transformación”.
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